«Aquí me conocen mucho. Yo creo que soy uno de los principales accionistas de Repsol por todas las bombonas que he pagado», bromea Ángel Rodríguez, uno de los dos concejales que el Partido Galeguista tiene en Padrón. Y es verdad que hay una cierta complicidad entre el edil y la encargada del negocio, a quien Ángel advierte de que alguien vendrá a recoger la bombona que está abonando. La persona que se la llevará, estuvo hablando hace un par de horas con él, explicándole por qué la necesita y por qué no la puede pagar. Ángel acudió al banco, sacó 25 euros de la cuenta del partido y abonó la bombona y luego pasó por un bar para pagar un bocadillo que, suponía, alguien que también había hablado con él, le había pedido. «Non, non. Por aquí non pasou», aclara la rapaza que está a cargo del bar. El dinero vuelve al bolsillo, aunque no tardará en salir.
«Aquí en el pueblo lo sabe mucha gente», explica Ángel sobre esta labor social que desarrolla junto a su compañero de corporación y de partido. «Si ahora nos hemos decidido a contarlo es porque estamos un poco quemados con la imagen que se está dando de los políticos. No todos somos iguales. Yo he visto mucha gente que ha entrado en política para hacer algo útil, para mejorar la vida de sus vecinos». La verdad es que corren malos tiempos para mantener de pie ese punto de vista. Así que lo mejor es predicar con el ejemplo. En un breve paseo por la villa de Cela, Ángel es parado una y otra vez. Unos le saludan, otros le piden, otros, ante mi presencia, le dicen: «Tenemos que hablar». «Soy muy silveiro. -admite el concejal- Me engancho con todos».
Espejos y señales
El origen de esta buena costumbre radica en el anterior mandato, cuando el partido decidió renunciar al cobro de dietas y comisiones: «La idea era que el dinero se dedicara a pequeñas cosas que pedían los vecinos: una señal, un espejo… Pero eso no ocurrió así que, al cabo de un año decidimos que sí cobraríamos y así al menos nosotros podríamos poner el espejo o la señal».
A poco más podían esperar ya que por asistencia a pleno se cobran 60 euros y 30 por comisión. En el 2011 sacaron dos ediles y los ingresos se duplicaron. Pero cuando empezaron a manejar fondos para ayudar fue cuando entraron en el equipo de Gobierno. Solo estuvieron 16 meses, pero les cundió. «Sobre todo porque acudir a una comisión de coordinación se paga a 400 euros. Y hay dos al mes. Llegamos a tener en la cuenta 11.000 euros».
Ángel se hizo cargo de la concejalía de Servicios Sociales y empezó a conocer más de cerca los problemas económicos de muchos de sus vecinos y la cuenta empezó a tener ya capacidad para soportar algunas peticiones más poderosas que una bombona. «Hay cosas de las que nos sentimos muy orgullosos. Como del vecino que nos pidió para sacarse el carné de camión ya que tenía la oportunidad de encontrar un empleo. Le prestamos el dinero, sacó el carné, consiguió el trabajo y nos devolvió el préstamo», cuenta orgulloso el concejal. Como esa tiene unas cuantas historias: la del rapaz que no podía ir a la excursión de fin de curso y su abuela le prometió que iría si aprobaba todas. Lo hizo y hubo excursión pagada con las dietas de los plenos.
El «concejalillo» de pueblo
Ángel entiende que mucha gente está afeando hasta límites impensables la imagen de los políticos, pero insiste en que no todos son iguales. «A los que queremos ayudar a la gente no nos gusta que nos hagan comentarios cuando nos cambiamos el coche, por ejemplo, o cuando nos ven en una terraza tomando un café. A mí tampoco me convencen los políticos profesionales, los que usan la puerta giratoria, pero sí creo que el concejalillo de pueblo puede hacer mucho por sus vecinos». Admite que otros colegas políticos le han llamado «parvo». Pero este edil hiperactivo no lo tiene en cuenta: «Lo importante es tener ilusión», concluye.
La Voz de Galicia