La primera plantilla de ferroviarios gallegos que hicieron funcionar la línea.
La línea Cornes-Carril echó a andar en 1873, dos años antes que la de A Coruña.
Actos del 150 aniversario que se celebran en la antigua estación de Cornes en Santiago, hoy Casa de las Asociaciones:
-A las 10:30 inauguración del monolito conmemorativo de la exposición temática sobre esta línea férrrea.
-A las 19:30 horas. presentación por el Consorcio de Santiago y la Editorial Alvarellos del libro de Tomás Cavanna Benet «Historia del primer ferrocarril gallego del tren de Rosalía».
Hay que incidir en la importancia de esta efemérides. Esta línea resultó y resulta fundamental para Pontecesures, Padrón y comarca. El mantenimiento del trazado inicial fue un logro transcendental. Ahora hay que seguir insistiendo en las mejoras (electrificación, mantenimiento de estaciones, venta de billetes en las mismas, mobiliario urbano, información con paneles, etc…). Seguir contando con un servicio ferroviario de proximidad y mejorarlo es fundamental.
Fue una jornada con múltiples retrasos en convoys con paso por la capital gallega
Usuarios del ferrocarril señalaron ayer que el tren regional 12457, que debía partir de Santiago hacia Vilagarcía a las 18 horas, fue suprimido por una avería y sustituido por dos autobuses. Señalan que ayer fue una jornada prolífica en retrasos de trenes, el más importante de 34 minutos en el 04145 con paso por Ourense y Santiago y destino final en A Coruña. Además, se están registrando trenes completos en trayectos como los de Santiago a Pontevedra y de A Coruña a Santiago, lo que prueba que faltan plazas para cubrir la demanda, concluyen.
• A candidata tamén amosou o seu apoio á creación dun apeadoiro ferroviario que favoreza a mobilidade na zona: “Fixar poboación no rural require de servizos e o apeadoiro daría aos veciños de Valga e doutras localidades da contorna facilidades para a mobilidade, permitíndolles prescindir de vehículos privados, reducindo a contaminación e os accidentes”.
A candidata ao Congreso, Ana Pastor, visitou esta mañá en Valga as instalacións da empresa Extrugasa, referente do sector do aluminio, que xera oportunidades e máis de 800 postos de traballo, e exporta a todo o mundo. Un referente a nivel galego, sinalou Pastor, e un exemplo do que o PP propón para o futuro desta provincia a partir do 23 de xullo: “máis tecido industrial e oportunidades, menos impostos e reducir toda a carga burocrática e administrativa á que teñen que facer fronte as empresas, para que compañías como Extrugasa poidan seguir crecendo”.
Durante a visita, Ana Pastor estivo acompañado polo xerente da empresa, do alcalde de Valga, José María Bello Maneiro, da secretaria provincial do PP, Luisa Piñeiro, e dos tamén candidatos ao Congreso, Juan Andrés Bayón, Sara Martínez e Carmen Gómez. Apostou por ofrecer seguridade xurídica que facilite a actividade empresarial e emprendedora, que contribúa a xerar emprego e oportunidades, unha seguridade que a partir do 23 de xullo, sinalou, pode ofrecer un Goberno do Partido Popular liderado por Núñez Feijóo.
Na súa visita a Valga, Ana Pastor tamén puxo de manifesto o seu apoio á creación dun apeadoiro ferroviario que favoreza a mobilidade na zona. A candidata lembrou que esta é unha vella demanda do Concello que ela persoalmente e o Partido Popular respaldan dende hai anos. Lembrou, neste sentido, que esta obra estaba recollida no Protocolo de Colaboración que en 2016 asinaron o Concello de Valga e o Ministerio de Fomento sendo ela ministra.
Ana Pastor lamentou que dende entón non se teña avanzado nada nesta actuación, que sería de gran importancia para Valga. “Fixar poboación no rural require de servizos e o apeadoiro daría aos veciños de Valga e doutras localidades da contorna facilidades para a mobilidade, permitíndolles prescindir de vehículos privados, reducindo a contaminación e os accidentes. Estudantes que teñen que desprazarse ás cidades para estudar na Universidade, pacientes que deben acudir a hospitais, entre outros, serían usuarios do ferrocarril se o tren parase en Valga, como vén demandando o Concello. Ademais, dos centos de empregados que a diario se trasladan a este municipio para traballar nas importantes fábricas existentes. Extrugasa, que hoxe visitamos, é un exemplo. Esta vila é unha potencia empresarial e merece uns servizos que estean á altura”.
Modernizar la red ferroviaria de cercanías para unir Vilagarcía con Valga, Catoira, Pontecesures y Padrón es el mejor proyecto en el que puso pensar del ADIF en este momento de promoción de unos de los medios de transporte más eficientes y a la vez veloces en boga.
Quizá sean los 15 millones de euros mejor invertidos en infraestructuras pues cuando se complete la electrificación del trazado, se construyan o se renueven apeaderos en Valga y Pontecesures o se eliminen los pasos a nivel todavía existentes, se habrá conseguido un objetivo tantas veces demandado por las poblaciones que atraviesa.
La apuesta por este medio de transporte demuestra que hay veces en que la administración actúa con inteligencia, es decir en beneficio de los ciudadanos que demandan servicios eficientes en otros lugares de la piel de toro, a los que se dejará de tener sana envidia.
Y por tanto solo queda aplaudir a quien se dio por enterado que era un absurdo que un ciudadano de Valga o de Pontecesures tuviera que que retroceder una veintena de kilómetros para ir a Santiago o a A Coruña, también a Madrid, kilómetro cero de las comunicaciones ferroviarias nacionales e internacionales, pues es la comunicación con el resto de Europa.
A la vez que brindará una oportunidad que no podía dejar perder, a saber las conexiones internas, las de proximidad, que también son necesarias para ir al médico, al notario o al hipermercado si les hace falta a los vecinos.
La verdad es que ha sido un acierto que aparezca publicado este anuncio en el BOE, vamos que tenga carácter oficial, básicamente porque así, al menos, se despejan las dudas sobre el futuro de este histórico trazado con el que se inauguró la primera línea del ferrocarril gallego hace ciento cincuenta años, como se recordará se inauguró en 1873.
Una historia, por tanto, que finalmente evoluciona con los tiempos, pero que a la vez aleja el fantasma de su conversión en otra Vía Verde, simplemente para pasear, que no hace tanto tiempo eliminó estaciones como la de Portas y la posibilidad de crear una conexión eficiente en la comarca hacia Pontevedra y Vigo, por poner algunos ejemplos.
En suma, los 15 millones caídos del cielo que más a beneficiar a una comarca de adolecía de futuro industrial precisamente porque las infraestructuras existentes son menos eficaces que las que se desarrollan en otras localidades y comarcas de la península.
Aprovechar esta oportunidad a a ser clave para todo O Salnés/Ullán pues, sobre todo, va a disponer de una oferta de transporte público del mismo nivel que ciudades del cinturón de Barcelona, Madrid o Valencia.
Y todo ello con más ventajas añadidas pues su continuidad queda garantizada con la electrificación, lo que además de menor contaminación en una zona especialmente sensible, supone rapidez y también que se garantice su supervivencia una vez de desaparezcan y que las llamadas «locomotoras diésel» pasen a los museos.
Que aúnpor diseñar la intermodalidad, pero Arousa consigue subirse al tren.
El ADIF sopesa una parada en Valga, que lleva viendo circular ferrocarriles desde que el primer convoy de Galicia se puso en marcha, en 1873, sin ninguna escala
Por alguna razón, la Real Sociedad del Ferrocarril Compostelano de la Infanta doña Isabel de Santiago al Puerto de Carril, agotador nombre de la entidad que en 1873 inauguró la primera línea de tren de Galicia, obvió completamente al municipio de Valga. Alguien apuntará que nada más adecuado, para un concello bañado por el río Ulla, que ser orillado. Pero, más allá de las ocurrencias, este olvido se ha mantenido intacto durante 150 años en los que sus vecinos han padecido todas las molestias derivadas de la presencia del camino de hierro en su territorio, incluyendo varios trágicos accidentes, sin poder aprovechar uno solo de sus beneficios. Situación que parece estar a punto de mudar gracias a la creación de un apeadero, tal y como el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF) ha transmitido a su alcalde, José María Bello Maneiro.
En realidad, lo que el veterano regidor reveló ayer es que el operador ferroviario ha encargado al Ineco —la sociedad mercantil estatal de ingeniería y consultoría del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana para todo lo que tiene que ver con la movilidad y la digitalización— un estudio para evaluar si esa escala en Valga es factible. Puede no parecer mucho, pero, frente a un silencio que ha durado centuria y media, es bastante.
Para animar al ADIF en sus deliberaciones, el Concello arousano promoverá una campaña de recogida de firmas en apoyo de la iniciativa, que será elevada a la Consellería de Infraestruturas e Mobilidade de la Xunta, así como a la Delegación del Gobierno en Galicia, en busca de su plácet. El pleno de la corporación municipal se manifestó por unanimidad, en su momento, a favor de implantar un servicio de proximidad en el municipio arousano.
Suceda lo que suceda con su apelación institucional, las aspiraciones de Valga cuentan ya con un respaldo decidido desde el ámbito sindical. Antón Conde, secretario xeral del Sector Ferroviario de Comisiones Obreras, se reunió ayer con Bello Maneiro y con diferentes agentes sociales del municipio para analizar los últimos avances en una reivindicación cuyo peso lógico resulta difícilmente rebatible. «Como é posible que o tren pase por Valga sen deterse, obrigando a poboación que queira utilizar este medio de transporte a desprazarse a outras vilas?», se pregunta el regidor popular.
Paradas de aquel primer tren
Nadie de quienes pusieron en marcha el ferrocarril en Galicia —impulsada por el extinto Ayuntamiento de Carril y la Sociedad de Amigos del País, en el accionariado de la compañía que implantó aquella línea se mezclaban prebostes del país, inversores ingleses y emigrantes en Cuba— está vivo para despejar el interrogante del alcalde de Valga. A falta de razones, lo único que puede hacerse es recordar lo que sucedió. El trayecto inaugural del tren galaico se llevó a cabo el 15 de septiembre de 1873, un lunes, para más señas. Los trabajos que lo hicieron posible se extendieron a lo largo de doce años y comportaron la creación de dos buenos túneles y un par de viaductos para salvar el Sar y el Ulla.
Aquellas vías, que la legendaria locomotora Sarita recorría en algo menos de dos horas, comunicaban las estaciones de Cornes, en el Ayuntamiento de Conxo (hoy absorbido por Santiago) y Carril, cuya fusión con Vilagarcía y Vilaxoán data de 1913. Además de los puntos extremos del recorrido, en sus 42 kilómetros se disponían cinco escalas: Casal, Osebe, A Escravitude, Padrón, Pontecesures y Catoira. A pesar de que los raíles atravesaban las parroquias de Cordeiro y Campaña, a nadie pareció ocurrírsele que también Valga merecía una parada. Sí se conoce la intención de sus promotores de que la línea se detuviese en Cesures, pretensión que fue descartada por irrealizable. A partir de Padrón, el trazado es, en lo esencial, el mismo que entonces.
Conde aporta un argumento —«resulta paradoxal que se destinen inxentes recursos económicos para mellorar a alta velocidade mentes o trazado da liña convencional non dispón aquí dunha parada para carga e descarga de mercadorías nin dun apeadeiro para viaxeiros»— tan irrebatible como contemporáneo.
El primer tren español había estrenado las vías de La Habana —aunque en pleno ocaso, el marchito imperio sabía dónde estaba el negocio— mucho antes, en 1837. En 1848 lo hizo entre Barcelona y Mataró el convoy que inauguraba la era del ferrocarril en la España peninsular. Galicia tuvo que esperar al 15 de septiembre de 1873; un lunes, para más señas. Con la óptica que proporciona el tiempo, aquel hito que acaba de cumplir 148 años adquiere trazos de analogía del propio país que lo alumbró. Un detalle: la línea, que en lo esencial sigue siendo la misma que los regionales recorren hoy a orillas de la ría de Arousa, unía dos municipios que ya no existen. Carril, absorbido por Vilagarcía en 1913, y Conxo, fagocitado por Santiago en 1925.
La operadora, cuyo propósito inicial era hacerlo en febrero, no pone fecha para una medida que supondrá seis frecuencias más
Con la cúpula del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana en ascuas a raíz de la dimisión de su número 2, la secretaria de Estado Isabel Pardo de Vera, y del presidente de Renfe, Isaías Táboas, hay grandes intervenciones sobre las que se proyectan sombras, como la conexión de alta velocidad a través de Cerdedo que el alcalde de Vigo, Abel Caballero, reclama infatigable desde hace años. Pero también decisiones mucho más modestas que, pese a su sencillez, ejercen una incidencia directa sobre el día a día de miles de gallegos. Una de ellas tiene que ver con la recuperación de las seis frecuencias de ferrocarril entre Vilagarcía y Santiago que desaparecieron al hilo de la pandemia. La operadora aseguró ayer que su intención sigue siendo rescatar esos trenes, que en el argot ferroviario se denominaban cortos. Aunque, obviamente, no será ya en febrero, tal y como se había anunciado en noviembre. La idea, confirma la compañía, es hacerlo en cuanto sea posible, sin que por ahora haya una fecha sobre la mesa.
Fuentes ferroviarias calculan que el rescate de estos seis servicios, que unían ambas ciudades sin prolongaciones hacia A Coruña o Vigo, podría plantear algún problema de tipo logístico, aunque de ningún modo insalvable. Para empezar, porque la flota de convoyes regionales parece suficiente para ponerlos de nuevo en marcha.
Se trata, desde luego, de una medida que daría oxígeno a uno de los tramos más saturados del principal eje del ferrocarril gallego. Basta comprobar cómo, para hoy mismo, la posibilidad de viajar entre Compostela y la capital arousana se limita a los primeros trenes de la mañana. A partir de las 10 horas, las únicas plazas disponibles son las que se reservan para las personas que padecen problemas de movilidad.
El tercer trayecto más usado
No faltan razones que justifiquen la necesidad de recuperar las frecuencias perdidas. Cierto que dos factores recientes han distorsionado cualquier lectura estadística. El primero, la pandemia desatada por el coronavirus, con todas las consecuencias que ha acarreado sobre la movilidad. El segundo es la emisión de los bonos que permiten viajar de forma gratuita en los trenes regionales y de media distancia, que ha disparado la utilización del ferrocarril. Pero la Estratexia Galega de Mobillidade, el amplio análisis que la Xunta acaba de presentar sobre la forma en la que los gallegos se desplazan y se comunican, incluye un estudio, previo al confinamiento, que refleja con claridad la importancia del trayecto que une Vilagarcía con Santiago. Este es, de hecho, el tercer tramo con un mayor número de usuarios (313.000 personas en el 2019) de Galicia, solo por detrás de las conexiones entre A Coruña y Santiago y de Santiago con Vigo.
Es más, entre los doce viajes que cuentan con un mayor volumen de viajeros figuran tres que pivotan en la capital arousana: además de la comunicación con Santiago, la de Vigo con Vilagarcía y la de A Coruña con Vilagarcía. Ninguna de las tres dejó de crecer en los tres años analizados. Juntas, sumaron en el 2019 571.000 viajeros, lo que supone el 16,6 % del movimiento que entonces registraron las principales estaciones de la comunidad.
Un servicio que se detenía en Padrón y Pontecesures, pero no en Catoira
Pese a que no ha concretado la fecha para la recuperación de las seis frecuencias entre Vilagarcía y Santiago, fuentes de Renfe en Galicia señalan que el objetivo sigue apuntando a los primeros meses de este año, por lo que no debería demorarse. La operadora tendrá, entonces, la oportunidad de corregir algunos sinsentidos que lastraban el funcionamiento de los trenes cortos.
El principal es, sin duda, el olvido de Catoira, una estación que carecía de escalas en esas seis frecuencias (tres de ida y tres de vuelta), que sí se detenían, en cambio, en las de Padrón y Pontecesures. Catoira era escenario, eso sí, de una parada técnica, para que los convoyes pudiesen cruzarse, por no comercial. El otro punto no del todo bien planificado afectaba a unos horarios manifiestamente mejorables para el trabajo o el estudio.