O
grupo municipal socialista de Pontecesures ven de rexistrar no concello
unha serie de medidas para paliar os efectos da crise provocada polo
COVID-Q19:
✅ Incentivos económicos para os establecementos que tiveron que pechar durante o confinamento, ou ben viron moi reducida a súa facturación. ✅ Adquisición de equipos de desinfección portátiles por ozono para a súa utilización en vehículos e instalacións municipais, taxis e negocios locais que así o requerirán. ✅ Suspensión durante un ano da taxa de terrazas, e paralelamente permitir o aumento dos espazos públicos para a súa colocación sen custe adicional. ✅ Creación dunha páxina web con información dos establecementos, así como promover a venda online. ✅ Adquisición de e-bonos para as familias máis desfavorecidas sin acceso a internet. ✅ Campañas de dinamización do comercio e hostelería locais. Pódese contemplar dar a coñecer os seus servizos, ou no caso do comercio, palntexar unha feria de stocks cando se poida levar a cabo. ✅ Dotación a todos os establecementos de xel hidroalcohólico. ✅ Actividades de formación dixital para a poboación. ✅ Incrementar a capacidade da rede wifi.
Consideramos que estas medidas e outras que se puideran levar a cabo, deberían ser discutidas e consensuadas entre as forzas políticas e outros representantes sociais, na procura dun plan que permita sair a Pontecesures canto antes da grave situación económica provocada pola pandemia.
A
Xunta, a través da Delegación Territorial de Pontevedra, leva
entregadas aos quince concellos das comarca de Deza, Tabeirós e Caldas
65. 900 unidades de protección individual nos distintos envíos que se
veñen de efectuar dende a plataforma loxística dende o inicio do decreto
do estado de alarma. Desde esa data, en total, a Xunta repartiu entre
os concellos da provincia máis de 419.324 unidades de protección para
loitar contra a pandemia.
Segundo informou o delegado
territorial de la Xunta en Pontevedra, José Manuel Cores Tourís, a
comarca de Caldas enviáronse un total de 20.020 luvas, 14.200 máscaras,
776 batas e traxes de protección e 298 produtos de desinfección, entre
outros elementos.
Por
concellos os envíos feitos nesta comarca foron como sigue: Caldas
recibiu un total de 4.984 unidades; Catoira 3.831; Cuntis 3.413; Moraña
4.166; Portas, 3.682; Pontecesures 3.931, e Valga un total de 5.686.
Por
su parte, en las comarcas de Deza y Tabeirós-Terra de Montes, se han
recibido de 21.460 luvas, 13.65 máscaras, 774 batas e traxes de
protección e 298 produtos de desinfección, entre outros elementos. Por
concellos, os envíos totales de unidades de protección son: Agolada
recibiu 3.879; Dozón 2.213; Lalín 5.798; Rodeiro 3.883; Silleda 4.658;
Vila de Cruces, 4.868; A Estrada 6.990 e Forcarei que recibiu 3.932.
Todo
este material de protección está sendo repartido por persoal dos
distintos municipios entre profesionais, locais, empresas e as distintas
veciñanzas.
A medida que se apliquen as distintas etapas da desescalada irán recibiendo máis material, informan.
Corrían los años sesenta cuando, con 18 años, Carlos Castaño puso los pies en las playas de Torremolinos. Era la primera vez que salía de su Padrón
natal y estaba fascinado. Pero ni los bikinis de las extranjeras, ni
los edificios, ni las paellas lograron deslumbrarlo tanto como el que en
aquel momento le pareció el invento del siglo: las tumbonas a pie de playa. Volvió a Padrón con la imagen de aquellas hamacas en la cabeza y, aunque nunca había pisado la playa de A Lanzada, se imaginaba montando unas así en ese arenal del que tanto hablaban sus vecinos.
En 1988, por fin, decidió ir más allá de su oficio de hostelero,
construir con sus manos y madera reciclada de la construcción unas
tumbonas y plantarse con ellas en el arenal de O Grove,
donde, por cierto, tuvo que explicarle a la alcaldesa para qué eran
aquellos asientos. Fue el primero en montar hamacas en Galicia. Así
inició su emporio turístico y así se ganó ser el rey de la tumbona.
Treinta años después, con un pie en la jubilación, sigue imbatible e
imparable, aunque el coronavirus quiera fastidiarle.
Durante años, Carlos Castaño centró su actividad empresarial en Galicia. En sus tumbonas se tomaba el sol en los arenales más visitados de las Rías Baixas, desde el sanxenxino Silgar a la playa América, el litoral de Baiona y, por supuesto, A Lanzada. Su empresa ofrecía hamacas, sombrillas, hidropedales y también se encargaba de los chiringuitos. Hubo veranos en los que contrató a 120 personas. Pero llegó un momento en el que Castaño y los suyos decidieron dar un paso atrás en Galicia -aunque siguen regentando chiringuitos en Silgar y A Lanzada-. Querían probar suerte en algún sitio donde la temporada fuese más larga. Así, hace seis años, dieron el salto a Canarias, donde hasta la llegada del coronavirus todo fueron buenas noticias.
Carlos Castaño estaba trabajando tanto en cuatro playas del centro de Lanzarote
como en tres arenales del sur de Tenerife. En total, tenía desplegadas
1.300 hamacas y 700 sombrillas, que se quedaron allí paradas tras el
estado de alarma. En marzo, estaban registrando una ocupación del 60 %, aunque a estas alturas sería del 75 %.
Teniendo en cuenta que cobran cuatro euros por el alquiler diario de
cada hamaca y otros tantos por el de la sombrilla, las cuentas de lo que
dejaron de ganar están claras.
El futuro, optimista pese a todo
Pero Castaño tiene claro que lo peor no son estos meses, sino el futuro: «Penso que a recuperación en Canarias vai ser máis lenta, porque o seu turismo é en grandísima parte estranxeiro. Sei de cadeas de hoteis que xa non prevén abrir ata 2021», dice.
El parón en la actividad ha llevado a Castaño a solicitar dos ERTE para sus empresas. Y, actualmente, sus esperanzas empresariales residen bastante más en el verano gallego que en el canario. Aquí ,el pasado año, regentó tanto los chiringuitos y servicios de A Lanzada como los de Silgar. Este año, en teoría, tocaría volver a concursar para ver si se los adjudican o no. Pero de momento no hay noticias de esas convocatorias. Si se le pregunta a Castaño, cree que en Galicia el verano de las Rías Baixas seguirá rugiendo, aunque sea bajo mínimos. «En Silgar, por exemplo, vai seguir habendo xente porque aquí moitos veraneantes teñen a súa casa e van vir. Creo que os servizos se poden adaptar para traballar con seguridade. Toca ser optimistas», indica mientras, aprovechando el confinamiento, le da retoques al museo de la tumbona que construye en su casa a imagen y semejanza de todo lo que hizo en su vida: con su imaginación, sus ganas y sus propias manos.