El ADIF sopesa una parada en Valga, que lleva viendo circular ferrocarriles desde que el primer convoy de Galicia se puso en marcha, en 1873, sin ninguna escala
Por alguna razón, la Real Sociedad del Ferrocarril Compostelano de la Infanta doña Isabel de Santiago al Puerto de Carril, agotador nombre de la entidad que en 1873 inauguró la primera línea de tren de Galicia, obvió completamente al municipio de Valga. Alguien apuntará que nada más adecuado, para un concello bañado por el río Ulla, que ser orillado. Pero, más allá de las ocurrencias, este olvido se ha mantenido intacto durante 150 años en los que sus vecinos han padecido todas las molestias derivadas de la presencia del camino de hierro en su territorio, incluyendo varios trágicos accidentes, sin poder aprovechar uno solo de sus beneficios. Situación que parece estar a punto de mudar gracias a la creación de un apeadero, tal y como el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF) ha transmitido a su alcalde, José María Bello Maneiro.
En realidad, lo que el veterano regidor reveló ayer es que el operador ferroviario ha encargado al Ineco —la sociedad mercantil estatal de ingeniería y consultoría del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana para todo lo que tiene que ver con la movilidad y la digitalización— un estudio para evaluar si esa escala en Valga es factible. Puede no parecer mucho, pero, frente a un silencio que ha durado centuria y media, es bastante.
Para animar al ADIF en sus deliberaciones, el Concello arousano promoverá una campaña de recogida de firmas en apoyo de la iniciativa, que será elevada a la Consellería de Infraestruturas e Mobilidade de la Xunta, así como a la Delegación del Gobierno en Galicia, en busca de su plácet. El pleno de la corporación municipal se manifestó por unanimidad, en su momento, a favor de implantar un servicio de proximidad en el municipio arousano.
Suceda lo que suceda con su apelación institucional, las aspiraciones de Valga cuentan ya con un respaldo decidido desde el ámbito sindical. Antón Conde, secretario xeral del Sector Ferroviario de Comisiones Obreras, se reunió ayer con Bello Maneiro y con diferentes agentes sociales del municipio para analizar los últimos avances en una reivindicación cuyo peso lógico resulta difícilmente rebatible. «Como é posible que o tren pase por Valga sen deterse, obrigando a poboación que queira utilizar este medio de transporte a desprazarse a outras vilas?», se pregunta el regidor popular.
Paradas de aquel primer tren
Nadie de quienes pusieron en marcha el ferrocarril en Galicia —impulsada por el extinto Ayuntamiento de Carril y la Sociedad de Amigos del País, en el accionariado de la compañía que implantó aquella línea se mezclaban prebostes del país, inversores ingleses y emigrantes en Cuba— está vivo para despejar el interrogante del alcalde de Valga. A falta de razones, lo único que puede hacerse es recordar lo que sucedió. El trayecto inaugural del tren galaico se llevó a cabo el 15 de septiembre de 1873, un lunes, para más señas. Los trabajos que lo hicieron posible se extendieron a lo largo de doce años y comportaron la creación de dos buenos túneles y un par de viaductos para salvar el Sar y el Ulla.
Aquellas vías, que la legendaria locomotora Sarita recorría en algo menos de dos horas, comunicaban las estaciones de Cornes, en el Ayuntamiento de Conxo (hoy absorbido por Santiago) y Carril, cuya fusión con Vilagarcía y Vilaxoán data de 1913. Además de los puntos extremos del recorrido, en sus 42 kilómetros se disponían cinco escalas: Casal, Osebe, A Escravitude, Padrón, Pontecesures y Catoira. A pesar de que los raíles atravesaban las parroquias de Cordeiro y Campaña, a nadie pareció ocurrírsele que también Valga merecía una parada. Sí se conoce la intención de sus promotores de que la línea se detuviese en Cesures, pretensión que fue descartada por irrealizable. A partir de Padrón, el trazado es, en lo esencial, el mismo que entonces.
Conde aporta un argumento —«resulta paradoxal que se destinen inxentes recursos económicos para mellorar a alta velocidade mentes o trazado da liña convencional non dispón aquí dunha parada para carga e descarga de mercadorías nin dun apeadeiro para viaxeiros»— tan irrebatible como contemporáneo.
De Cornes a Carril, historia del primer tren
El primer tren español había estrenado las vías de La Habana —aunque en pleno ocaso, el marchito imperio sabía dónde estaba el negocio— mucho antes, en 1837. En 1848 lo hizo entre Barcelona y Mataró el convoy que inauguraba la era del ferrocarril en la España peninsular. Galicia tuvo que esperar al 15 de septiembre de 1873; un lunes, para más señas. Con la óptica que proporciona el tiempo, aquel hito que acaba de cumplir 148 años adquiere trazos de analogía del propio país que lo alumbró. Un detalle: la línea, que en lo esencial sigue siendo la misma que los regionales recorren hoy a orillas de la ría de Arousa, unía dos municipios que ya no existen. Carril, absorbido por Vilagarcía en 1913, y Conxo, fagocitado por Santiago en 1925.
La Voz de Galicia