A Xunta enviou 3.391 máscaras ao Concello de Pontecesures.

A Xunta, a través da Delegación Territorial de Pontevedra, leva entregadas aos quince concellos das comarca de Deza, Tabeirós e Caldas 65. 900 unidades de protección individual nos distintos envíos que se veñen de efectuar dende a plataforma loxística dende o inicio do decreto do estado de alarma. Desde esa data, en total, a Xunta repartiu entre os concellos da provincia máis de 419.324 unidades de protección para loitar contra a pandemia.

Segundo informou o delegado territorial de la Xunta en Pontevedra, José Manuel Cores Tourís, a comarca de Caldas enviáronse un total de 20.020 luvas, 14.200 máscaras, 776 batas e traxes de protección e 298 produtos de desinfección, entre outros elementos.

Por concellos os envíos feitos nesta comarca foron como sigue: Caldas recibiu un total de 4.984 unidades; Catoira 3.831; Cuntis 3.413; Moraña 4.166; Portas, 3.682; Pontecesures 3.931, e Valga un total de 5.686.

Por su parte, en las comarcas de Deza y Tabeirós-Terra de Montes, se han recibido de 21.460 luvas, 13.65 máscaras, 774 batas e traxes de protección e 298 produtos de desinfección, entre outros elementos. Por concellos, os envíos totales de unidades de protección son: Agolada recibiu 3.879; Dozón 2.213; Lalín 5.798; Rodeiro 3.883; Silleda 4.658; Vila de Cruces, 4.868; A Estrada 6.990 e Forcarei que recibiu 3.932.

Todo este material de protección está sendo repartido por persoal dos distintos municipios entre profesionais, locais, empresas e as distintas veciñanzas.

A medida que se apliquen as distintas etapas da desescalada irán recibiendo máis material, informan.

El Correo Gallego

Padrón y Pontecesures, dos pueblos separados por una desescalada provincial.

El alcalde del primer municipio afirma que «no tiene encaje que un padronés pueda viajar hasta A Coruña o hasta Cariño, municipios que quedan a 100 kilómetros, y no puedan cruzar a 200 metros».

Un vecino de Pontecesures pasa hacia Padrón, al otro lado del puente este jueves. Padrón y Pontecesures son dos municipios gallegos con una gran vida conjunta que están separados por un puente romano sobre el rio Ulla y durante la desescalada, su unidad se podría ver alterada por la división provincial: el primero pertenece a A Coruña y, el segundo, a Pontevedra.

Padrón y Pontecesures son dos municipios gallegos con una gran vida conjunta que están separados por un puente romano situado sobre el río Ulla. En la desescalada, su unidad se podría ver alterada por la división provincial, con consecuencias negativas tanto para el comercio como para sus habitantes, ya que el primero pertenece a A Coruña y el segundo, a Pontevedra.

«Espero que finalmente impere el sentido común y esta medida se eche atrás», ha declarado a Efe el alcalde de Padrón, Antonio Fernández Angueira, que considera que el municipio es el «centro neurálgico» de la comarca, además de núcleo «comercial, industrial, administrativo y sanitario».

«No tiene encaje que una persona de Padrón, limítrofe con Pontecesures, pueda viajar hasta A Coruña o hasta Cariño, municipios que quedan a 100 kilómetros, y no puedan cruzar a 200 metros», explica.

El alcalde considera que habría que establecer otro tipo de áreas, porque en algunos casos «únicamente juega el azar», ya que depende de si los municipios están situados en el centro de la provincia o en zonas limítrofes.

«No se puede gobernar a 600 kilómetros de distancia y establecer las mismas medidas para todos, porque esa igualdad no deja de ser una discriminación en situaciones distintas», apunta Fernández Angueira, que señala que, mientras Madrid es uniprovincial, hay comunidades autónomas, como Galicia, que tienen características muy distintas.

Además, esta división supone para el alcalde un lastre en los servicios ciudadanos, pues en Padrón está ubicado el grupo de emergencias supramunicipal, que incluye otros municipios como Valga o Catoira, por lo que ve las áreas sanitarias como una buena medida territorial para la desescalada.

En caso de que la desescalada sea provincial definitivamente, los habitantes de muchos pueblos cercanos a Padrón, pero que están en la provincia de Pontevedra, no podrían realizar sus compras en la localidad coruñesa y, por lo tanto, deberían buscar esos servicios en su provincia, aunque ello suponga recorrer muchos más kilómetros.

«Por un lado se está perjudicando a Padrón económicamente e industrialmente y a los vecinos de otros municipios se les está quitando un servicio que podrían tener a tres kilómetros, además de obligarlos a desplazarse a lo mejor a 60 kilómetros dentro de la misma provincia para tener el mismo resultado», explica Fernández Angueira.

Así lo ven también los comerciantes del mercado de abastos de la localidad, que piensan que perderán muchos clientes si se corta el tránsito entre Pontecesures y Padrón.

«Así como gente de Santiago no viene, por los kilómetros, aunque esté en la misma provincia, de Pontecesures tenemos muchos», explica Mari Carmen, que trabaja en una frutería y que entiende que no puedan ir los de Pontevedra, pero no gente cuya localidad está a poca distancia.

Lo mismo afirma Luis, que asegura que a la carnicería en la que trabaja acude mucha gente de pueblos limítrofes y añade que si se aplica la desescalada por provincias, podrían perder entre un 30 y un 40 % de la clientela.

En Pontecesures, pueblo de no más de 3.000 habitantes y con servicios limitados, opinan igual, pues Ángel, encargado de una librería, asegura que, aunque la mayoría de sus clientes son del lado pontevedrés, podría perder en torno a un 30 % de clientes.

Para el alcalde de esta localidad, Juan Manuel Vidal, el hecho de hacer una división insular o provincial «desbarata un poco la simbiosis que llevamos todos los ayuntamientos del contorno», por el mero hecho de una división administrativa «sin demasiado buen criterio».

«Estamos enclavados en la comarca del Ulla, una comarca en la que están solapados muchos servicios y en la que compartimos tradiciones, mercados e infinidad de puntos en común», afirma, y añade que la situación es «casi cómica» porque vecinos a los que separan 200 metros no podrían casi «ni darse los buenos días» o incluso algunos, para poder bajar al caso urbano, «tendrían que cruzar campo a través» para no cruzar los límites provinciales.

«Lo menos lesivo sería hacer una división comarcal, pero no tirar de divisiones administrativas de principios del siglo XIX», apunta.

Y es que, tal y como opina el presidente de la Asociación de Empresarios de Padrón, Simón Barreiro, en situaciones como ésta es necesario que todos «arrimen el hombro» y que las empresas y comercios se ayuden los unos a los otros para salir adelante, en lugar de establecer fronteras «sin lógica».

«Es una rueda en la que si uno deja de empujar, pues nos repercute a todos. Tenemos que ayudarnos unos a otros», afirma Barreiro, que a pesar de que considera que las decisiones políticas que se toman «no son fáciles», podría haber más concreción, ya que «sale una medida y según la repercusión que tiene se modifica», lo que genera «incertidumbre y desconfianza».

El Correo Gallego

Brotan en Herbón los primeros pimientos de la mano de Carmucha.

Carmucha Lago con su hijo José Manuel y su nieto Alejandro en uno de los invernaderos de cultivo.

Es primero de mayo y arranca la temporada del pimiento en Herbón, si bien algunos productores de esta parroquia padronesa ya recogieron los primeros frutos hace unos días. En tierras de Carmucha Lago Rivera, maestra pementeira, brotaron los primeros ejemplares en medio de la pandemia del coronavirus, que a pesar de sus consecuencias desastrosas para toda la sociedad no pudo con este fenómeno de la naturaleza. No obstante, todo apunta a que la crisis sí hará mella en la capaña del pimiento. O al menos eso es lo que prevén en Pementos Carmucha: “Con los restaurantes y bares sin actividad y sin turistas es evidente que va a pasar factura”, señalan, antes de apuntar que el 80 % de sus clientes proceden del sector hostelero. Indican que con la llegada del buen tiempo la producción irá a más y el fruto estrella de Herbón potenciará su sabor. El excedente de Carmucha, que cuenta con el sello de Galicia Calidade, se destinará a sus otros tres artículos culinarios de gran éxito: el pimentón, la mermelada y el queso de Friol con pimentón. Por cierto, en esta edición no fue el rey Felipe VI el primero de los mortales en degustar los pimientos de Herbón, sino que los disfrutó la familia Ferro Lago y algunos amigos a los que quisieron obsequiar con una generosa prueba.

El Correo Gallego

Pulpería Rial se reinventa en su apuesta por la venta a domicilio.

Como otros muchos negocios que se han visto obligados a cerrar sus puertas y aplicar un ERTE a los trabajadores tras decretarse el estado de alarma por el covid-19, Pulpería Rial no ha querido permanecer inactiva. La suspensión de la Pascua y la Pascuilla dejó a los padroneses sin fiesta pero no se quisieron quedar sin la tradición de comer el pulpo. Así, y tras la avalancha de peticiones para que vendiera sus ricas raciones a domicilio, la empresa familiar, y por iniciativa del único trabajador de momento en activo, el encargado, Juan José Santana, se inició la venta a domicilio de las tradicionales raciones de pulpo, calamares y raxo. Hoy el negocio on-line ha ido creciendo y ya se ofrecen otras raciones y menús del día.

“La idea surgió con un doble objetivo, ayudar a la economía del negocio y, por otro, facilitar a la clientela que siguiera con la tradición de comer el pulpo en Pascua pero sin tener que arriesgarse al contagio, llevándoselo a su domicilio”. Y fue el propio Santana, que lleva 14 años trabajando en la empresa familiar de los Rial, quien se encargó de llevar los pedidos que se hacían a traves de WhatsApp (608359512) y en horarios cerrados: de 13.00 a 14.30 horas y de 21.00 a 22.30 horas.

El incremento de la demanda durante las “no fiestas” les permitió, ademas, contratar los servicios de O Búho, una empresa de reparto de la zona. Y es que Pulpería Ríal no solo reparte en Padrón y el resto de concellos de la comarca de O Sar (Rois y Dodro) sino que su clientela se extiende desde Santiago a Rianxo, pasando también por las localidades de Pontecesures y Valga. “Todo empezó por iniciativa del encargado. Mis padres tenían mucho dinero invertido en mercancía para las fiestas de Pascua y el cierre obligado fue un golpe muy duro, así que poder haber dado servicio en la Pascua alivia algo”, explica Begoña Rial, hija de los dueños y fundadores de la pulpería, José Manuel Rial y Lydia Angueira.

“Empezamos con el pulpo, los calamares y el raxo, pero ahora ya hemos ampliado la oferta y también damos croquetas caseras, jamón asado y tortilla. También desde hace poco, y para dar servicio a gente que ha tenido que seguir trabajando o ha vuelto al trabajo, ya ofrecemos menús del día”, cuenta la pequeña de la saga familiar.

Un menú del día compuesto por dos platos y que cuesta ocho euros más los gastos de envío. Si es en la villa y proximidades se pagan tres euros, pero si el pedido es para Santiago o Rianxo, por ejemplo, hay que pagar a mayores ocho euros.

También se puede elegir, si se quiere, solo un plato del menú, con lo que el precio baja hasta los seis euros.

“Ahora y desde hace unos días los clientes también pueden recoger su pedido en el establecimiento. Hay una mesa que separa al vendedor del cliente”, explica Begoña

Las ofertas de menús, raciones y bocadillos se pueden ver a diario en las redes sociales de Pulpería Rial: Facebook, Twiter e Instagram Estos días ofrece un plato especial con motivo de la celebración mañana domingo del Día de la Madre: carne ao caldeiro.

Visita obligada.

Pulpería Rial es uno de los negocios hosteleros familiares más emblemáticos de Padrón, lugar obligado de parada y visita los domingos de mercadillo para ir a comer el pulpo.

Abrió sus puertas, de la mano de Lydia Angueira y José Manuel Rial, el 11 de febrero de 1983, hace ya treinta y siete años, en la plazuela de Traviesas de la localidad coruñesa de Padrón.

El Correo Gallego

Las villas muestran la belleza de unas calles desnudas.

Padrón, Brión, Pontecesures, Valga, Caldas, Cuntis o A Estrada ven como el bullicio dejó paso al silencio.

No solo las grandes ciudades o los núcleos urbanos más importantes del territorio gallego quedaron huérfanos de actividad. Barrios, zonas rurales, polígonos industriales o incluso las llamadas ciudades dormitorios también comprobaron como el confinamiento se llevó por delante el movimiento de vehículos o personas. Las villas más cercanas a Compostela no son ajenas a esta situación. Padrón, Brión, Pontecesures, Caldas de Reis, Cuntis o A Estrada viven momentos de silencio y de un recogimiento obligado por el confinamiento que deja al descubierto sus calles, como si quedaran desnudas, despojadas de ese ropaje que aporta el bullicio, el ruido, las carcajadas o simplemente las conversaciones entre los vecinos. Y en esa desnudez quedó al descubierto la belleza de unos rincones que ahora se pueden apreciar en todo su esplendor. Desde el Espolón padronés al santuario de Santa Minia brionés, de la interminable recta de la rúa San Lois cesureña al consistorio de Valga, de las preciosas zonas verdes de Caldas de Reis al balneario de Cuntis sin olvidarse de la alameda estradense. Y ese cambio de una vida frenética a la tranquilidad más absoluta ofrece más de un descubrimiento. Nadie es ajeno a unos hechos que pueden ayudar a apreciar lo propio, a encariñarse con aquellos lugares cercanos que ahora se pueden contemplar de una forma diferente, desde otro punto de vista. Una calle sin vida no es igual que cuando está en plena actividad pero no por ello es menos bella. Al contrario, en algunos casos, incluso muchos, sale ganando.

El Correo Gallego

Pachita: “Por encima de todo está la vida y es lo único que no se puede recuperar”.

Lo suyo es sólo mirar para adelante, descifrar cuál deber ser el siguiente paso, el más seguro, el más veloz; empaparse de la libertad de lo infinito, sin restricciones de espacio, sin vallas, sin más norma que perseguir la meta con uno mismo como guía, compañero, como motivador… y todo eso también lo ha perdido a día de hoy.

Loís Rodríguez Pachita es corredor de trail, un deporte que se define a sí mismo como: una carrera pedestre abierta a todos, en un entorno natural (montañas, desierto, bosque, llanura…), con el mínimo asfalto posible (no debe superar el 20 % del recorrido total), por un camino que puede ser variado (caminos, senderos, pistas…) y con una ruta que debe estar debidamente marcada. Además, idealmente, pero no necesariamente, en autosuficiencia o en semi autosuficiencia y que se llevará a cabo con respeto de la ética deportiva, la lealtad, la solidaridad y el medio ambiente. Y es que solo comprendiendo el qué, se puede entender al quién.

“Mi vida sin duda como la del resto del planeta ha cambiado totalmente, deportivamente he pasado de un rutina de entrenamientos de 5-6 días a la semana haciendo unos 100-120 kilómetros, a no poder salir ni a trotar 2 minutos, por lo que físicamente es algo complicado”, detalla el padronés.

“Pero lo peor viene en el plano psicológico ya que nadie te prepara para algo así, para pasar de tenerlo todo a estar encerrado las 24 horas”, lamenta.
Su día a día ha variado mucho en el último mes y medio. “Personalmente mi rutina ahora básicamente se basa en ir a trabajar, en ver series y pelis, ir a la compra una vez a la semana e intentar no volverme loco por no poder entrenar ni ver a mi familia y amigos”, asume.

Hambre de competir. Pachita reitera que “echo mucho de menos entrenar”. “Ahora mismo sólo puedo hacer elíptica, que me aburre bastante, pero menos da una piedra. También realizo algo de ejercicios de core y poco más”, porque lo que realmente extraña este corredor de trail es “salir por la mañana temprano y echarme 3, 4 o 5 horas por la montaña, respirar aire puro, escuchar el silencio, disfrutar de tu propia compañía y despejar la cabeza de todos los problemas del día a día”.

“Extraño competir, sentir ese nerviosismo la noche antes, la adrenalina subiendo justo antes del pistoletazo de la salida mientras hablas con tus compañeros-rivales”, describe.

De ahí que no dude de que “en cuanto me suelten la correa me calzaré mis zapatillas, llenaré mi mochila y me perderé todo un día por el Barbanza o por donde sea, pero lejos de esta pesadilla”. “Estamos en contacto los traileros por las redes sociales e incluso a través de GZ Trail se están llevando a cabo entrevistas a diferentes corredores y organizadores de carreras del panorama gallego”, aporta.

Solidaridad. Sin embargo, aunque con pena por no poder salir a correr, acepta las razones del confinamiento: “En cuanto al deporte en general creo que las medidas adoptadas son las adecuadas ya que hay un riesgo enorme de contagio en cualquier disciplina. Hay deportistas que no lo entienden y presionan (como en el fútbol) para no perder dinero sin ser conscientes de que por encima de todo está la vida humana y es lo único que no se puede recuperar. El dinero sí”.

De ahí su mayor lamento: “Bajo mi punta de vista la insolidaridad que está mostrando parte de la población hace que la situación esté lejos de mejorar. Los escraches a sanitarios o personal de supermercados son algo deleznable y que deja en evidencia la sociedad en la que vivimos. Si a ello le sumamos la desastrosa gestión del Gobierno y oposición deja bien claro que lo que mal empieza, mal acaba y ahí están las cifras de muertes que no mienten”.

“Desde aquí insto a todo el mundo a que tenga más empatía y que sea más solidaria”, redunda… “pero sobre todo QUEDAOS EN CASA”. 

El Correo Gallego