Sandra tiene 50 años y una niña de 14 a su cargo // Está divorciada y no recibe dinero de su exmarido, que abandonó a la familia y dejó de pagar la hipoteca//Teme que el Santander la eche de su casa de Pontecesures
A sus 50 años, Sandra hace días que no se atreve a encender la televisión. El drama de las familias que pierden sus casas la golpea constantemente. Ella teme ser una de las próximas desahuciadas. «Duele mucho, no se lo deseo a nadie», asegura. Después de que su marido se marchase y la dejase sola con sus tres hijos, dos de ellos ya mayores pero una tercera de sólo 14 años, no ha vuelto a pagar las cuotas de la hipoteca. Ahora espera un milagro para que el banco no la eche de su piso y le siga reclamando los pagos. «Es lo más injusto, ¿cómo voy a sacar a mi hija adelante?», se pregunta.
Sandra llegó a España con sus hijos desde Brasil en 2001. Unos años antes, su marido había conseguido un trabajo como operador de grúa y ella esperó hasta que se les concedió la reagrupación familiar. En la casa entraba un sueldo superior a los 3.000 euros y decidieron comprarse un ático en Pontecesures. Costaba 88.000 euros, pero en la sucursal del Banco Santander les ofrecieron un crédito mayor, que aprovecharon para hacer los cinco un viaje a ver a la familia al otro lado del Atlántico. «Fuimos detrás de la ilusión, la pequeña casi no conocía a sus abuelos», recuerda Sandra. Pero llegó la crisis y su marido perdió el trabajo. «Hace algo más de un año, se marchó a Mozambique, nos abandonó y dejó de pagar las cuotas. En 2005 había sido diagnosticado por problemas de alcoholismo», explica Sandra. Tras conseguir el divorcio, la casa quedó a su nombre y con ella también la deuda.
«Nunca he dejado de hablar con el banco, pidiéndoles que me ayudaran, que me suspendieran los pagos hasta que yo pudiera respirar» explica. No encontró compasión. «Sólo me decían que tengo que pagar, tengo 50 años, no tengo experiencia laboral, no encuentro trabajo. Llegué a pedirles que me dieran trabajo para limpiar el banco y así poder pagar la hipoteca», explica Sandra. Sin más ayuda económica que la que le proporciona su hijo de 20 años que gana 600 euros al mes, Sandra afirma haber caído en la depresión y se culpabiliza de la situación. «Conozco un montón de gente que está desesperada, la mitad de las cosas no salen en los medios. Nadie sabe por lo que están pasando. Te habló por mí, cómo no vas a pensar en el suicidio si no ves ninguna solución».
STOP DESAHUCIOS.
Sin nadie que la aconsejara, sandra se atrevió a dar el paso y pedir ayuda a Stop Desahucios Compostela. Javier, el miembro de la plataforma que se encarga de su caso, explica que encaja a la perfección dentro de los requisitos del Código de Buenas Prácticas impulsada por el gobierno central hae unos meses y que el Banco de Santander ha rubricado. Sin embargo, por el momento la enhtidad financiera no acepta ni la dación en pago (la entrega del inmueble para saldar la deuda) ni un alquiler social, supuestos recogidos por el Código.
Javier explica que junto a los servicios sociales de Pontecesures ha comenzado a tramitarle a Sandra una renta de integración social de Galicia (RISGA) que le permitiría cobrar unos 400 euros mensuales. «Queremos que el banco acepte la dación en pago y un alquiler social por el 30% de los 400 euros», explica Javier. Pero de momento las negociaciones están estancadas y dede Stop Desahucios afirman que la entidad no se ha mostrado receptiva a sus demandas.
La semana pasada un tasador acudió a la vivienda de Sandra. «Puede ser por dos motivos, porque quieran iniciar una dación en pago o un proceso de subasta (con el que se inicia el desahucio), puede ser algo esperanzador o todo lo contrario», indica. «No sé que va a a pasar mañana, está en las manos de Dios y de los bancos», resume Sandra.
EL CORREO GALLEGO, 08/11/10