Un aficionado a la cantería levanta un bonito edificio de piedra que se convirtió en el restaurante padronés A Casa da Corredoira.

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Hecho íntegramente en granito, cuenta con una espectacular terraza exterior al borde del río.

Un enamorado de la cantería decidió ocupar su tiempo libre construyendo la casa de sus sueños. Y vaya si lo hizo. Fueron ocho años muy bien empleados porque su obra recibe cada día mil elogios. Situada a las afueras de Padrón, justo en donde empieza el doble carril antes de A Escravitude, en dirección Santiago, llama la atención por sus balaustradas y un atractivo diseño que simula al de un antiguo pazo.El precioso edificio de piedra, que cuenta con un amplio aparcamiento delante, se convirtió el pasado 20 de diciembre en el restaurante A Casa da Corredoira, que dirige José Varela en compañía de su hijo Kiko. Después de unos inicios titubeantes, en la actualidad dispone de un gran profesional en la cocina que ofrece sobre todo carnes a la parrilla y pescados, pulpo y mariscos, a lo que suma un menú del día y las comidas de grupos. Además, diseñó un menú especial por la fiesta de Pascua.El atractivo del edificio no se queda entre las cuatro paredes. El comedor, apoyado en dos grandes columnas de granito y con un atractivo ventanal que comunica con la zona de barra, tiene capacidad para sesenta comensales y está atendido por un equipo de sala. Y lo mejor está en el exterior, en donde sorprende con una atractiva terraza con grandes mesas de piedra y bancos situada al borde de un río que ofrece a los clientes de este restaurante el murmullo de sus aguas.

El Correo Gallego

Falleció el creador de la Fiesta del Carneiro de Moraña. Laurentino Castro era hermano del vecino de Pontecesures, Manolo Castro.

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Laurentino Castro Piñeiro falleció recientemente en su casa de Moraña.

Moraña acaba de perder a uno de sus vecinos más ilustres, Laurentino Castro Piñeiro, nombrado en su día «Hijo Predilecto» por su gran aportación al desarrollo de este municipio. En el recuerdo de todos los que lo conocieron quedará su carácter firme y su amor por este pueblo, cuyo crecimiento quiso impulsar a través de la implicación activa de la juventud.

En 1968 un joven nacido en Muxía que ejercía como maestro en las escuelas de Barro y Souto compaginaba su trabajo con la dirección del Banco Pastor y su bufete de abogado cuando fue nombrado alcalde de Moraña. Tomó el bastón de mando con muchas ganas de poner en marcha sus ideas visionarias lo que no estuvo exento de problemas con los defensores del antiguo régimen, pero sus férreas convicciones consiguieron hacer realidad proyectos como un colegio denominado «Los Grupos» donde estudiarían niños de distintas parroquias, algo nunca visto en la época, lo que propició un avance en la socialización de los niños. Además impulsó la instalación del alcantarillado y del alumbrado público lo que convirtió a Santa Lucía en la parroquia más desarrollada del ayuntamiento de Moraña.

Don Lauro, como era conocido en la villa,, finalizó su mandato en el año 1972 dejando otros proyectos que se finalizarían más tarde como el Campo de Fútbol de Mirallos o la Cabalgata de Reyes y también dejó otras propuestas que nunca verían la luz como un Instituto de Secundaria.

Adelantado a su tiempo y gran defensor de las libertades y los derechos de las mujeres, Don Lauro amaba a la juventud y el potencial de ésta para llevar a cabo cualquier proyecto. Siempre intentando motivarlos y apoyarlos, decidió crear una fiesta que estuviese gestionada por los jóvenes de Santa Lucía y fuese acorde a sus gustos, por eso se denominó «Fiesta de la Juventud» y para su celebración se fijó el último sábado del mes de julio. Para completar la fiesta decidió añadir una comida al día siguiente domingo, que consistía en asar unos corderos al estilo «pampero», un estilo que estaba cobrando fuerza en esos años, desde que un emigrante retornado de Argentina comenzara a usar esa novedosa técnica en diversas celebraciones. Se denominó «Fiesta de la Juventud y del Carneiro ó Espeto», lo que fue un poco polémico por el uso del gallego, algo que estaba mal visto en la época, pero el entonces regidor del municipio morañés fue fiel a sus principios e instauró el nombre y la tradición tal y como se conserva hoy en día. Desde ese momento la celebración no hizo más que crecer cada año hasta convertirse en el evento multitudinario que es hoy.

Después de su etapa como alcalde, sus otras obligaciones lo llevaron a trasladarse a Ferrol donde pasó la mayor parte de su vida hasta que, jubilado de la banca y enseñanza, se dedicó por entero a la abogacía y regresó a Moraña para vivir sus últimos años.

En el recuerdo de todos sus vecinos queda la huella de este buen hombre, extremadamente culto, que cosechó éxitos personales gracias a su tesón y a su gran inteligencia.

Su reciente muerte, a los 86 años, constituye una gran pérdida para su familia y sobre todo para este municipio que sin duda no hubiera sido el mismo sin su valiosa aportación.

Faro de Vigo

Olé por Padrón.

Reconozco abiertamente que los actos de la Semana Santa me sientan especialmente mal. Y no porque me declare atea hasta el tuétano sino porque las imágenes de la Pasión de Cristo, los pasos, la música y las procesiones me resultan demasiado violentas. Fe y creencias religiosas aparte, tampoco entiendo la curiosidad que despiertan las procesiones y aunque escapo de ellas por una simple cuestión de desasosiego, no seré yo quien cuestione su celebración. Y no lo hago porque sea una tradición, sino porque, en realidad, el escalofrío que me producen es, simplemente, mi problema. Pero sí hay tradiciones, por decirlo suavemente, que mejor estarían en el baúl de los recuerdos. Y me alegra que concellos de nuestro entorno piensen lo mismo. Me refiero, explícitamente, al criterio del Ayuntamiento de Padrón de excluir de sus fiestas de Pascua la corrida de toros. Por cosas del destino y de este oficio sin turnos ni horarios, la Semana Santa me pillará trabajando. Y es bien probable que Padrón esté en mis pensamientos y mi agenda laboral. No es la primera vez y confío en que no sea la última. Y más encantada estaría si, como dicen lo rezos, por los siglos de los siglos, los toros no vuelven a Padrón. Y no porque la mal llamada fiesta nacional apenas tenga arraigo en Galicia. Ya me gustaría que más pronto que tarde esta exaltación de la tortura animal formase parte del pasado, como otras tantas, que sin ser fiesta nacional son igual de cuestionables, como el Toro de la Vega y el Correbous. Habrá quien apele al motor económico para defender esta fiesta. Y yo reitero el motor económico que atrae visitantes a un concello libre de toros.

A CONTRALUZ
La Voz de Galicia

Multan con 600 euros a un taxista por recoger a usuarios en una fiesta en Pontecesures.

Un taxista de Padrón acaba de abonar una multa por una infracción grave que le impuso la Guardia Civil de Tráfico en agosto del año pasado cuando, en las fiestas de una parroquia del municipio vecino de Pontecesures, se desplazó hasta este lugar para recoger a un pasajero.

Pese a haber más taxis trabajando, él fue el único multado y pese, además, a que en dicho municipio solo existe un profesional y no trabaja en horario nocturno, de acuerdo con el relato de este taxista de la parada de Padrón.

«¿Por que a min si me multaron e a outros non?, se pregunta el profesional, que habla de «agravio». Lo que iba a ser un viaje de cuatro euros se quedó en una sanción de 600, de los que abonó a primeros de marzo 420.

Este taxista pide el mismo control en la parada de Padrón, de cara ya a las fiestas de Pascua porque, asegura, «aquí ven a cargar xente moitos taxistas que non son da parada». Pese a ello, denuncia, «ninguén toma medidas, pero é frecuente que veñan outros taxistas a coller xente a nosa parada e as inmediacións». En su opinión, el servicio del taxi en Padrón «é francamente mellorable en varios aspectos para os taxistas e para os usuarios».

Sobre la sanción que acaba de abonar, no se explica por qué lo sancionaron a él solo, cuando había otros taxistas de Padrón e incluso de Valga trabajando en las fiestas de Porto, en Pontecesures. Cree que afán recaudatorio no había por parte de la Guardia Civil de Tráfico, al no multar a más profesionales.

Lo que no había tampoco, añade, era preocupación por garantizar la seguridad de las personas que disfrutaban de las fiestas estivales y, que sin servicio de taxi del concello, tendrían que coger su coche para volver a casa, pese a la posibilidad de haber ingerido bebidas alcohólicas.

Este profesional abonó la multa, ya que considera que «incumplín a norma e pago», pero pide el mismo control en la parada de Padrón, especialmente en los próximos días de Pascua pero también durante todo el año.

La Voz de Galicia

El comercio de Padrón organiza una fiesta por el Día del Padre.

El comercio de Padrón organiza una fiesta del Día del Padre, que se celebra mañana. Así, a partir de las doce de la mañana habrá una competición de juegos populares en la plaza de Baltar. Los niños deben animar a sus padres a participar juntos y, si ganan, recibirán un lote de fichas para las atracciones de Pascua. Para participar hay que anotarse en la página de Facebook de Comercio de Padrón, por mensaje privado, hasta las nueve de la noche de hoy. El Concello colabora en la actividad, así como Pitufolandia.

La Voz de Galicia

Los valeiros aseguran que el Concello solo les compró cien lampreas del Ulla para la fiesta.

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Asistentes a la Festa da Lamprea de Pontecesures, el domingo pasado.

Los demás ejemplares servidos el domingo en Pontecesures habrían sido pescados en el Miño -Los vecinos exigen las cuentas.

Los valeiros de Pontecesures, el colectivo de pescadores que se dedica a la captura de la lamprea del río Ulla con nasa butrón, aseguran que el Concello solo les compró un centenar de ejemplares para organizar la fiesta del pasado domingo, a lo que añaden que se despacharon raciones de producto obtenidas de una importante cantidad de peces que habrían sido pescados en el Miño.

Esta circunstancia, unida al bajo precio que se habría pagado por los ejemplares adquiridos en el puerto de Pontecesures, ha causado cierto malestar en el sector y en algunos círculos de la localidad pontecesureña, donde cada vez son más los ciudadanos que exigen al gobierno bipartito que forman BNG y PSOE que presenten las cuentas detalladas de dicha celebración gastronómica.

Hay ciudadanos disconformes con el resultado del evento, aunque no dudan que sirvió para llevar a la villa a numeroso público, para generar riqueza en el sector hostelero y para promocionar la popular lamprea.

Pero la satisfacción por el resultado final del evento es solo moderada, precisamente porque son muchos los que consideran que «las cosas se hicieron francamente mal, un año más».

Prueba de ello es el testimonio de los propios valeiros, que prefieren no identificarse por temor a represalias y quienes indican que «el Concello de Pontecesures nos compró cien lampreas a un precio de 18 euros la unidad, por lo que algunos pescadores ni siquiera quisieron colaborar, al considerar que se trata de un precio demasiado bajo y que, supuestamente, esta fiesta también está pensada para ayudarnos a salir adelante».

Desde este colectivo aseveran que «el organizador de la fiesta», es decir, la empresa a la que el Concello adjudicó la preparación de las lampreas al estilo bordelesa, «suministró otros 75 ejemplares que podían proceder del Miño, porque desde luego no eran del Ulla».

Ese empresario «volvió a ocuparse de vender las raciones de lamprea, como también las de churrasco, pulpo y todo lo que se comercializó el domingo en la carpa que se instaló en la zona portuaria».

Al igual que los valeiros, hay vecinos que abundan en que «el presupuesto manejado por el Concello para esta fiesta era de al menos 14.000 euros, y sin embargo las lampreas, incluso pagándolas todas a 18 euros, supondrían un desembolso de poco más de 3.000, mientras que la venta de las 550 raciones que dicen haber despachado representa por sí sola unos ingresos de 5.500 euros».

Y en este sentido recuerdan que «la fiesta tampoco suponía grandes desembolsos, ya que además de la venta de raciones apenas se incluían en el programa oficial la lectura del pregón y un par de actuaciones folclóricas».

Los que así se pronuncian, y sostienen que «más que una fiesta de exaltación de nuestra lamprea del Ulla esta cita se ha convertido en un negocio privado», llegan a declarar que «incluso resultó más importante la colaboración de los restaurantes locales que quisieron sumarse a la ruta de tapas, y que sí compraron la lamprea a nuestros pescadores».

En esto coinciden los propios valeiros, alguno de los cuales garantiza que vendió más lampreas a los bares para la ruta de los pinchos que al propio Concello para la fiesta exaltación del domingo pasado.

«Tenemos que agradecer el trabajo de los bares y restaurantes de Pontecesures porque hicieron un trabajo formidable y quisieron ayudarnos comprándonos las lampreas, algunas a muy buen precio», manifiestan los pescadores.

Otros recuerdan que «algo parecido ya se vivió el año pasado, cuando en el ayuntamiento nos decían que no iban a comprarnos ninguna lamprea porque les parecían caras y que preferían traerlas del Miño; aunque finalmente accedieron a comprarnos algunas porque les dijimos que no íbamos a consentir que nos dejaran completamente de lado».

Lo que queda claro es que eso de promocionar a la «dama del Ulla» parece ahora más cuestionado que nunca, de ahí que los ciudadanos de Pontecesures insistan en reclamar explicaciones al ejecutivo que preside la nacionalista Cecilia Tarela.

«Tienen que presentar un balance detallado de los gastos e ingresos de esta fiesta y dejar muy claro de dónde era exactamente la lamprea que se vendió el domingo como si fuera toda del Ulla», sentencian los pontecesureños consultados.

Faro de Vigo