Más de trescientas palilleiras se dieron cita en el pabellón de Baño, en Valga, para participar en un nuevo encuentro organizado por la asociación A Bella Otero. Las participantes recibieron la visita del alcalde, José María Bello Maneiro, y de varios concejales del gobierno local.
El IES de Valga, donde cada curso se
desarrollan importantes programas en pro de la igualdad, volvió a
concentrarse ayer como consecuencia de un terrible crimen machista. Esta
vez los alumnos y profesores lloraban la muerte
no solo de Elena Jamardo Figueroa, Sandra Boquete y su hermana Alba,
que estudió en este centro. También mostraban su pesar por todas las
víctimas de esta lacra social que no deja de sembrar desconsuelo en todo
el país.
Antes de guardar un emotivo minuto de silencio, tres alumnos dieron lectura
a otros tantos textos por la igualdad, entre ellos un poema de Luzmaría
Jiménez Faro que habla de «una hilera de enlutadas sombras;
siemprevivas calladas y siempremuertas».
Se
trata de «Ellas, las asesinadas», una poesía del libro «Mujer sin
alcuza» en la que se rinde tributo y homenaje a «mariposas de invierno
en alfileres» y «alondras tristes para siempre mudas» a las que
«sellaron sus bocas con pétalos de sangre», esculpiendo sus risas «sobre
mármoles fríos».
Mujeres «que
levantan sus voces en la ausencia esperando una luz que las redima del
terror, de la injuria y de la fuerza» que, como Sandra Boquete, dejan a
sus hijos «a solas en el aire».
Como
igual de representativo fue el texto de Marta Dacosta leído a
continuación. Ese que dice que «non é amor ese velo de sombra, non é
amor a negación do soño, non é amor o desprezo estridente, non é amor a
voz que todo o cala».
Tras esta muestra de cariño con las víctimas y este llamamiento desesperado a la implicación de la sociedad
en la lucha contra la violencia de género, el alcalde de Valga, José
María Bello Maneiro, volvió a condenar el trágico crimen ocurrido el
lunes en su pueblo; uno más.
Acompañado
de otros miembros del gobierno valgués, y con un lazo negro en la
solapa, el regidor aprovechó para recordar el crimen machista ocurrido
hace seis meses en la localidad y decir que «nadie podía pensar que esto
pudiera ocurrir de nuevo en un ayuntamiento tranquilo y sin problemas
entre los vecinos como el nuestro». Aunque de inmediato insinuó que eso
de las buenas relaciones vecinales no se daba en esta ocasión, en una
clara referencia a la actitud de José Luis Abet con los residentes en el
lugar de Carracido.
Confirmó también que «no existía denuncia previa por malos tratos» y mostró su cariño hacia los niños y ahora huérfanos de madre, de los que dijo que «la decisión adoptada es que sigan viviendo con sus familiares directos».
Los pequeños se quedarán, de momento, con una tía abuela.
Con el brutal crimen que José Luis Abet perpetró ayer en la aldea de
Carracido todavía en la retina, la preocupación máxima que se extiende
en Valga es proteger a los dos niños, de cuatro y siete años, a los que su padre ha dejado huérfanos
al disparar sobre la madre de los pequeños, Sandra Boquete, su tía,
Alba Boquete, y su abuela, María Elena Jamardo. quitándoles la vida.
Todo el entorno inmediato de los pequeños ha desaparecido de golpe.
A
expensas de lo que decida la jueza de la sala número 2 de Caldas de
Reis, que está tomando declaración al asesino confeso y a los testigos
de lo ocurrido y que acaba de dictar prisión sin fianza, el alcalde del
municipio arousano, José María Bello Maneiro, ha conformado que, al
menos de momento, los niños se quedarán con unos familiares. Hoy se ha conocido que una tía abuela se hará cargo de ellos.
Lo vieron todo. A sus siete y cuatro años,
los dos hijos de Sandra Boquete presenciaron el asesinato de su madre,
de su tía y de su abuela. Habían salido de casa para ir al colegio, y se
tropezaron con la muerte encarnada en una figura, la de su padre, que
debería ser sinónimo de amor y cuidados. Tras perpetrar su sangriento
crimen, José Luis Abet huyó del lugar de los hechos. Los críos,
aterrados, se quedaron quietos, sin saber qué hacer, hasta que un
vecino, José, los sacó del recinto de la casa y los mandó alejarse de
allí. «José tuvo una reacción excelente. No sabía si el tipo
aún andaba por el lugar, así que los llamó para que saliesen y le
hicieron caso». Quien lo cuenta es Carlos Sanjurjo, cuya casa está
separada de la de Sandra por una franja de terreno inculto. Cuando él
llegó al lugar del crimen, los pequeños ya no estaban allí. «A mí me
había despertado mi nuera. Ella estaba preparando a los niños para ir al
colegio cuando oyó los tiros y, al mirar por una ventana, vio al
energúmeno ese con la pistola en la mano y vino a llamarme».
Tras enfrentarse a la cruel realidad en la
casa vecina, Carlos no lo dudó: se subió al coche y fue a buscar a los
niños, que habían sido enviados a una de las viviendas de la aldea. «Les
fui hablando por el camino para entretenerlos y que no viesen los
cadáveres», cuenta. Los depositó en su propio domicilio, con su nuera y
con sus dos nietos. «Intentamos tenerlos lo más entretenidos posible… No podíamos hacer nada más por ellos, pobrecitos».
Sus dos nietos son algo mayores que los vecinos. Pero «son muy
cariñosos. Enseguida se dieron cuenta de que algo pasaba y los cuidaron
mucho». Uno de los agentes de la Guardia Civil que se trasladaron
después a la vivienda dijo a Carlos que «lo mejor que les pudo pasar fue
estar con otros niños en esos primeros momentos». Los juegos infantiles
fueron un bálsamo para dos menores que acababan de cruzar el infierno.
«El pequeño estaba un poco… No se daba cuenta, hasta tomó un poco de
leche cuando le ofrecimos desayuno. Pero el mayor sí. Al poco de llegar
vomitó todo por él. Mi nuera le puso ropa de mi nieto». Fue el
mayor, también, el que contó a la Guardia Civil que había visto «como su
padre mató a su mamá de un disparo». «Parte el alma oír algo así»,
explica Carlos.
La familia y los psicólogos estaban listos
para asumir el cuidado de los dos rapaces, que salieron de casa de
Carlos pasada la una de la tarde. Pero ni él ni su familia pudieron
recuperar la normalidad. Quién sabe cuánto tardarán en hacerlo. «Mis
nietos no están bien. Su madre trabaja por la noche, y se fueron a
dormir con su padre porque no querían estar solos; tenían miedo».
Carlos no parece sentir miedo. Sí rabia. Sí dolor. Él sabía que José Luis Abet no era buena gente. «En la aldea somos veinte vecinos, y él se llevaba mal con 18», explica. «Más de una vez tiene amenazado a la gente con armas. A mi hijo le sacó un hacha una vez, y no fue el único». El vecino era, también, un hombre violento y conflictivo, obsesionado con mantenerse alejado de los demás. «Su casa está rodeada de unos muros enormes, y hasta hace poco tenían plantadas unas tullas altísimas… Y las cámaras de seguridad las puso él también», recuerda. Pero en ningún momento percibió Carlos que en el interior de ese fortín hubiese malos tratos. «Si hubiésemos sospechado algo, habríamos llamado al teléfono que tenemos que llamar», dice tajante. Cuando Abet se divorció y se fue de la aldea, todos suspiraron con cierto alivio. «Desde entonces poco lo vi por aquí. Ojalá no hubiese vuelto nunca».
José Luis Abet Lafuente disparó su revólver a bocajarro contra su expareja Sandra, su exsuegra María Elena y su excuñada Alba. Truncó la vida de tres mujeres queridas en su entorno de amistades y de trabajo.
Sandra Boquete, exmujer del asesino, (a la izquierda) y su hermana Alba (en la derecha).
El asesinato de Sandra Boquete, de su hermana y de su madre a manos
de su expareja José Luis Abet Lafuente conmocionó ayer al tranquilo
lugar de Carracido, en Cordeiro (Valga). Las tres mujeres eran muy
queridas tanto en su entorno familiar y de amistades como en sus
trabajos. Sandra se casó hace diez años con José Luis y con él tuvo dos
hijos que ahora tienen 4 y 7 años. El proceso de separación se inició
hace dos años y el divorcio se consolidó el pasado mes de enero. Sin
embargo las relaciones con su ex nunca fueron buenas en los últimos
tiempos. Sandra ejercía de auxiliar administrativo desde hace más de
diez años en la empresa padronesa Stac. Algunos de sus compañeros de
trabajo la defendían como una persona “amable e bondadosa”. La firma,
tras conocerse el trágico suceso, emitía ayer un comunicado de rechazo
absoluto a lo acontecido y de apoyo y petición de respeto a los
allegados de las víctimas. Un mensaje en el contestador de Stac, así
como un comunicado, anunciaban que las oficinas permanecían cerradas
durante todo el día en señal de duelo por su compañera asesinada.
Tres vidas truncadas
Sandra mantenía una íntima relación con su hermana Alba, a la que
llevaba doce años y que vivía con sus padres en el lugar de A Devesa, en
Campaña, a pocos minutos en coche de su casa de Carracido. Alba, al
igual que Sandra, era muy conocida. De hecho ambas participaron durante
tiempo en las actividades culturales que se realizan en la parroquia en
momentos señalados. La joven de 27 años era logopeda de profesión y era
la titular de un gabinete de esta especialidad ubicado en el vecino
municipio de Pontecesures. Además trabajaba activamente con la
asociación vilagarciana Amencer-Aspace. Familiares de los niños a los
que ella atendía la recuerdan como una “chica muy jovial y encantadora”
con un “tratamiento exquisito” con todos los pequeños. De hecho la
propia asociación vilagarciana emitía un comunicado tras conocerse el
suceso de condena. “La violencia machista golpea a la familia de
Amencer-Aspace. No hay palabras para decir la gran persona y profesional
que se va”, reproducía el colectivo en sus redes.
La tercera víctima de José Luis Abet Lafuente era su exsuegra, María Elena Jamardo. Ella vivía con su marido y su hija en su casa de campaña y mantenía una relación fluida con Sandra a la que visitaba prácticamente todos los días. Su marido, que ahora se queda sin su mujer y sin sus dos hijas, es muy conocido en la localidad porque trabaja en el departamento de Obras del Concello. Así lo confirmó el propio alcalde, Bello Maneiro, que apuntó que él al asesino nunca lo había tratado, pero sí conocía a las víctimas.
A clientela poderá votar a receita que máis lle guste durante os días 24 e 25 de agosto.
A sexta edición da ruta-concurso «Tapa á Anguía» de Valga contará coa
participación de dez establecementos de hostalería do municipio. Os
bares e restaurantes inscritos e as tapas que ofrecerán son: café-bar
Couceiro con «Anguía á brasa con salsa verde»; bar Juan coa tradicional
«Empanada de anguía», café-ba Potel con «Anguía ao estilo Potel»,
cafetería Auditorio con «Ópera anguía», pastelería Caprichos con «Anguía
na tella», bar Maneiro e a súa «Anguía ao estilo Maneiro», bar Alba cun
«Rolo de anguía», café-bar Pontellón coa «Anguía ao estilo Pontellón»,
bar Pardal con «Tapa Pardal» e Corona de Galicia e a súa «Anguía La
Fabulosa».
Os establecementos servirán as tapas aos seus
clientes de xeito gratuíto coas consumicións os días 24 e 25 de agosto
durante os que se desenvolverá o concurso, e tamén o 31 de agosto, a
modo de degustación con motivo da xornada grande da XXIX Festa da Anguía
e Mostra da Caña do País. Será o Concello o que lles facilite a anguía
xa limpa para que os cociñeiros poidan preparar as receitas.
Entre
as persoas que acudan a degustar as tapas e participen na elección da
mellor sortearanse dez vales de compra de 30 euros para gastar no
comercio local.
A votación popular terá un peso do 50 % na elección da tapa gañadora, mentras que o outro 50 % recaerá sobre un xurado designado pola concellería de Cultura. O bar que elabore a mellor receita recibirá o Mandil de Ouro e o segundo e terceiro clasificados, os mandís de prata e bronce.
Os terreos do Tecor de San Huberto de Valga foron testemuña da VI
Copa España de cans de rastro sobre coello, disputada o domingo.
Baixo a organización da Real Federación Española de Caza e a
Federación Galega de Caza, e contando coa importante colaboración da
Sociedade de Cazadores de San Huberto de Valga e o Clube de Amigos dos
Cans de Caza, celebrouse esta sexta edición na que o cazador Manuel
Aguión Tizón obtivo o título nacional co seu lote de beagles de nomes
Nalón, Otilia, Petis e Pancho.
A sequedade do terreo e as altas temperaturas marcaron a xornada, que
contou con 23 lotes de cans inscritos. Divididos en seis campos, os
participantes foron quen, apesares das duras condicións climáticas, de
rastrexar e levantar numerosos coellos. Mostra da boa densidade de caza
nos terreos foron os numeros avistamentos de coellos e o pleno de
levantes por parte dos 23 lotes participantes.
Manuel Aguión Tizón cos seus catro beagles realizou unha grande
prestación que lle reportou un total de 535 puntos e o conseguinte
título da Copa España de Cans de Rastro sobre Coello. O subcampionato
foi para Óscar Esparís Agra, tamén con catro beagles de nomes Hix, Rot,
Gus e Dama e 500 puntos. Con 482 puntos o bronce recaeu nos leonados
Violeta, Kala, Nube e Vitamina, propiedade de Juan Casal Tato.
Mención especial como mellor can da proba para o beagle Nalón, propiedade do campión Manuel Aguión.
Un xantar de clausura e a entrega de premios puxeron o broche de ouro a esta VI Copa de España de Coello que contou coa presencia do alcalde, José María Bello Maneiro, ao que acompañaron o rexedor de Pontecesures, Juan Manuel Vidal; o delegado nacional de cans de rastro da RFEC, José Montoiro; o presidente da Federación Galega de Caza en Pontevedra, Francisco Couselo; o xefe provincial de Deportes da Xunta de Galicia, Daniel Benavides; e Antonio Bouzón, presidente da Sociedade de Cazadores de San Huberto de Valga.