Jesús Vejo
José García
Valga, Cuntis y Rianxo se unieron ayer en el dolor en el entierro de Jesús Vejo Trigo de 43 años y José García Vázquez, de 22, fallecidos a mediodía del viernes al volcar el elevador en el que trabajaban a unos ocho metros de altura cuando reparaban un tejado de una de las naves de Extrugasa.
Las causas del accidente están bajo secreto judicial por lo que se desconocen los motivos por los que se desequilibró una máquina de casi treinta toneladas de peso y que solo se había elevado a un tercio de sus posibilidades, ya que está diseñada para trabajos de hasta 28 metros de alto, aproximadamente la séptima planta de un edificio.
De ahí que los familiares pidan celeridad para determinar qué ha fallado para que los dos operarios que trataban de instalar una red de seguridad salieran catapultados desde la canastilla de trabajo.
Por este motivo, la Confederación Intersindical Galega (CIG) anuncia que en esta semana se celebrarán movilizaciones en defensa de la seguridad laboral de los trabajadores, un aspecto que entienden está en entredicho.
«El pasado viernes, 5 de diciembre, pasó lo que nunca tenía que pasar», lamentan en este sindicato de corte nacionalista, al que había pertenecido uno de los trabajadores fallecidos, el soldador Jesús Vejo Trigo, de 43 años, que aunque es natural de Valga deja viuda y dos hijos gemelos de 9 años en Taragoña (Rianxo).
El sindicato expresa su absoluta «indignación» por este lamentable suceso que en opinión del secretario de Industria de la CIG, Jon Joseba Barturen, «nada ha tenido que ver con circunstancias fortuitas o por casualidad».
Subraya el sindicalista que en el último informe semestral publicado por el Ministerio de Empleo y Seguridad Social se indica que la siniestralidad laboral con resultado de muerte «se incrementó en el Estado en un 3,2% con respecto al mismo período del año anterior, y en el sector de industria, al que pertenecían los dos compañeros fallecidos, se eleva al 36%».
La CIG achaca este tipo de situaciones a la precariedad en el empleo y a la «mal llamada flexibilidad laboral» que ha provocado «falta de regulación de horarios, temporalidad y miedo a perder el medio de vida».
Faro de Vigo