Movilidad ciudadana, asignatura pendiente.
De un tiempo, largo tiempo, a esta parte, cuantas prospecciones se hacen entre los vecinos del entorno geográfico de Compostela, capital incluida, para conocer aquellos problemas que el ciudadano percibe como más relevantes, en todas ellas aparece entre los primeros puestos de la preocupación social la problemática de la movilización, ya sea para denunciar el permanente caos y saturación de tráfico rodado, bien para lamentar la ausencia de un transporte público acorde con los tiempos actuales o, por no seguir, para rebelarse ante la manifiesta carencia de aparcamientos y el elevado precio de los existentes en la ciudad que es cabecera comarcal. Frente a este repetido y deplorable estado de cosas, desde los ayuntamientos se responde por la vía de las lamentaciones pero no por el de la eficacia en las propuestas; por criminalizar al conductor, pero nunca por experimentar nuevas opciones y proyectos una vez que los vigentes se demuestran caducos e ineficaces. Así, el malhadado transporte comarcal, con seis años a sus espaldas de insultante ineficacia administrativa, aún sigue esperando su plena concreción en empresas, frecuencias y precios. Y otra importante opción, como sería la del aprovechamiento para vía de cercanías de la línea férrea de Osebe a Vilagarcía, que se cerrará tan pronto se inaugure el AVE (que, por cierto, no pasará de velocidad alta en vez de alta velocidad), acaba de ser desestimada por la ínclita Magdalena Álvarez, que ya se sabe qué referencias escatológicas le provocamos los gallegos. Y en esas andamos.
Columna «ESPINAS», Contraportada de TIERRAS DE SANTIAGO 23/10/07
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