Cesures, supuesta capital arousana de las carreras de madrugada, muestra cicatrices de «arrancadas» protagonizadas por chavales e historias sobre apuestas a 500 euros
«Isto son caralladas de chavales, aquí estades perdendo o tempo». Son las cinco de la mañana del domingo. Un tipo embutido en su chaqueta de cuero habla con conocimiento de causa a las puertas de uno de esos pubs pegados al río Ulla que han ganado para Pontecesures un hueco destacado (aunque cada vez menor) en el olimpo de las eternas noches arousanas. Pepe, que no es su nombre pero podría serlo, es mecánico. Su desdén apunta al único indicio palpable de las supuestas carreras ilegales que, denuncian los vecinos del lugar con algún concejal al frente, se adueñan de la zona de marcha de Cesures cada fin de semana: cuatro largas manchas de goma quemada sobre el asfalto.
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