José Cajaraville, padronés atacado por velutinas: «Picáronme unhas 30 ao pisar o niño desbrozando. Se fose alérxico, non saía da finca»
Pudo regresar a su casa tras ser atendido en el Clínico de Santiago y estar horas en observación
José Cajavarille cumplió ayer 77 años en su casa de Sinde, en Carcacía (Padrón). Pero un día antes, el jueves, volvió a nacer. Pasadas las 10.30 horas, cuando desbrozaba con su tractor una de sus fincas, pasó por encima de un nido de velutinas oculto por la maleza. La reacción fue inmediata y se vio rodeado por las encolerizadas avispas: «Conto unhas 30 picadas na cara, na cabeza, nas mans e nos brazos. Acribilláronme». José siguió manejando el tractor, mientras trataba de espantarlas con su mano derecha, para salir de allí cuanto antes y llegar a casa. Se fue al centro médico de Padrón, «onde me inxectaron antibióticos á vena, e a miña doutora xa me chamou unha ambulancia para ir ao Clínico a Santiago, onde me puxeron máis material». Permaneció en observación hasta pasadas las 19 horas.
«A sorte que teño é que non son alérxico, porque coa cantidade de velutinas que me picaron se o fose xa non saía da finca». Eso sí, el dolor fue insoportable: «Explotábame a cabeza, non aguantaba. De feito, no centro médico deume un mareo». Los analgésicos lograron calmarlo, pero ayer las molestias continuaban: «Son feroces. Picáronme por riba da funda que levaba. É un dolor terrible, non quero que lle pase a ninguén. Téñenme picado abellas, e non tiven reacción. Pero coas velutinas, segues tendo a sensación de que aínda che están picando. Estou rascando constantemente os brazos. A cabeza pasoume, pero dóeme a sen», cuenta desde su casa, donde toma la medicación que le recetaron en el Clínico, junto con una advertencia: en caso de encontrarse mal, que acuda rápidamente al centro de salud.
El peligro de los nidos en tierra
Cajaraville, al que en la parroquia conocen como O vaquero por su emigración a Estados Unidos, aún tiene humor para comentar: «Nunca me vira noutra así, pero eu creo que despois desta xa non fai falta que me vacine máis para cousa ningunha». Más serio se pone para advertir del peligro de los nidos de velutina en la tierra, porque no se ven. Él mismo, que volvió ayer a la finca para observar el nido que rompió con el tractor, acabó la pasada semana con otra colmena de velutinas, en un nogal próximo a su casa.
Otro vecino de la parroquia lamenta la falta de efectividad de los avisos para erradicar nidos de esta avispa invasora, de forma que las alertas se reducen y los afectados intentan exterminarlos por su cuenta. Porque el problema de las velutinas, añade, sigue muy presente: «Aquí acaban con todas as colmeas de abellas. Non deixan nada. Ata comen a froita verde nas árbores», asegura.
Qué hacer al encontrar un nido de velutina: Mantener la calma, apartarse y notificarlo
Desde que la vespa velutina entró en Galicia hace ya una década, los meses estivales son siempre el apogeo en lo que a avisos se refiere. Este incremento comienza a partir de junio y es en el mes de agosto cuando se registran los mayores picos de alertas. Así lo explica Roberto Delgado, técnico forestal en Seaga (la empresa encargada de la retirada de nidos).
Porque a principios de julio cuando este insecto empieza a elaborar sus nidos secundarios. Hasta ese momento, la mayoría estaban todavía en los primarios, que tienen el tamaño de una pelota pequeña y se encuentran en el suelo o en lugares de poca altura. Los nidos secundarios los hacen en lugares más altos y alcanzan mayor tamaño.
La Voz de Galicia
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