A Pipo.
Jamás he logrado llegar a comprender cómo existen seres humanos que actúan como dueños y luego son capaces de abandonar a sus mascotas. En este caso me refiero a los perros, cuando estos, por su parte, además de ser inteligentes, son leales con sus amos. Y, por supuesto, son los animales de compañía por excelencia en todo el mundo. También todos sabemos que participan en labores de rastreo que permiten salvar vidas, por ejemplo en las grandes catástrofes, terremotos, incendios, etc. debido a su excelente olfato. Y, cómo no, también leemos a veces casos de una fidelidad absoluta cuando su dueño ingresa en un servicio de urgencias… Hace escasos días falleció mi perro. He tenido la fortuna de poder disfrutar durante catorce años de mi Pipo, más aún teniendo en cuenta que seis años antes padeció una grave enfermedad a la que pocos sobreviven. Cualquier dueño o dueña de una mascota coincidimos (ya
que otros muchos no lo comparten ni lo entienden hasta que un día pasan a ser propietarios de uno) en lo mucho que se les quiere y también lo que participan y significan en las diversas etapas de nuestras vidas. Doy gracias porque me considero afortunada de todos los momentos felices que con él pude disfrutar junto con mi familia, paseos, playa, y de mis viajes con sus «padrinos adoptivos» que tanto querían a este gracioso de cuatro patas, más todavía al pensar cómo se encuentran otros abandonados a su suerte por humanos inconscientes. Un perro no busca ni pretende cosas lujosas. Con comida y agua estará confortable y sólo te tiene a ti de amigo. Quisiera dar las gracias a todo el personal de la clínica A Lúa, en O Milladoiro, por su trato excepcional, a Marián y sobre todo a la veterinaria María, por su trato sencillo hacia las personas y sensibilidad en todo momento hacia los animales.
Carta de M.C.R.D. (Padrón) al director de TIERRAS DE SANTIAGO.
10/08/10
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