Policía y Guardia Civil de Rianxo toman pruebas tras un robo.
Con 35 años, el rianxeiro Servando V.H. es un conocido delincuente, acostumbrado a robar casas, cuyo historial de arrestos y condenas no cabe en un par de páginas de atestados. Tras su última detención, por un robo con violencia en una casa de Valga, ingresó en la prisión de A Lama. Esto agrada a los vecinos, que duermen un poco más tranquilos, y a los agentes del orden. Pero unos y otros se preguntan: ¿Cuánto tardará en robar de nuevo?
Nació en Rianxo y fue arrestado y condenado en decenas de ocasiones, casi siempre por robos -muchos con violencia e intimidación- en el interior de domicilios particulares, tanto ocupados en el momento del asalto como vacíos. Es especialista en forzar ventanas, de vez en cuando «trabaja» con ayuda, y cuando se encuentra a alguien en el interior de la vivienda lo amenaza con hacerle daño o contagiarle el Sida. Ese es Servando, cuyo radio de acción delictiva se centra en los municipios de Rianxo, Pontecesures y Valga, pero que puede extender sus tentáculos en cualquier momento y con facilidad.
Los agentes de Policía Local y Guardia Civil lo conocen bien, saben cómo actúa y lo detienen con mucha frecuencia, lo cual es digno de resaltar. Pero esa misma eficacia policiales es la que hace que los agentes sientan impotencia y desesperación también con mucha facilidad, cuando ven que Servando «entra por una puerta y sale por la otra».
Cuando está en la calle los vecinos incluso se mandan mensajes por WhatsApp para alertarse unos a otros, y los agentes se ven obligados a redoblar esfuerzos. Cuando está en la cárcel -como sucedió durante el fin de semana, pues ingresó el sábado tras un robo cometido el viernes en Valga- ciudadanos y fuerzas de seguridad respiran un poco más tranquilos, aunque saben que pronto reaparecerá.
Tanto es así que la Policía Local de Rianxo, en un gesto que le honra, incluso llegó a pedir disculpas públicamente a unos ciudadanos que no entienden por qué Servando está más tiempo en la calle que entre rejas. No es de extrañar, por tanto, que los agentes municipales rianxeiros y diversos efectivos de la Guardia Civil aplaudan ahora la enésima detención del individuo y su traslado a la cárcel de A Lama.
Un ingreso en prisión que no puede pasar desapercibido, de ahí que ayer tanto en Rianxo como en el Bajo Ulla fueran muchos los ciudadanos que comentaban esta noticia.
Y es que Servando, que en sus robos suele buscar dinero y joyas, no es un tipo cualquiera. Su desfachatez llega a tales extremos que incluso llega a vacilar a los agentes del orden. En una ocasión tuvieron que desplazarse al juzgado de Padrón 4 agentes de la Policía Local y 5 de la Guardia Civil. Iban a asistir a dos juicios en los cuales el acusado era el propio Servando.
Resulta que las dos causas se cerraron por conformidad con las penas, condenándose al caco rianxeiro a un total de tres años y un día. Dichas condenas se sumaban a otra pendiente (de dos años y cuatro meses) tras el robo en un supermercado de Rianxo, amén de otras derivadas de acciones anteriores.
Pues bien. En esa jornada de vistas judiciales aludida, los nueve agentes desplazados desde sus cuarteles o sedes -con el consiguiente gasto para el erario público y pérdida de horas de trabajo y atención al ciudadano- se encontraron en la cafetería del Juzgado, donde «dejamos sentir nuestro desánimo e impotencia» ante el ir y venir de Servando.
Así lo reconoce el jefe de la Policía Local de Rianxo, Antonio Tubío, sabedor de que «un trabajo como el policial necesita un alto grado de motivación», y ésta es difícil de conseguir cuando un caco se toma las libertades que se toma éste. Tantas libertades que incluso se atreve a vacilar, pues cuando los policías y guardias civiles tomaban café en el juzgado apareció ante ellos el propio Servando, que a pesar de las condenas seguía libre.
Y cualquiera puede imaginarse ahora la sorpresa, estupor e indignación de los agentes al ver que este delincuente se dirigía a ellos y bromeaba diciéndoles que si llega a saber antes que estaban tantos policías y guardias civiles reunidos en el juzgado él no habría acudido a declarar, pues daba por hecho que en aquel momento Rianxo estaba bajo mínimos en cuanto a agentes y creía que así podría «trabajar» con más tranquilidad y libertad de movimientos.
«Lo más triste de esta situación es que uno ya no sabe qué explicación dar a los vecinos», sentencia el resignado jefe de la Policía Local de Rianxo.
La única esperanza que queda ahora a este departamento, a la Guardia Civil y a los vecinos es que al menos el ingreso de Servando en A Lama anteayer sirva para que cumpla de un tirón todas las condenas que tiene pendientes.
Faro de Vigo