Las cercanías.
Pues la verdad es que, ahora que se confirma que las obras de los AVE, y los trámites para las que faltan, van (farragosos y lentos, pero van) quizá resulte un momento adecuado para preguntar por los otros trenes, de diferente condición, que son para Galicia de una importancia especial. Y sobre los que apena se sabe algo (como de los de cercanías) pese a los esfuerzos de una plataforma cívica que los reclama.
Es cierto que la cuestión resulta redundante, que cada cierto tiempo se airea y que no falta quien se cansa de ella, pero eso no desvirtúa su importancia ni rebaja su necesidad. Aunque sólo fuera por el efecto vertebrador que el ferrocarril tiene para comarcas gallegas condenadas sin él al aislamiento, por no decir al olvido que precede casi siempre a la agonía económica.
En este punto, y ya puestos, resulta conveniente añadir a la reclamación de atención y soluciones el caso de las mercancías ferroviarias. Que, por más que el señor ministro de Fomento insista en que no corre peligro la modernización de ese sistema de transporte, no acaba de ir más allá de las palabras. Y como pasa el tiempo, otros avanzan y Galicia no, llega la hora de espabilar.
Es cierto, desde luego, que este lado del Padornelo es uno de los lugares de España en donde más y mejor se cumple eso de que las cosas de palacio van despacio. Y si es en lo que al tren se refiere, la exactitud del dicho roza lo absoluto tanto si el palacio está en Madrid como si en Santiago. Baste recordar una decisión del Parlamento gallego, de 1995, instando al gobierno a desarrollar un plan de mejora. Y hasta hoy.
En lo que a personas se refiere, hay cada vez más ciudadanos que utilizan el ferrocarril para sus desplazamientos diarios de trabajo, lo que ahorra vidas y gastos. Y en la medida en que la frecuencia, y la comodidad, de los trenes creciese, el índice de ocupación aumentaría y los negativos se reducirían aún más. Que es casi lo mismo que decir que todo iría mucho mejor para todos.
En lo material podría acaecer algo muy parecido. Y la mejora en las comunicaciones implicaría, junto a la citada vertebración, el rescate para la economía del conjunto, al tiempo que una notable inyección para la propia de las comarcas afectadas. En otras comunidades se multiplicó ya el uso turístuco de las viejas líneas y de las antiguas estaciones, y el balance es más que positivo.
La moraleja es «a ello». Porque hay cosas en las que copiar es útil y además sano.
¿O no?
Crónica política de Javier Sánchez de Dios
FARO DE VIGO, 23/08/10
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