MANUEL VICENTE MOURE BUELA. Hizo fortuna en Coronda (Argentina) y destinó una parte de ella a mejorar las condiciones de vida de su pueblo natal, Pontecesures, pero las cláusulas de su testamento no fueron cumplidas y el Colegio de Artes y Oficios, que había decidido financiar, no llegó a construirse.
Manuel Vicente Moure Buela nació en Pontecesures, el 17 de noviembre de 1860, y cuando era un chaval tuvo que seguir el camino que habían trazado miles de gallegos, el de la emigración. Con 15 años cruzó por primera vez el Atlántico con destino a Argentina, donde no tardó en poner de manifiesto sus dotes como empresario.
En Coronda, una pequeña localidad situada en la provincia de Santa Fe, se hizo con varias explotaciones que se extendían a lo largo y ancho de miles de hectáreas. «Manuel Vicente Moure, Colonizador, Comerciante y Hacendado», leyeron los vecinos durante varias décadas cuando pasaban por delante de su establecimiento.
El éxito le permitió regresar por primera vez a su pueblo natal en 1905, y también comprobar que había retrocedido en la historia. Pontecesures, pertenecía entonces al municipio de Valga. Trabó amistad con José Novo Núñez que, en 1925, sería su primer alcalde, al igual que con José Antonio Vàzquez Rey, un maestro caracterizado por su gran carisma.
Se vuelta a Coronda hizo varios envíos de dinero para participar en la solución de los problemas más acuciantes, entre los que se incluyó la restauración de la iglesia de San Xulián, que dotó de dos campanas fabricadas en el taller de la familia Ocampo de Arcos de la Condesa (Caldas), con la condición de que «jamás podrían ser trasladadas a otra iglesia».
BIBLIOTECA. También financió la reparación y ampliación de la escuela y la dotación de una biblioteca. El edificio donde se encontraban fue demolido cuando construída la carretera N-550, en octubre de 1959, y nada queda de sus restos. Manuel Vicente Moure siempre respondió con envíos de ayuda cuando le fue solicitada.
Pero su objetivo más ambicioso era la construcción de la Escuela Graduada de San Xulián. Es lógico, entonces, que no tardara en recibir reconocimeintos públicos, como el de presidente honorario de la Mutualidad Puente del César o del Pósito.
Falleció con 68 años, el 24 de febrero de 1928. La Sociedad de Artesanos, la Corporación Municipal, la Mutualidad Puente del César, el Casino y otras asociaciones del municipio aprueban nombrarlo Hijo Predilecto y solicitar que se le otorgue la Gran Cruz de Alfonso XII. El grupo escolar y la biblioteca fueron bautizados con el nombre del benefactor que había pagado 5.000 libros, un aula de Física y Química y un jardín botánico.
Su testamento había quedado redactado el 4 de enero de 1926 y en este documento figura que es hijo de Manuel Vicente Moure, de Catoria, y María Buela Carlés, nacida en Sorribas, ambos fallecidos y que no tiene hijos.
El declarante expone que posee diversos inmuebles, una casa de negocio «en ramos generales de campaña que tiene establecida con todas sus existencias en mercadorías y cereales» así como ganado vacuno, yeguas, ovejas, y caballos y dos islas.
Además, Manuel Vicente Moure Buela, puntualiza que «tiene créditos y cuentas a cobrar, todo lo cual consta en sus libros y que, por último, son suyos muebles que adornan su casa y los automóviles y vehículos que tiene en sus domicilios».
Es así como, al no tener heredero, dispuso que «se construya en San Julián de Requeijo, donde nació el otorgante, un Colegio de Artes y Oficios en el que habrá una sección de enseñanza de idiomas como el francés, inglés y otros».
El filántropo indiano también dejó claro que la gestión del colegio sería del Concello, e hizo una putualización, «esta disposición se hace con la condición de que la liquidación de los bienes, con que debe cumplirse, se lleve a cabo después de pasados diez años».
Manuel Vicente Moure también determinó que el Hospital de Coronda, la localildad en la que hizo su fortuna, valorada en 1.250.000 pesos, recibiese una parte de ella, sin olvidarse de un hermano y de la iglesia de San Xulián.
Pero sus decisiones no llegaron a convertirse en realidad. «Non cabe dúbida de que Moure foi traizoado por alguén», mantiene Pepe Dios, el autor del libro «Aquela xente de Catoira», publicado por Teófilo Edicións, en el que está documentado este reportaje.
A río revuelto, ganancia de pescadores, debió de pensar un individuo llamado Onésimo Casal, que se quiso hacer pasar por su hijo pero no logró convencer al juez que se encargó de tramitar la reclamación, basada en testimonios falsos.
Desde el Concello de Pontecesures también se hicieron mal las gestiones, sostiene Pepe Dios, y los representantes en Argentina de Moure tampoco se privaron de cobrar grandes sumas por las gestiones que, periódicamente, realizaron.
BANCARROTA. De este modo su gran fortuna fue menguando, y quienes se suponían que debían defender los intereses del cesureño de origen catoirés en Coronda se ampararon en la crisis de 1929 para justificar la bancarrota.
Las dos islas, Los Laureles y Ancha, fueron puestas a la venta, comenzó la Guerra Civil en España y siguió el inútil cruce de correspondencia entre las dos orillas del Atlántico, que sirvió para que en Pontecesures supiesen que la herencia se había reducido a 20.972 pesos.
Y ni siquiera ese dinero sirvió para la finalidad a la que lo había destinado el que lo ganó, porque el Gobierno argentino dictaminó que como se había agotado el plazo para reclamarlo, sin que nadie lo hubiese hecho, todo lo que le correspondía a Pontecesures eran 5.000, «en concepto de donativo graciable» que el Concello cesureño rechazó, soliviantado, por la humillación que hubiera supuesto aceptarlos.
A así se convirtió una ilusión, la construcción del Colegio de Artes y Oficios, dotado de aulas de idiomas, en una frustración. Pero el gobierno local no lo olvidó, y en 1971 puso su nombre al parque infantil central, en el que juegan niños y charlan padres que posiblemente poco o nada sepan de Manuel Vicente Moure Buela.
DIARIO DE PONTEVEDRA, 12/06/13