Un año más, FARO DE VIGO quiso acompañar a los titulares de las pesqueiras del Ulla para contar a los lectores cómo se desarrolla ese trabajo, siempre desde las ocho de la tarde hasta las ocho de la mañana del día siguiente. De este modo se ha comprobado que la escasez de lamprea sigue siendo preocupante, como lo es para los valeiros, es decir, los pescadores que faenan desde embarcación a la altura de Pontecesures. Sin éxito en las capturas, al menos el trabajo en los sillares de piedra que ya empleaban los romanos permite disfrutar de espacios naturales casi paradisíacos y supone algo así como un viaje en el tiempo.
Si a estas alturas los romanos siguieran pescando lamprea en el Ulla seguro que estarían igual de preocupados que los actuales concesionarios de sus zonas de pesca, las pesqueiras; tradicionales construcciones de piedra situadas en el cauce fluvial que se convierten en trampas casi infalibles para el primitivo y cartilaginoso pez.
El problema es que este año la lamprea no aparece por ninguna parte, como bien saben también los pescadores que faenan a la altura de Pontecesures.
Unos y otros hablan de un año nefasto, y son muchos los que dicen no recordar una escasez de producto tan notoria como en esta ocasión.
FARO DE VIGO tuvo esta semana la oportunidad de participar en las jornadas nocturnas de trabajo en las pesqueiras situadas en Herbón, junto a profesionales de esta actividad como Antonio Caldelas Vidal.
Las capturas fueron inexistentes, pero una vez más quedó claro lo hábiles e ingeniosos que eran los romanos al explotar estas trampas de piedra y al escoger el lugar para colocarlas.
Y es que al menos en caso de ausencia de capturas, como así ha sido, es posible disfrutar en todo su esplendor del Sistema Fluvial Ulla-Deza, un espacio natural protegido que ofrece privilegiadas vistas y un contacto directo con la naturaleza.
De esto sabe mucho el escritor Miguel Piñeiro, autor del libro titulado «Lampreas e Pesqueiras», publicado por Editorial Galaxia.
En esta publicación explica como las lampreas intentan superar la fuerza de la corriente en los pasillos de la pesqueira donde se colocan las nasas, cayendo así dentro de las redes mientras la fuerza del agua les impide salir.
Piñeiro aclara, y es un consejo que pueden seguir todos aquellos que quieran disfrutar del paisaje y ver de cerca el trabajo en las pesqueiras, que éstas se dividen en cuatro tramos o grupos, situados en Herbón, Carcacía-Lapido, Barcala-Sinde y en Reis. Las de Herbón, entre ellas la de Antonio Caldelas, se conocen como Areas y Traxeito, la primera con seis pescos y cinco pasillos y la segunda con nueve pescos y ocho pasillos».
Añade el escritor que «la explotación de esta construcción está repartida por grupos de muros denominados Cabildo, Cuarteles, Xanza, Mitra y Cortiñas».
Setecientos metros, río arriba, «están las segundas pesqueiras, llamadas As Bellas, con la subdenominación de Bellas y Ribeiro, que miden 91 metros».
Piñeiro hace constar que «a 519 metros está la tercera construcción, el particular y único Canal de Herbón, que llega a los 120 metros de longitud entre los dos muros y alberga cuatro puestos de pesca en la orilla norte y tres en la sur, sumando cinco pasillos».
La pesqueira de O Canal ·está compuesta por unos muros en forma de vértice -una V- orientado hacia la corriente para desviar el agua a las orillas donde están las trampas, pero los muros no cercenan la corriente totalmente, sino que están separados por una vena central de dos metros que permite el remonte de las especies migradoras».
Incluso apunta en su libro que «las más semejantes, en formato, a esta pesqueira del Ulla, son una serie de construcciones galaico-portuguesas que unen sus muros en el centro del río», por lo que «la pesqueira de O Canal puede considerarse una construcción mixta o híbrida y se puede decir que única en Galicia».
Más arriba «están las pesqueiras Prateado, en la actualidad muy deterioradas y con un gran boquete central; y la de Herbón, llamada A Trapa, que tiene seis pescos y cinco pasillos a un lado y cuatro pescos con tres pasillos al otro».
El segundo grupo de pesqueiras es el de Carcacía, «con la subdenominación de Carcacía-Lapido en la orilla norte y Carcacía, en la sur. Tiene ocho construcciones; las primeras son Furado y A Caseta, ambas con tres pescos y dos pasillos cada una».
Miguel Piñeiro aclara que «en todas las pesqueiras, los propietarios montan unas casetas donde pasan la noche para efectuar labores de vigilancia», como es el caso de Antonio Caldelas.
«Suelen ser construcciones rústicas de madera y plásticos, salvo la de esta pesqueira que está excavada en la roca».
Junto a las pesqueiras de Carcacía están las de Muxena, Aguadalta, Nova, Loureiriña, Loureira, A Forrica y Carballo.
En la tercera serie de pesqueiras están las de Sinde, Barcala, mientras que en la cuarta se localizan las de Reis, llamadas Bustelo y Lampreeiro.
Las primeras en abrir la temporada son las pesqueiras de As Areas y Bellas, donde el sistema de levantado de copos «es muy vistoso, pues los propietarios utilizan una primitiva, arcaica, rústica y nada convencional barcaza.
En cualquier caso, Piñeiro advierte de que «el Ulla ha cambiado con el paso de los años y a algunos de estos pasillos no les llega el agua, por lo que no se pueden armar».
Faro de Vigo