Pepe Domingo Castaño: «En Padrón me llamaban «Pepe fiestas» porque subía a cantar al palco de todas las verbenas»

Pepe Domingo Castaño este miércoles en A Coruña

El periodista narra en el libro Hasta que se me acaben las palabras, que este miércoles firma en A Coruña, su infancia en Galicia, sus inicios en la radio en Santiago y su trayectoria en Madrid

Julio Iglesias, Pucho Boedo o Joaquín Prat, son solo algunos de los muchos personajes famosos con los que Pepe Domingo Castaño (Lestrobe, 1942) ha compartido camino. Un camino llenó de éxitos, pero también de sacrificio. Ese trayecto, el que el gallego recorrió desde su infancia en Padrón, sus inicios en la radio en Santiago, hasta su llegada a Madrid, en donde se consolidó como uno de los mejores profesionales del medio, lo narra en su libro Hasta que se me acaben las palabras, que este miércoles por la tarde firma en A Coruña. Una lectura que refleja su evolución personal y laboral, pero que en la que  queda claro que, pese a todo, sigue siendo el mismo chico que un día se marchó a la capital a probar suerte con una maleta, como dice «de mierda, pero llena de sueños».

—¿Qué pregunta le hacen siempre y está ya cansado de responder?

—Que si prefiero la radio, la tele o la música. Ja, ja, ja.

—El título del libro, Hasta que se me acaben las palabras, deja claro que le queda cuerda para rato, pero ¿qué le ha quedado sin contar?

—Siempre quedan cosas, ¿por qué no cuento esas cosas que han quedado? Uno, porque la gente de la que hablo, que a lo mejor no hablo muy bien, no puede defenderse porque está muerta. En otro caso porque me pareció que no interesa a nadie y tampoco me interesa a mí. Y en tercer lugar, porque no me apetecía hablar de las cosas que he silenciado. Está lo que yo quiero que esté y lo otro lo he apartado porque tampoco cabe todo.

—Galicia le inspiró para escribir poesía, ¿este libro qué lo inspiró?

—Sí, yo escribí un libro de poesía que se llama Debajo de la parra, literalmente lo escribí debajo de la parra de la casa que tiene mi mujer en Mera, en Oleiros. Ahí, en Mera, nació la idea de escribir este libro en un momento en el que estaba atravesando una mini crisis, hace quince años o así, una de esas que tienes cuando vas cumpliendo años. En esos momentos yo me refugio siempre en la poesía o en la escritura. En vez de poesía, como ya había hecho un libro, dije ¿por qué no cuento y me saco de dentro toda mi infancia y juventud, y lo dejo escrito por si algún día mis hijos quieren publicarlo? Porque yo no pensaba publicarlo, decía que era muy malo. Escribí la primera parte hace 15 años, que termina cuando llego a Madrid.

—¿Qué le hizo cambiar de opinión?

—En una entrevista que hice, un señor que conozco de A Coruña, Juan Luis Miravet, oyó en la radio que yo estaba hablando de una especie de memorias que tenía, pero que eran muy malas y que no se iban a publicar porque no las iba a querer nadie. Entonces me llamó y me dijo: ‘Oye, eso no tienes que decirlo tú. Tiene que decirlo alguien que lo lea. Si me das la oportunidad y me lo envías, yo lo leo y te cuento la verdad’. Yo estaba muy reacio, pero se lo mandé, me convenció, y a los tres días me llamó emocionado y me dijo: ‘Esto es una joya’. Me dijo que quería publicarlo, que tenía amistades con editoriales, pero con la condición de que tenía que escribir la segunda parte. Que no podía acabar el libro en Madrid y perderse toda la parte de mi carrera profesional allí. Le dije que no sabía si iba a poder, que la primera parte la escribí muy fácil porque lo tenía dentro, pero que de lo otro, a lo mejor me había olvidado y que no tenía inspiración. Y me dijo, ‘pues ponte, por favor, en el ordenador y hazlo’. Me puse, me costó mucho, mucho, mucho, pero al final, poquito a poco lo escribí, capítulo a capítulo, y son 565 páginas. 

—El prólogo es de Julio Iglesias, están muy unidos, pero ¿por qué pensó en él?

—Tuve varias ideas, primero pensé en Paco González, pero todo el mundo esperaría que lo hiciese Paco, entonces quería hacer algo inesperado. Pensé en Iñaki Gabilondo, que era otro de mis favoritos, y me dijo que sí, y le dije que lo llamaría, pero un día me llamó Julio, porque hablamos de vez en cuando. Él había oído que estaba escribiendo un libro y me preguntó si hablaba de él. Le dije que sí, que tenÍa un capítulo dedicado a él, y me dijo que tenía que enviárselo. Rápidamente lo leyó, y me dijo que quería hacer algo por el libro, le dije que quería que el día que lo presentase estuviese, y me prometió que estaría, y que además escribiría el prólogo. Y cumplió.

—¿Por qué le costó tanto escribir la segunda parte?

—Porque tenía que espigar entre bastantes recuerdos, entonces me preguntaba cuál valía la pena, qué podría interesar a la gente, apunté varios temas de los que me acordaba y fui eligiendo. Yo noto una diferencia muy grande de estilo literario entre la primera parte, que la hice a una velocidad de vértigo porque me salía a borbotones toda mi vida. Mi mente iba más rápido que las manos, porque la escribí a mano. Entonces se nota en el estilo, porque yo escribo mejor a mano que a ordenador. La segunda me costó bastante, se me mezclaban a veces los recuerdos, luego escribía algo y decía, ‘pero me he metido con este tío, no debería’. Pero luego pensaba, ‘claro que sí, voy a contar la verdad. Si no cuento la verdad mejor no escribo’.

—Julio confesó que los dos se fueron sin pagar una mariscada.

—Es una coña eso. Lo dijo en un programa, me dijo: ‘Pepe, te acuerdas que nos fuimos sin pagar de Casa Simón’. Yo recuerdo que estábamos allí con Pepe Simón, que ya falleció, y le pregunté a Julio, ‘quién paga esto’, y me dijo ‘esto lo paga mi secretaria, no te preocupes’, y nos fuimos. Yo creo que invitó Pepe Simón, yo no pagué desde luego, eso es verdad, pero alguien pagó.

—¿Cuál es su anécdota más destacada con él?

—Hay una buenísima, que la cuento en el libro. Julio nos invitó a mi mujer y a mí a estar en su casa en Miami diez días. Estuvimos en su casa y fuimos a un concierto en el Miami Arena, donde juegan los Miami Heat, que él era socio del equipo de baloncesto, y luego nos trajo en su avión para aquí. A la ida fuimos en vuelo regular, y a la vuelta vinimos con él en el pájaro loco, como lo llama Julio, y fuimos de Miami a Ibiza. Al día siguiente nos levantamos y llovía a cántaros, y a Julio no le gusta la lluvia, y me dijo ‘Tito’, como me llama él, ‘tenemos que hacer algo. Yo no puedo estar en un sitio que en el que esté lloviendo. Vamos al sol’. Y le digo, pero a qué parte, y dice: ‘¿Por qué no vamos a Galicia? ¿Hará buen tiempo? Porque si hace malo aquí debe estar bien en el norte’. Entonces dijo que quería ir a Vigo porque A Coruña ya había ido muchas veces. Llamé a Vigo y me dijeron que hacía un día soleado con una temperatura fantástica. Y me dice Julio que dónde podíamos comer y se me ocurrió Casa Simón, en Cangas do Morrazo. Entonces, Julio me dijo: ‘Dios mío, me has abierto el mundo porque yo veraneé durante 15 años en Cangas. Para mí va a ser una maravilla ir’. Salimos de Ibiza a Vigo, Mercedes esperándonos, y fuimos a comer a Simón, como dice él sin pagar, y volvimos a Ibiza. Fuimos a buscar el sol.

—En el libro habla de su familia y de una infancia feliz,  ¿cual es la primera imagen que se le viene a la mente al pensar en esos años?

—La radio, la calle, los juegos, ventanas abiertas, el sol… Sobre todo del otoño, a mí me gusta el otoño, cuando el sol cae un poquito y los árboles del espolón se reflejaban en la calle en donde jugábamos al pañuelo, a la chena, al marro, a una cantidad de cosas, y de fondo siempre estaba la radio. Soy minero, El emigrante, Antonio Molina, Juanito Valderrama, las novelas, que seguía mi madre… todo lo que sonaba entonces. El sonido de mi infancia son la radio y los juegos, y una palabra, felicidad, en mayúsculas.

—¿Cuándo se dio cuenta de que la radio era su vocación?

—En el colegio de frailes el padre Aguirre, que era muy simpático, tuvo la idea de montar una emisora y pidió voluntarios. Me ofrecí, pero dijo que nos tenían que hacer una prueba. La hice y me dijeron que tenía buena voz y desparpajo, y eso es lo que vale. Empecé a hacer programas, hacíamos obras de teatro, escribíamos textos, hacíamos descripción de paisajes, si íbamos de viaje lo contábamos, teníamos una programación de una hora o dos diarias y el padre me dijo: ‘Tú valdrías para esto. No te olvides. Ahora, si sigues siendo fraile no vas a poder hacer nada. Pero si un día te vas, que sepas que vales’. Entonces, dejé de ser fraile y empecé a darle vueltas a la idea, pero estaba en Padrón, ahí no había emisora ni nada, la más cercana era Santiago. Y yo decía, ¿cómo voy a trabajar en Santiago de Compostela, si yo no soy nadie? Hasta que se presentó una oportunidad y la cogí.

—Dice que fue a Madrid por una decisión tomada con el corazón. 

—Sí, me fui con una maleta de mierda, pero llena de sueños. Para mí todas las decisiones, casi todas locas, no las hubiera tomado si fuera por la cabeza. He dejado siempre actuar al corazón, el corazón seguramente se equivoca, pero de la equivocación nace el éxito a veces. Hay trenes que dicen que si no los coges no vas a ser nunca nada. Yo he dejado pasar trenes, algunos no podía cogerlos, otros no quise, y sin embargo, cuando vi que ese era el mío lo cogí. Eso me lo dictó el corazón. La cabeza no me dijo que me fuese a Madrid, no me dijo que dejase la empresa de Padrón para irme a Santiago, no me dictó que dejará la música y eligiese la radio. Son decisiones locas que solo es capaz de tomar el corazón.

—¿Tuvo que luchar contra algún cliché por gallego?

—Con gente, sí. Me echó una mano importantísima Pucho Boedo, me conocía de Santiago, él estaba con Los Tamara y yo les había hecho entrevistas. Un día en Madrid, un amigo mío, Justino Bermúdez, me dijo de ir a una cafetería donde iba gente de la radio para que me animase, porque yo estaba bastante preocupado. No me conocía nadie en Madrid, iba por la Gran Vía solo y estaba acostumbrando a ir por Santiago y que todo el mundo me saludase: ‘Adiós, Pepe’. Ahí no me conocía nadie. Entonces fuimos a la cafetería California de la calle Salud, que ya no existe. Al entrar, al primero que vi fue a Pucho Boedo, y me saludó: ‘Neno, que fas aquí ho?’ Y yo, pues he venido a trabajar a la radio. Me dijo, ‘espera un momento’, y volvió con Joaquín Prat. Mi ídolo, al que yo quería conocer, parecerme… me lo trajo Pucho recién llegado yo a Madrid. Fue la ilusión de mi vida. Estuvo simpático, cariñoso muy cercano, y me dijo ‘esta noche vas a venir con Pucho a mi programa de madrugada’. Fuimos, me invitó a cenar Pucho, pagando él claro, yo ahí no podía. Me hizo Joaquín una entrevista que siempre recordaré. Antes de morir él siempre lo recordábamos, que si yo no hubiese conocido a Pucho, no lo habría conocido a él y no sé cómo hubiera cambiado mi vida. Yo creo que lo hubiera conseguido igual, porque creo que las cosas si luchas las consigues, pero gracias a Pucho fue todo más fácil.

—Ahora usted es el Joaquín Prats de muchos. 

—No, yo creo que lo de la radio no es fama como la tele. Tengo una diferencia entre gente de tele y de radio, cuando haces tele la gente en la calle te saluda solo porque sales en la tele. Sin embargo, ahora que no salgo en la tele, que no quiero salir, la gente te mira y te quiere. Esa es la diferencia entre la fama loca y la popularidad de andar por casa, y no hay nada más hermoso que la gente te diga “gracias Pepe por hacernos felices’. ¿Tú sabes lo grande que es conseguir a través de un micrófono que la gente sea feliz? Solo por eso ya vale la pena.

—Además de locutor, triunfó como cantante: ¿Cómo empezó a cantar?

—En Padrón me llamaban ‘Pepe fiestas’ porque a todas las verbenas que había iba yo. Salí del convento con unas ganas de fiestas brutales, a comerme el mundo. Entonces me subía a los palcos de la orquestas. Hoy con la Panorama y la París de Noia ya no te dejan, pero antes sí y yo subía a cantar. Decían, está aquí un chaval de Padrón que quiere cantar, y cantaba. Entonces mi idea era, si un día voy a Madrid voy a grabar un disco, pero tiene que ser algo tan bueno que llegue a ser número uno. Cuando lo conseguí, porque a todos los locutores les ofrecían grabar un disco, me traían canciones y no me gustaban, hasta que un día mi hermano Fernando, que es un poco artista también, y Emilio José, el cantante de Soledad, hicieron Neniña. Me la trajeron y dije ‘esto es un tiro’ y la saqué sin poner mi nombre. Porque entonces hacía muchas cosas y la gente me odiaba un poco porque estaba en todas partes, ligaba mucho, hacía radio, tele, cantaba… Y dije, para que no se metan conmigo no voy a poner mi nombre. Se lanzó Neniña sin mi nombre y cuando ya el disco estaba colocado ya descubrimos que era yo.https://www.youtube.com/embed/f6VHzqOtnRg

—De hecho dijo que su mujer le bajó algo los humos y entonces aprendió que su éxito no era solo suyo, sino fruto de un trabajo en equipo.

—Ella no me dijo eso de que no me creyera más que nadie, me dijo ‘te noto muy crecidito, muy seguro de ti mismo’. Y le dije: ‘Seguro de mí mismo voy a estar siempre, pero crecido no pretendo’. Sé que lo que tengo no me lo han regalado, lo he luchado, pero efectivamente, lo que tienes lo consigues gracias a todo el equipo involucrado. Por eso siempre que me dan un premio, nombro a todos, el equipo es básico. Pero ahora, que no me quiten nunca la seguridad en mí mismo, el día que me la quiten me voy a la mierda.

—¿Cuál sería la banda sonora de su vida?

—Primero Soy minero de Antonio Molina, que me recuerda a cuando jugaba en la calle y la radio se oía por la ventana. Luego, El Mundo de Jimmy Fontana, que fue la primera canción que puse en Radio Galicia el día que empecé, luego De colores, que es la canción que todos los hermanos cantamos en el Santiaguiño do Monte. Y Cuando se quiere de veras. No incluyo a Neniña porque forma parte de mi vida, pero no es definitoria.

—¿Sigue yendo a las verbenas?

—Sí, siempre estoy en las fiesta de Mera con mis amigos. Va la Panorama, la París, el Combo Dominicano…. Una vez subí a la Panorama en Cines, que está cerca de Betanzos, pero cuando la Panorama no era la burrada que es ahora con ese escenario. Ahora ahí no pintó nada ya.

—Dice también que la felicidad consiste en tener buena salud y mala memoria. Sabemos de su buena memoria, pero ¿cómo va de salud tras haber padecido el covid?

— Estoy mucho más sano que antes, estoy más preparado para lo que me quede de vida que antes de la pandemia y me siento como un toro. La pandemia me ha enseñado a vivir mejor. La felicidad completa nunca se logra, lo mejor de la felicidad no es la felicidad en sí, sino el camino hacia ella porque el día que la consigues por completo, ese día desaparecen los sueños, desaparece todo.

—Los beneficios del libro, que va ya por su tercera edición, los dona a Cáritas y a Aesleme. ¿Por qué a esas entidades?

— Lo dono porque creo que tengo que pagar la felicidad. La felicidad tiene un precio, si eres capaz de saber el precio que tiene bien, si no, estarás toda la vida pensando que tienes que pagarlo y no lo pagas. La oportunidad fue genial, digo ¿cómo voy a vender yo por dinero todo este montón de recuerdos? La mejor manera de pagar a la vida todo lo que me ha dado es donarlo a gente que lo necesite, es una forma de pagar mi felicidad. Luego va a Aesleme, que es una asociación para el estudio de la lesión medular espinal de una amiga mía, Mariam Cogollo, a la que admiro mucho, y a Cáritas, que es la entidad más grande que tenemos para ayudar a la gente.

La Voz de Galicia

Una hucha vecinal para que la primera lamprea ser quedase en Pontecesures.


El ejemplar que abrió la temporada en el Ulla fue degustado en el Mambís

Pontecesures y Padrón son dos localidades separadas por un río y unidas por un puente. Son dos pueblos hermanados por esos lazos invisibles de quienes viven compartiendo paisajes y tradiciones. La lamprea es, por ejemplo, un producto que se ha convertido en símbolo a ambos lados del Ulla. En Pontecesures, los valeiros mantienen viva la tradición de su pesca con nasa butrón. En Padrón tienen sus antiguas pesqueiras, pero aún así hay varios restaurantes de la zona coruñesa que en los últimos años han pujado para hacerse con las primeras lampreas capturadas por sus vecinos cesureños. Este año, un grupo de personas de la localidad organizaron, a través de la página de Facebook «Xente de Pontecesures», una recolecta para ser ellos quienes comprasen y degustasen la primera lamprea del 2022. Hasta el alcalde, Juan Manuel Vidal Seage, participó en la cuestación popular y se sumó, ayer pasada la una y media de la tarde, a la degustación organizada en la cafetería Mambís, otro clásico cesureño.

La lamprea se preparó servida a la bordelesa, tal y como manda la tradición. Nos lo cuenta Ramón Agrasar, que es el valeiro que el miércoles capturó el ejemplar del que ayer también dio buena cuenta. Como profesional que se dedica a la captura de este pescado antiguo y de sabor inconfundible, vio en la iniciativa de sus vecinos una ocasión para poner en valor y recuperar el arraigo del producto estrella de Pontecesures, localidad que tiene su fiesta de la lamprea y un centro de interpretación dedicado a este pescado.

Desde que conoció la iniciativa, Ramón Agrasar se comprometió con ella. «Dende o primeiro momento lles dixen que, se de min dependía e se collía eu a primeira lamprea, podían contar con ela», dice Agrasar. Estaba dispuesto a cederla, «pero non quixeron, porque a idea era comprala; a xente tampouco quería que fora regalada» y para ello realizaron una cuestación. «A min gústame a idea de que a primeira lamprea quede en Pontecesures», dice el hombre que tuvo la fortuna de coger el primer ejemplar del año en el Ulla.

Para ello, el día de Reyes estuvo en el río, a primera hora, levantando sus nasas butrón: son las únicas que estos días están siendo caladas en el cauce. «O primeiro día saíron varios barcos, pero non collemos ningunha, así que os demais decidiron non volver saír ata a semana que ven», recuerda Agrasar.

Él, por su parte, decidió seguir intentándolo y eso le permitió capturar este jueves el primer ejemplar de lamprea y ayer mismo otras tres piezas. «Son o único mariñeiro que estou no río», decía a modo de explicación. «Parecía que ía ser un ano malo», pero el inicio de la pesquería, finalmente, parece ser menos oscuro de lo que se antojaba.

La Voz de Galicia

Llega el espíritu de Halloween: La casa del terror puede verse en Valga.

Mónica Vejo ha hecho de su jardín un auténtico museo del terror que se ha convertido en parada obligada

Está ubicada en la parroquia de Setecoros -en Valga- y al pasar por la carretera nacional es imposible no fijarse en ella. La casa de Mónica Vejo se ha convertido en los últimos días en un auténtico polo de atracción no solo para los más curiosos, sino sobre todo para aquellos que viven al máximo la fiesta del Halloween o, como marca la tradición celta, del Samaín. El jardín de la casa de Mónica es un auténtico museo del miedo y del terror y la excelente decoración la ha hecho ella sola, echándole muchas horas y, sobre todo, grandes dosis de imaginación. “Dende pequena gustáronme moito as manualidades. Nunca me dediquei a iso de forma profesional, pero si me gusta no meu tempo libre facer cousiñas”, explica. Hace cuatro años empezó decorando la parte exterior de su vivienda, pero este año ha ido mucho más allá. “Supoño que todo isto da pandemia influiu, basicamente porque tiven moito máis tempo libre”, reconoce. Así pues en el jardín pueden verse terroríficas brujas, arañas gigantes, una catrina mejicana perfectamente decorada y calabazas. Todo realizado por las manos de Mónica. “Ás veces inspírome en cousas que vexo, pero despois sempre lle intento dar o meu toque”, indica.

De hecho este año, y con motivo de la pandemia del coronavirus, “tamén apostei por facer algo máis temático”. Eso sí, las vacunas y el personal sanitario tienen ese toque “de terror” tan propio de estas fechas. Ni siquiera el covid deja de ser protagonista por Halloween.

Además de echar mano del ingenio los materiales que usa esta valguesa son todos “dos que teño pola casa”. Advierte que “é todo reciclado pois utilizo plásticos de botella, xestas, roupa vella que podo ter pola casa… e as cabazas tamén son totalmente naturais, cultivadas na horta”. Esto le da un toque diferente a una decoración que nada tiene que ver con aquellas que se nutren de adornos y detalles comprados en cualquier bazar. “Todo é absolutamente manual e todo o fago eu”, ratifica.

El pasado fin de semana había cola para ver la decoración del jardín de esta casa de Setecoros. “A min non me importa que veñan a vela, todo o contrario. De feito puxen a decoración con días de antelación para que poida lucir, dado o gran traballo que me leva”. Y es que Mónica lleva meses trabajando en todo el montaje y, reconoce, ya tiene pensado lo que va a colocar el año que viene. “Si, xa está máis que pensado”.

La vivienda de esta valguesa también es conocida por su decoración navideña, que empezará a colocar a finales de noviembre. “A de Halloween é moito máis creativa. En Nadal utilizo máis as luces”, reconoce. Lo que está claro es que estos días la casa de Mónica es una parada obligada para aquellos que pasen por Valga. Y es que no solo la creatividad está en el archiconocido Belén de Valga, sino que en este rincón de Setecoros hai decorado para aplaudir y admirar.

Diario de Arousa

“Quienes contaron mentiras sobre mí, al final también se infectaron”.

Llegados al final de la pandemia, es importante no olvidarse de los inicios y de todo lo vivido. Pero, sobre todo, también es importante recordar a aquellas primeras personas infectadas en la comunidad que sufrieron ataques sociales y linchamiento públicos (carteles y críticas en las calles) por considerar que se habían contagiado por hacer algo mal, ya que en aquel momento apenas había casos y, los que llegaron, fueron importados de Madrid.

Esta fue la situación de Anxo Moreiras, un joven de Pontecesures de 22 años que, infectado en Madrid, lugar en el que estudiaba, tras hablar con sus padres, decidió que era mejor regresarse para pasar la cuarentena en su domicilio. Se convirtió en el primer infectado en el área de Santiago y, ahí comenzó su lucha, ya no solo contra la enfermedad, sino contra el linchamiento social.

“Muchas veces eran peores las críticas que la propia enfermedad, hacían más daño”, asegura Anxo, recordando situaciones horribles como el “inventarse cosas como que yo estaba por la calle y cuando me preguntaban qué hacía yo les decía ‘si te contagio, te jodes, que también me contagié yo’”. “Eran cosas sin ningún sentido, pero que también faltaban a mi honor”, explica.

“SE SABÍA POCO Y HABÍA MIEDO”. Y es que, en aquel momento, todo estaba aún por descubrirse. Solo se sabía de la existencia de un virus que en China estaba causando muchos muertos, que ya había llegado a Madrid donde se estaban saturando los hospitales, y que tenía los mismos síntomas que una gripe. La gente, pese al confinamiento decretado por parte del Gobierno, pensaba aún que el que se contagiaba era, en cierto sentido, porque se lo buscaba, y rechazaba a los positivos.

Anxo puede entender el miedo. “Yo también tuve miedo en aquel momento, no lo puedo negar, sobre todo viendo lo que hablaban de China, todo muy catastrófico”, pero eso no es una justificación para lo que tuvo que atravesar. Por parte de la enfermedad, tuvo la suerte de “encontrarme relativamente bien, sacando que estaba cansado y como con una fuerte gripe”.

“Me tomaba la saturación de oxígeno y siempre salía bien, tuve fiebre unos pocos días y cuando ví que llevaba ya varios sin agravarse mi situación, me tranquilicé un poco, pero miedo sí pasé por no tener tantas referencias de lo que me estaba pasando como ahora”, cuenta.

Con el tiempo, todos aquellos que le criticaban, que le trataban como un afectado, han tenido que callar. ‘El tiempo pone a cada uno en su lugar’, que dice el refrán. Y es que “hay gente que puso publicaciones sobre mí en redes sociales, contando falacias, que luego se contagió de covid y que incluso tuvo que lamentar la muerte de familiares”. “Yo pagué el ‘pato’ por ser de los primeros, pero, realmente, se demostró que nadie está libre de infectarse”, concluye.

“SEGUID CON PRUDENCIA”. El joven, una vez pasada la enfermedad y aún sin haber tenido que arrastrar secuelas, afirma que “siempre mantengo la prudencia e intento seguir con la mascarilla, al aire libre no tanto, pero en interiores sí”. “Siempre voy con cuidado, porque nunca saber dónde puede saltar la liebre, si lo supiésemos sería maravilloso para poder evitarlo, pero no tenemos esa suerte”, bromea. Y pone situaciones como “estar en un bar y no saber si la persona que tienes al lado está infectada de la variante Delta y te puede contagiar muy fácilmente, o si estás en una fiesta y luego te informan de que hay un positivo y tienes temor a que te aparezcan síntomas”.

Por ello, pide responsabilidad también a toda la población. “Sería lógico mantener la prudencia, creo que no haría falta que nadie lo recomendase, porque es de sentido común”, apunta Anxo, que hace hincapié en el hecho de que, “hasta que no haya más vacunados todavía pueden aparecer nuevas variantes y no se sabe si mañana podría salir una que se volviese resistente a la vacuna”. Así que, demanda que “los no vacunados, se vacunen”.

Vacunado con tan solo una dosis de Pfizer, como todas las personas inoculadas tras haber superado la enfermedad en España, también pide una dosis de refuerzo, pues “una cosa es haberlo pasado hace seis meses justos y otra en marzo del año pasado, que ya va para dos años”.

El Correo Gallego

Festa dos Ovos con Chourizo/ Festa da Lamprea

Lo del chourizo como plato estrella de una fiesta gastronómica tuvo su momento álgido hace muchos años. Fue en 1992 cuando se inventó en Cesures la Festa dos Ovos con Chourizo. El año anterior, Piñeiro Ares, inefable alcalde cesureño, polemizó con Jesús Villamor, alcalde de Padrón, al organizar unas fiestas de Pascua al tiempo que las populares y ancestrales fiestas de Pascua padronesas. Saltaron chispas y en 1992, Piñeiro dejó el invento pascual y se inventó una movida gastronómica que hizo correr ríos de tinta y dio mucho juego periodístico.

En concreto, unos días antes del domingo festivo de Padrón, organizó quince días de festejos que culminaron con la I Festa dos Ovos con Chourizo, que, además de la degustación gratuita de tan contundente plato, contó con la presencia estelar de Marianico el Corto. Aquella mezcla castiza y cañí provocó críticas, debates, vergüenzas y artículos de fondo, máxime cuando el alcalde Piñeiro ya había irritado a medio Salnés con la contratación festiva de Regina dos Santos, un mito erótico del patriarcado machista cuando nadie hablaba de ese tema.

Como Piñeiro Ares era genio y figura, la Festa dos Ovos con Chourizo no estuvo exenta de polémica. Si el año anterior la pelea había sido con Padrón, en 1992 la disputa fue con Valga. La chispa brotó cuando los feriantes, que costeaban buena parte del programa festivo, instalaron algunas de sus barracas en los muelles dentro de un terreno propiedad del Ayuntamiento de Valga. Una vez llegado a un principio de acuerdo con el concello colindante, los feriantes rompieron el pacto de manera unilateral y, ya que no podían invadir Valga, forzaron una represalia simbólica: la comisión del huevo y el chorizo excluyó del programa de fiestas al grupo de gaitas y danzas de Valga.

Piñeiro Ares era todo un personaje. Lo recuerdo en Fexdega, acompañando a Fernández Albor durante su paseo de inauguración, pero corriendo apresurado para instalarse en el stand de Pontecesures, preparado para dedicarle su último libro a don Xerardo. Otra vez lo vi en la discoteca Chanteclair, cuyo memorable eslogan publicitario era «¿Te trisca la idea?». Aquella noche actuaba Manolo Escobar en la disco, pero no acababa de salir al escenario porque no le pagaban. Ajeno a la polémica, José Piñeiro paseaba por Chanteclair meditabundo y solitario, parecía a la espera de que una idea le triscara. Quizás fue ahí donde maquinó lo de los ovos con chourizo, que se sustanciaron esa primavera.

Cuando Piñeiro perdió la alcaldía y la ocupó el BNG, se potenció la Festa da Lamprea y se olvidaron los huevos. De esa fiesta fui jurado. Nunca lo olvidaré. En la plaza del pueblo, sobre un estrado, el hermano de Camilo José Cela, la tía de Pepe Domingo Castaño, el periodista Diego Bernal y un servidor. Delante, todo Cesures sentado en sillas y atendiendo a cada uno de nuestros gestos mientras probábamos una docena de lampreas preparadas por amas de casa del pueblo. Tras elegir la mejor, nos invitaron a cenar… lamprea. No me sentó mal, pero al día siguiente solo comí un yogur. Es lo que tienen las fiestas gastronómicas.

J.R. Alonso de la Torre. LA VOZ DE GALICIA

El sector turístico descubre el atractivo de la nueva ruta del “Mar de Santiago”.

Alcaldes y representantes del sector turístico recorrieron la ruta del “Mar de Santiago”

El nuevo atractivo turístico de Arousa, el camino del“Mar de Santiago” inicia su andadura con una agenda marcada de objetivos. El principal, conseguir que los peregrinos que lleguen a Santiago no piensen que allí se acabó el Camino, y sientan que su experiencia no está completa si no bajan por el Mar de Santiago, una ruta por el río Ulla y la Ría de Arousa que según la historia, es originariamente el primer Camino por el cual los restos del Apóstol tuvieron que pasar para llegar a Santiago.

Ayer fue la fecha elegida para la primera puesta de largo de este proyecto promovido por los Concellos de Vilanova, Pontecesures, Valga y Catoira, y fue también la primera toma de contacto del presidente del Clúster de Turismo de Galicia, Cesáreo Pardal y ocho turoperadores que realizaron la ruta para conocer de primera mano los encantos de este camino marítimo. Así, un catamarán procedente de Vilanova llegó al puerto de Pontecesures donde recogió a los alcaldes y a los representantes de las empresas turísticas, Viajes Interrías, Tee Travel, Siente Galicia, CelTravel, Circuitos Galicia, Luamar, YuTravel y CN Travel, para hacer el viaje por el Ulla.

Las primeras impresiones no podían ser otras. Todos los pasajeros coincidieron en la belleza paisajística, “la ruta es preciosa, lo que se ve desde el mar es muy diferente a la perspectiva que puedes tener desde la tierra, es totalmente recomendable, merece la pena”, decían sorprendidos, ya que para muchos era la primera vez que hacían el remonte del río. Es muy importante, apuntaban, que “debemos conocerla profundamente para recomendar este producto turístico y posicionarlo como un plan para hacer después del camino”. Del mismo modo, los turoperadores comparten la confianza en este producto, “ten moito percorrido pero co tempo será unha alternativa xa consolidada”, y consideran que es “un recurso potencial para los visitantes, un producto más que va a enriquecer la oferta turística de Galicia”.

Presentación en Fitur

Para el alcalde de Vilanova, Gonzalo Durán, “es el inicio de un proyecto que faltaba, nunca se había hecho una promoción del Camino del mar, y tengo que ser crítico con nosotros mismos por no haberlo hecho hace 30 años. Tenemos todos los ingredientes para que sea un producto de éxito, incluso Catoira nos aporta la Romaría Vikinga, Fiesta de Interés Turístico Internacional”.

Por su parte, el presidente del Clúster de Turismo de Galicia, Cesáreo Pardal trasladó el agradecimiento de todo el sector porqué estas instituciones se pusieran de acuerdo para llevar a cabo esta promoción que “facía falta” y que sin duda, ayudará al resurgir del Camino y por lo tanto, al “despegue” del sector turístico y de la hostelería.

El miércoles 19 de mayo a las 17:00 horas, “Mar de Santiago” se presentará en el stand que Galicia tendrá en la Fería de Turismo Fitur para dar a conocer al mercado nacional e internacional este nuevo producto que empezará a funcionar tan pronto como las condiciones sanitarias lo permitan y la comunidad autónoma se abra para los visitantes. 

Diario de Arousa