Doña Rosa: adiós a una sonrisa.

Publicado por Luis Angel Sabariz Rolán en

Rosa Solar, padronesa ilustre

ESPER? hasta ver como su adorado hijo Pepe ganaba la penúltima de las batallas. Y lo hizo con la mejor de sus sonrisas cuando Gonzalo, compadre del alma, se lo fue desgranando en esa última noche. Su inmenso y fuerte corazón (y no es una metáfora), que siempre soñó con dárselo a Gabi, dijo basta con el objetivo cumplido. Aunque se llevará la pena de no poder acunar con sus manos a esos tres bisnietos que vienen en camino. Rosa Solar, madre coraje de 13 hijos, abuela orgullosa de 27 nietos y bisabuela cariñosa de 21 bisnietos, murió con la sonrisa que le adornaba la cara y que no mudó salvo en una ocasión: cuando unos desalmados quisieron partirle el alma a Matías. Y eso que su vida no fue un camino de rosas. Pero ella lo afrontó siempre con una entereza envidiable y, ni siquiera, cuando quedó viuda de Antonio Castaño se vino abajo. Sabía que no podía hacerlo porque tenía que sacar adelante a sus trece hijos. Y los que tenemos más de 50 años sabemos lo duro que fue, en la Galicia de la posguerra, enfrentarse a la vida con semejante panorama. Pero a doña Rosa le daba igual. Sabía que tenía que hacerlo con una sonrisa en los labios y que las lágrimas las guardaba para la intimidad, para que nadie la viera llorar. Ni sus hijos, ni sus hijas. Por eso la sonrisa le adornaba la cara sobre todo cuando se juntaba la familia para dar cuenta de aquellas comidas que ella preparaba con mimo. Ya fuera para el Santiaguiño, por la Pascua o con cualquier disculpa… como las visitas de Pepe con sus colegas de la radio. Doña Rosa hacía empanadas, preparaba lamprea, callos, cocidos, carne asada, roscas, bizcochos… lo que hiciera falta. Ella era la madre más feliz del mundo. Y a los postres, entre los cafés y las copas de sus invitados, se arrancaba con un dueto impactante: aquella versión del cuando se quiere de veras, como te quiero yo a tí, es imposible…, con Pepe Domingo Castaño. A ella no le gustaban las lágrimas. Seguro que hoy prefiere una canción y estará esperando a que Fernando, o sexto fillo de doña Rosa, le escriba una. Y que todos sus hijos se la canten. Ella, desde algún lugar, se unirá a los coros. Con su eterna sonrisa .

EL CORREO GALLEGO, 04/12/10

Categorías: Persoeiros

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