Hoy viernes, a las 19.00 horas en la iglesia parroquial de Santiago de Padrón se celebra la misa por el primer aniversario del fallecimiento de Ramona Amparo Frojan Díaz, Chicha en el entorno familiar y conocido, esposa del colaborador de EL CORREO en Padrón, José Castro Cajaraville. Su esposo y sus hijas Pilar y Sesi, agradecen la asistencia al acto litúrgico.
Con el corazón roto, una multitud, que en su mayoría quebró en
llanto, ha despedido este sábado a María González Vicente y Alberto
Chaves Gómez, la pareja española víctima de los atentados perpetrados en
Sri Lanka, unos jóvenes enamorados enterrados juntos tras un adiós
nunca imaginado.
En la iglesia de San Xulián, con una torre campanario que se levanta
sobre su fachada, todos los congregados en esta tarde en la que el sol
ha hecho su aparición con fuerza, después de un amanecer nublado, nadie
daba crédito a ese baño de sangre en el Domingo de Resurrección que
truncó la existencia de unos novios muy conocidos y queridos, con
residencia en este pueblo de la provincia de Pontevedra, y que tenían un
sinfín de sueños para su futuro.La capilla ardiente ha estado instalada en el tanatorio de la vecina localidad de Padrón, en A Coruña, donde ella, María, trabajaba en la empresa de sus padres, especializada en equipación de trabajo, y, desde allí, sus cuerpos han sido trasladados para el funeral, cada uno en su respectivo coche fúnebre, mientras otro iba repleto de coronas.
La emotiva ceremonia ha estado oficiada por el arzobispo de Santiago
de Compostela, Julián Barrio, que ha confesado que en cuanto se enteró
de la tragedia, había rezado por ellos, pero también por sus familiares
de una manera especial, sabedor, tal y como ha confesado, de que nadie
está preparado para afrontar el final de aquellos a los que quieren.
Mucho menos si la causa radica en un ataque terrorista, «siempre
injusto e indiscriminado, perverso y nunca justificable», como el
acontecido en esa isla, la lágrima de la India, el cual ha reivindicado
el Estado Islámico (EI) y que ha arrojado el saldo de 253 personas
muertas y más de 500 heridas.
Julián Barrio ha manifestado su deseo de en lo posible enjugar las
lágrimas y aliviar el dolor, ante el cual ha pedido a todos los
parientes, de uno y otro, que no se sientan solos, aunque en estos
momentos, ha agregado, la tristeza apenas permita el reconforto al
cerrar el paso a la paz sosegada. «Esta comunidad parroquial se ha
estremecido», ha subrayado, y ha indicado que, con lo ocurrido, «todos
hemos perdido» a unos seres humanos que formaban parte de la convivencia
diaria, de la cercanía y de los afectos.
Ha ahondado el arzobispo, hecho este apunte, en que la muerte, un
enigma de la condición humana, llega siempre inesperadamente y en el
caso concreto de María y Alberto «les han arrebatado sus vidas cuando
tantos proyectos y tantas esperanzas llenaban su horizonte diario».
Visiblemente afectado, ha hecho hincapié en que es difícil
entenderlo, -«sé que estáis viviendo un dolor intenso»-; no en vano, ha
admitido que las experiencias del mal pueden «estremecer la fe» y llegar
a ser para ella una tentación, en referencia a no creer, pero ha pedido
y rogado no caer en eso.
«Todo parece un mal sueño del que uno espera salir en cualquier amanecer», ha vuelto a reconocer, porque María y Alberto llevan consigo parte de muchas otras vidas, que han quedado partidas a la mitad.Feijóo, a la cabeza de una amplia representación política El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, no ha faltado a este acto, y tampoco su número dos, Alfonso Rueda, ni la cabeza de lista al Congreso por Pontevedra, Ana Pastor.
Han estado igualmente el delegado del Gobierno en Galicia, Javier Losada, así como las subdelegadas de Pontevedra (Maica Larriba) y A Coruña (Pilar López-Riobóo); el titular del Parlamento, Miguel Santalices, el secretario general del PSdeG, Gonzalo Caballero, y los alcaldes de Pontecesures, Juan Manuel Vidal; Rianxo, Adolfo Muíños; y Valga, José María Bello.
Alberto, de 31 años, natural de Rianxo (A Coruña), y con un hermano menor, trabajaba en la filial de Profand en la India y su pareja, María, hija única, de 32, lo hacía en la compañía de sus padres. Ambos disfrutaban de unas vacaciones juntos por Semana Santa.
María y Alberto se encontraban desayunando cuando se produjo el asalto al hotel donde se alojaban. Poco antes habían subido fotografías de una aventura que les estaba encantando.
Los vecinos de Pontecesures esta tarde a la llegada de los féretros con los restos mortales de los dos jóvenes gallegos que han fallecido en la cadena de atentados perpetrados el domingo en Sri Lanka. Al sepelio asistió, el presidente de la Xunta, Núñez Feijóo, la presidenta del Congreso, Ana Pastor, el delegado del Gobierno, Javier Losada, el presidente del parlamento gallego, Mguel Santalices (4, izq) y el secretario general del PSDG-PSOE, Gonzalo Caballero, andemás de cientos de personas.
Con el corazón roto, una multitud, que en su
mayoría quebró en llanto, ha despedido este sábado a María González
Vicente y Alberto Chaves Gómez, la pareja española víctima de los
atentados perpetrados en Sri Lanka, unos jóvenes enamorados enterrados
juntos tras un adiós nunca imaginado.
En la iglesia de San
Xulián, con una torre campanario que se levanta sobre su fachada, todos
los congregados en esta tarde en la que el sol ha hecho su aparición con
fuerza, después de un amanecer nublado, nadie daba crédito a ese baño
de sangre en el Domingo de Resurrección que truncó la existencia de unos
novios muy conocidos y queridos, con residencia en este pueblo de la
provincia de Pontevedra, y que tenían un sinfín de sueños para su
futuro.
La capilla ardiente ha estado instalada en el tanatorio
de la vecina localidad de Padrón, en A Coruña, donde ella, María,
trabajaba en la empresa de sus padres, especializada en equipación de
trabajo, y, desde allí, sus cuerpos han sido trasladados para el
funeral, cada uno en su respectivo coche fúnebre, mientras otro iba
repleto de coronas.
La emotiva ceremonia ha estado oficiada por
el arzobispo de Santiago de Compostela, Julián Barrio, que ha confesado
que en cuanto se enteró de la tragedia, había rezado por ellos, pero
también por sus familiares de una manera especial, sabedor, tal y como
ha confesado, de que nadie está preparado para afrontar el final de
aquellos a los que quieren.
Mucho menos si la causa radica en un
ataque terrorista, «siempre injusto e indiscriminado, perverso y nunca
justificable», como el acontecido en esa isla, la lágrima de la India,
el cual ha reivindicado el Estado Islámico (EI) y que ha arrojado el
saldo de 253 personas muertas y más de 500 heridas.
Julián
Barrio ha manifestado su deseo de en lo posible enjugar las lágrimas y
aliviar el dolor, ante el cual ha pedido a todos los parientes, de uno y
otro, que no se sientan solos, aunque en estos momentos, ha agregado,
la tristeza apenas permita el reconforto al cerrar el paso a la paz
sosegada.
«Esta comunidad parroquial se ha estremecido», ha
subrayado, y ha indicado que, con lo ocurrido, «todos hemos perdido» a
unos seres humanos que formaban parte de la convivencia diaria, de la
cercanía y de los afectos.
Ha ahondado el arzobispo, hecho este
apunte, en que la muerte, un enigma de la condición humana, llega
siempre inesperadamente y en el caso concreto de María y Alberto «les
han arrebatado sus vidas cuando tantos proyectos y tantas esperanzas
llenaban su horizonte diario».
Visiblemente afectado, ha hecho
hincapié en que es difícil entenderlo, -«sé que estáis viviendo un dolor
intenso»-; no en vano, ha admitido que las experiencias del mal pueden
«estremecer la fe» y llegar a ser para ella una tentación, en referencia
a no creer, pero ha pedido y rogado no caer en eso.
«Todo
parece un mal sueño del que uno espera salir en cualquier amanecer», ha
vuelto a reconocer, porque María y Alberto llevan consigo parte de
muchas otras vidas, que han quedado partidas a la mitad.
El
presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, no ha faltado a este acto,
y tampoco su número dos, Alfonso Rueda, ni la cabeza de lista al
Congreso por Pontevedra, Ana Pastor.
Han estado igualmente el
delegado del Gobierno en Galicia, Javier Losada, así como las
subdelegadas de Pontevedra (Maica Larriba) y A Coruña (Pilar
López-Riobóo); el titular del Parlamento, Miguel Santalices, el
secretario general del PSdeG, Gonzalo Caballero, y los alcaldes de
Pontecesures, Juan Manuel Vidal; Rianxo, Adolfo Muíños; y Valga, José
María Bello.
Alberto, de 31 años, natural de Rianxo (A Coruña), y
con un hermano menor, trabajaba en la filial de Profand en la India y
su pareja, María, hija única, de 32, lo hacía en la compañía de sus
padres. Ambos disfrutaban de unas vacaciones juntos por Semana Santa.
María y Alberto se encontraban desayunando cuando se produjo el asalto al hotel donde se alojaban. Poco antes habían subido fotografías de una aventura que les estaba encantando.
En
la iglesia de San Xulián de Pontecesures, donde se ha oficiado el
funeral, nadie daba crédito al baño de sangre que el Domingo de
Resurrección truncó la vida de unos jóvenes muy conocidos y queridos en
la zona, con residencia en este pueblo de la provincia de Pontevedra y
que tenían un sinfín de sueños para su futuro.
La
capilla ardiente se ha instalado en el tanatorio de la vecina localidad
de Padrón, donde María, de 32 años, trabajaba en la empresa de sus
padres especializada en equipación de trabajo, y, desde allí, sus
cuerpos han sido trasladados para el funeral.
La
emotiva ceremonia ha estado oficiada por el arzobispo de Santiago de
Compostela, Julián Barrio, que ha confesado que, nada más enterarse de
la tragedia, había rezado por ellos, pero también por sus familiares,
sabedor, como ha confesado, de que nadie está preparado para afrontar el
final de aquellos a los que quiere.
Mucho
menos si la causa es un ataque terrorista, «siempre injusto e
indiscriminado, perverso y nunca justificable», como el acontecido en
esa isla, la lágrima de la India, que se ha atribuido el Estado Islámico
y que ha dejado 253 muertos y más de 500 heridos.
«Esta
comunidad parroquial se ha estremecido», ha subrayado el arzobispo, y
ha indicado que, con lo ocurrido, «todos hemos perdido» a unos seres
humanos que formaban parte de la convivencia diaria, de la cercanía y de
los afectos.
Ha ahondado el
arzobispo en que la muerte, un enigma de la condición humana, llega
siempre inesperadamente y en el caso concreto de María y Alberto «les
han arrebatado sus vidas cuando tantos proyectos y tantas esperanzas
llenaban su horizonte diario».
Visiblemente
afectado, ha hecho hincapié en que es difícil entenderlo, -«sé que
estáis viviendo un dolor intenso»-; no en vano, ha admitido que las
experiencias del mal pueden «estremecer la fe» y llegar a ser para ella
una tentación, en referencia a no creer, pero ha pedido y rogado no caer
en eso. «Todo parece un mal sueño del que uno espera salir
en cualquier amanecer», ha vuelto a reconocer, porque María y Alberto
llevan consigo parte de muchas otras vidas, que han quedado partidas a
la mitad.
Han asistido al funeral el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo;
su número dos, Alfonso Rueda; la cabeza de lista al Congreso del PP por
Pontevedra, Ana Pastor; el delegado del Gobierno en Galicia, Javier
Losada; as subdelegadas de Pontevedra (Maica Larriba) y A Coruña (Pilar
López-Riobóo); el presidende del Parlamento, Miguel Santalices; el
secretario general del PSdeG, Gonzalo Caballero, y los alcaldes de
Pontecesures, Juan Manuel Vidal; Rianxo, Adolfo Muíños; y Valga, José
María Bello.
Alberto, de 31
años, natural de Rianxo (A Coruña), trabajaba en la filial de Profand en
la India, y su novia, María, lo hacía en la empresa de sus padres.
Ambos disfrutaban de unas vacaciones juntos en Semana Santa.
María y Alberto se encontraban desayunando cuando se produjo el asalto al hotel donde se alojaban. Poco antes habían subido fotografías de una aventura que les estaba encantando.
Allí,
en el tanatorio Iria Flavia, en el municipio vecino de Padrón,
esperaban los familiares de las dos víctimas y, en representación del
pueblo de Pontecesures, el alcalde, Juan Manuel Vidal Seage, y sus socios de gobierno, Ángel Souto e Isabel Castro Barreiro.
Cuando llegaron los ataúdes fueron inevitables la escenas de dolor y rabia. Los padres
de los fallecidos, José González Magán, Amelia Vicente Pereiras, Manuel
Chaves Barreiro y Dolores Gómez Rodríguez, esperaban en el interior del
tanatorio sin poder contener la emoción. En el exterior se encontraban
algunos de los tíos y primos de las víctimas.
Ya
con los féretros en la sala mortuoria número 2, situados uno junto al
otro -al igual que reposarán juntos sus restos en el camposanto-, el
dolor de familiares y amigos se hacía aún más evidente. Y resultaba inenarrable, casi estremecedor,
cuando los padres pasaron a la sala para ver por última vez a sus
hijos. Se abrazaban, buscaban consuelo donde no lo había, lloraban y se
preguntaban por qué.
En cierto
modo era ayer cuando empezaban a asimilar que la terrible situación que
padecen desde el domingo no es ninguna pesadilla, sino una triste
realidad provocada por el odio y el terrorismo.
Aunque
el haber sido posible la identificación de los cuerpos y el hecho de
poder traerlos a casa -mucho antes de lo inicialmente previsto- para
darles un último adiós, enterrarlos y tener un lugar en el que rezarles
puede ser entendido como una especie de consuelo, es lógico pensar que
ni siquiera esto es suficiente para superar una pérdida como esta.
Adrián, hermano de Alberto Chaves, las abuelas de María, los padres,
tíos y primos de ambas víctimas trataban de encontrar consuelo donde no
lo había. Intentaban sobreponerse mientras recibían las condolencias de
los vecinos y amigos que se desplazaron al tanatorio, que les visitaron
en sus casas, les telefonearon o que guardaron un minuto de silencio en
memoria de la pareja, como hizo ayer la comunidad educativa del
instituto de Rianxo en el que estudió Alberto.
A
medida que avanzaba la tarde cientos de personas pasaban por el
tanatorio padronés, situado a orillas del río Sar y en el corazón de las
tierras de Rosalía de Castro. Un lugar al que llegaron también decenas
de ramos y coronas de flores enviadas desde diferentes rincones de Galicia, aunque sobre todo, de Pontecesures y Rianxo, el municipio del que es natural Alberto Chaves.
Y hoy seguirán llegando ciudadanos y flores al tanatorio,
hasta que a eso de las seis de la tarde se proceda a la conducción de
los cadáveres hasta la iglesia parroquial de San Xulián de Pontecesures.
Será allí donde se celebre el funeral de corpore insepulto,
oficiado por el arzobispo de Santiago, Julián Barrio, antes de que
reciban sepultura en el cementerio de la parroquia, situado a escasos
metros.
Se espera un sepelio
multitudinario en el que, lógicamente, participarán numerosos
representantes sociales, políticos y empresariales.
Ayer, por ejemplo, anunciaron su presencia en estos actos el delegado del gobierno en Galicia, Javier Losada; la subdelegada en Pontevedra, Maica Larriba, y su homóloga en A Coruña, Pilar López-Riobóo.
También tienen previsto acudir Alberto Núñez Feijóo, presidente de la Xunta; Ana Pastor, presidenta del Congreso, en funciones; y el presidente del Parlamento de Galicia, Miguel Ángel Santalices.
-La misa comenzará a las 18.30 horas, en la iglesia de San Xulián de Pontecesures -La llegada de los cuerpos al tanatorio de Padrón está prevista para esta misma tarde.
María
González Vicente, de 32 años, y Alberto Chaves Gómez, de 31, se
enterrarán juntos mañana en el cementerio de Pontecesures, justo después
de un funeral por su eterno descanso que tendrá lugar en la iglesia de
la parroquia de San Xulián que estará presidido por el arzobispo de
Santiago, Julián Barrio.
Se
trata de la joven pareja asesinada el domingo pasado en los brutales
atentados de Sri Lanka, donde se encontraban disfrutando de unos días de
vacaciones. Estaban hospedados en el hotel Kingsbury cuando poco antes
de las 9.00 horas, mientras se encontraban en el restaurante para
desayunar, se inmoló un terrorista suicida con sus cargas explosivas.
Como
se avanzaba ayer en FARO, aunque él es natural de Rial, en la parroquia
de Leiro, municipio de Rianxo, las familias de los dos jóvenes, que
vivían juntos desde hace unos años en la villa pontecesureña, han
decidido que sean velados y enterrados juntos.
Su
velatorio y entierro va a depender del proceso de repatriación de los
cadáveres y de su llegada a España. Pero inicialmente está previsto que
sus restos mortales sean depositados en el tanatorio Iria Flavia, en el
ayuntamiento de Padrón, entre las cuatro y las ocho de esta misma tarde.
Si todo marcha según lo previsto, el traslado de la pareja desde la casa mortuoria hacia el camposanto de Pontecesures se realizará mañana a las 18.00 horas, de ahí que el funeral vaya a comenzar apenas media hora después.
Cabe
recordar que el embajador español en Nueva Delhi, con jurisdicción
sobre Sri Lanka, José Ramón Barañano, había confirmado que los cuerpos
de María González Vicente y Alberto Chaves iban a ser repatriados anoche
y que llegarían a España esta mañana.
Identificación confirmada
Como
también aseguró que las dos víctimas españolas están totalmente
identificadas después de que se cotejaran sus huellas dactilares.
Ni
que decir tiene que con cerca de cuatrocientos muertos y medio millar
de heridos tras los atentados cometidos el domingo pasado en tres
hoteles de lujo y tres iglesias, las labores de identificación de la
pareja gallega no fueron sencillas.
En
la embajada española en Nueva Delhi explicaron que el primer paso fue
revisar las listas de huéspedes en los tres hoteles de lujo atacados,
puesto que en las iglesias afectadas las posibilidades de que hubiera
españoles eran menores.
«Así
pudimos delimitar mucho más las sospechas de que hubiera pasado algo, y
esos datos se cotejaron con los que se recibían de la morgue», explicó
el embajador a la agencia EFE.
Con
las fotografías que se le habían facilitado, y en colaboración con la
cónsul honoraria de España en el país, Priya Jayawardena, el encargado
para Sri Lanka de la embajada española en Nueva Delhi, el diplomático
Ignacio Vitórica, consiguió localizar a la pareja que «llevaba como
cinco o seis días» en la ciudad y se disponía a abandonarla.
También
indicó el embajador español que los tatuajes de los dos jóvenes
arousanos facilitaron enormemente la identificación de sus restos.
Se
da la circunstancia de que Alberto Chaves, que trabajaba en una empresa
dedicada a los productos congelados del mar en el sur de la India,
tenía previsto pasar la Semana Santa en Galicia.
Pero
como su novia, María González, también iba a tener días libres en la
misma época -ella trabajaba en una empresa familiar situada en Padrón-,
acordaron hacer un viaje juntos a Sri Lanka, donde finalmente
encontraron la muerte.
Como se explicó en días pasados, María y Alberto estaban muy unidos y tenían muchos planes de futuro juntos.