La barca del Apóstol.
Esta vez voy a ser muy breve y concisa. Estoy harta de que se diga continuamente, incluso por parte de gente que se presupone entendida y culta, que nuestro Santiago Apóstol llegó hasta Iria Flavia en una barca de piedra. Por Dios, como bien dicen mis alumnos, en una barca de piedra se hundiría, por mucho Apóstol que fuera.
Dice la tradición que llegó en «unha barca da pedra», de las que se utilizaban para transportar la piedra para las construcciones. Da pedra, no de pedra.
Aquí sí importa el cambio, por nimio que sea, adquiere otro significado. La última vez que oí «de piedra» fue al comentarista de los fuegos del Apóstol, por cierto excelsos y los más adaptados a nuestra idiosincrasia. Lo diría porque así lo tendría en su guión. Pero lo leí y oí a autores en los que no es tolerable que no lo sepan.
Espero que no se repita, por cierto que los guías turísticos también erre que erre con lo de «la barca de piedra». Ay, Señor…
Carta al director de «EL CORREO GALLEGO» de María Isabel Mosteiro (Santiago)
24/08/11
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