La alerta llegó a Valga cuando el incendio se propagó desde Saiar (Caldas) hasta Catoira. Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, y así fue. En todos los puntos del Baixo Ulla a los que llegaron las llamas se repite el mismo parecer: nadie se imaginaba el fuego encima de las casas. Pero, no por ello, dejaron de prepararse. El coordinador del Grupo de Emerxencias Supramunicipal de Valga, José Manuel Otero, comenzó a organizar las labores de extinción por si el viento seguía impulsando las llamas por la comarca. A las 22.00 horas del domingo ya estaban en la parroquia de Setecoros, cerca de la iglesia. Fue el punto de Valga donde más corrió la alarma. «O fogo chegou a uns cen metros das casas», explica. A la hora de organizarse y comenzar la lucha contra el fuego se encontraron con un problema: herramientas como el camión que dispone el GES estaban desplazadas en otros de los puntos en los que se necesitaron refuerzos. Valga fue unos de los últimos concellos en resultar afectado y los recursos de extinción estaban, a última hora de la tarde, diseminados. Hubo que apañarse y no tardaron en disponer del tractor de la comunidad de montes de San Miguel y otros dos de particulares. Para suplir la ausencia de su camión, el de Cuntis se desplazó hasta Valga para sumar fuerzas. «Despois tamén nos mandaron o noso», explica Otero, más conocido como Caamaño. Una treintena de personas, entre integrantes de distintas agrupaciones de Protección Civil y vecinos, se sumaron a la labores. «Foi unha xornada realmente difícil», señala Otero. Al foco principal, entre el domingo noche y ayer, se le sumaron otros cuatro. Un total de cinco puntos (repartido entre Setecoros y Cordeiro) a vigilar y varios bulos y falsas alarmas que enredaron las cosas. Casi sin dormir, ayer tocó continuar con las labores de riego y de asegurar perímetros.
Pozos de agua.
Una de las claves en la prevención fue tener localizados los pozos en los que suministrarse. A diferencia de otros puntos, la falta de agua no fue un problema en Valga. Un pozo en San Miguel, otro dos en el monte y el propio río les sirvieron para recargar. Las llamas, por su parte, quedaron ayer controladas. La imagen a plena luz del día fue aterradora. «Da pena ver esto. El domingo no se veía nada, comprobar la magnitud fue un palo», indica Caamaño.
El camión del GES estaba en Saiar y tuvieron que pedir que les prestasen el de Cuntis.
La Voz de Galicia