El «Abrente» arruina a su dueño cesureño.
El empresario que se hizo con el narcopesquero por 3.000 euros en una subasta deberá pagar ahora más de 150.000 por reflotarlo, tras hundirlo una tormenta
Tiene 37 años, y en su historia figuran momentos gloriosos como los vividos en el 2000, cuando su tripulación rescató a unos marineros de Ribeira a punto de hundirse a 280 millas de Gran Canaria. Pero un año después fue remolcado hasta Vilagarcía con varias toneladas de cocaína en sus bodegas y, al mismo tiempo que manchó su nombre, el Abrente perdió su buena estrella. El cuaderno de bitácora de este viejo palangrero que en sus buenos tiempos faenaba en Gran Sol bien merece una chirigota carnavalera.
Quedó abandonado en el muelle de Vilagarcía. El juez Vázquez Taín, que ya había sacado a subasta otros narcobuques llegados al puerto hartos de cocaína, no pudo hacer nada con él porque el sumario estaba ya en la Audiencia Nacional, en manos de Ruiz de Polanco. Se pensaba, como ocurre a menudo con los asuntos de narcotráfico que se olvidan en los despachos de Madrid, que el magistrado nunca se preocuparía por él, pero sorprendentemente, una tarde de tormenta, el juez aterrizó en Vilagarcía. Se acercó al puerto y le echó un vistazo rápido al barco, ya que llovía mucho. Luego se fue, y nunca más se supo.
Dos años antes de la visita, el buque ya había vuelto a salir en las páginas de sucesos. Un indigente que solía dormir al cobijo de sus bodegas murió calcinado una fatídica noche de mayo del 2004, se supone que por una colilla que dejó mal apagada. Varios testigos lo vieron morir quemado a través del ojo de buey sin poder hacer nada por evitarlo.
Por fin, en el 2006 hubo sentencia, y el buque pasó a manos del Plan Nacional sobre Drogas, que decidió sacarlo a subasta. Ya era un amasijo de hierros oxidados, por eso las dos primeras pujas quedaron desiertas. A la última se presentó Andrés García, un empresario de Pontecesures que se quedó con el barco por la módica cifra de tres mil euros. Dueño de una empresa de construcciones metálicas, tenía el personal y el material adecuado para desguazar el buque, lo que le permitiría sacarse unos euros con la venta de la chatarra.
Burocracia
Pero Andrés García se topó con la burocracia. A pesar de que el buque llevaba ocho años abandonado en el puerto (contaminando si es que en sus bodegas había todavía algo que contaminase), su flamante dueño se encontró con las reticencias de Capitanía Marítima, que no estaba por la labor de permitir el desguace en el puerto de Vilagarcía. El empresario y la Autoridad Portuaria sondearon otros puertos, pero nadie quería semejante muerto.
Y llegó la noche del pasado viernes 30 de enero, y con ella, Klaus . Los fuertes vientos pudieron por fin con el viejo palangrero, que amaneció de costado, medio hundido en el muelle en el que llevaba ocho años pudriéndose.
Y entonces llegaron las prisas. La Autoridad Portuaria de Vilagarcía pidió un informe a la Abogacía del Estado para saber quién se tenía que responsabilizar del reflotamiento, y pidió presupuestos para saber el coste de la operación.
El jueves, Javier Gago, presidente del Puerto, envió un requerimiento a Andrés García, el dueño del Abrente , en el que le daba un plazo de quince días para reflotar el buque, trasladarlo a tierra y desguazarlo. Luego, le pasará la factura, que podría rondar los 150.000 euros.
El Puerto pudo librarse por fin de un marrón que llevaba años comiéndose, pero a Andrés García le cayó encima el mal fario del Abrente. Ahora se ve a las puertas de la ruina y con la sensación de que le han tomado el pelo. Lo barato le salió caro.
LA VAOZ DE GALICIA, 07/02/09
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