En el país de los ciegos.
El tuerto es el rey, o al menos así ha sido hasta ahora en la feria de Padrón. Y es que desde que Marín decidió pagar los tributos en especies, o sea en pulpos, al monasterio de Oseira, y allá por el XVII, al parroquiano se le dio por prepararlo y venderlo en ferias y romerías, O Carballiño se ha hecho archiconocido por la preparación del cefalópodo. No es para menos.
Para sorpresa de propios y ajenos, la pulpería Aurora e Hijos ha eclipsado a las pulperías romeras que han alegrado la Pascua desde siempre pero que no han sabido ir con los tiempos. Así, mientras frente a la ourensana se hacía cola para degustar una exquisita variedad de productos perfectamente elaborados cuyo precio irrisorio no hacía justicia ni a su calidad ni al excelente servicio prestado en una caseta prefabricada con plasma incluido, el resto de pulpeiros salían a la calle a buscar clientes que llenasen el vacío frío y húmedo de sus tenderetes de hierro y toldo.
Lección magistral para los que al parecer llevan toda la vida en el negocio y para un Concello que, viviendo del mercado dominical y siendo conocedor de la especulación que sufre el suelo, no ha sido capaz de proveer unas instalaciones en condiciones para ejercer el oficio. Mientras unos y otros consiguen reaccionar, la ourensana por lo de pronto les ha hecho no sólo la pascua, sino también la pascuilla. ¡De todo se aprende!
Columna «Entre comillas». KATJA SÁNCHEZ. TEAT y vecina de Carcacía
TIERRAS DE SANTIAGO, 03/05/11
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