La lamprea vuelve a reinar en Pontecesures.
Los hay que las odian y quienes las adoran. Ayer solo se dieron cita los segundos en Pontecesures, que celebró con éxito una nueva edición de la Festa da Lamprea. El ambiente festivo se dejó sentir desde muy temprano, pero no fue hasta mediodía cuando alcanzó su punto álgido, sobre todo después de la lectura del pregón a cargo del biólogo e investigador cesureño Xesús Abalo, que hizo gala de su conocimiento del pueblo y del producto que se homenajeaba.
Tras los preceptivos actos oficiales se procedió al también tradicional paseo por la carpa de degustación y la parada obligada en los acuarios en los que se exhibían las lampreas vivas, que en los días previos habían capturado seis embarcaciones de valeiros locales.
La imagen de los acuarios era curiosa. Unos peces pegados al cristal como lapas y unas caras de niños que hacían lo propio, pero por el otro lado. Entretanto, cuatro cocineras apuraban los fogones para tener preparadas a tiempo las cerca de 900 raciones que ayer se sirvieron en la fiesta de exaltación cesureña. Cada ración se vendió a razón de diez euros y ese precio incluía tres trozos de lamprea a la bordelesa con arroz y picatostes. Un manjar para unos y el último alimento para otros. Pero a estos últimos no se les vio por Cesures.
Diario de Arousa
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