El mal estado de la ruta ha causado accidentes y quejas de los peregrinos
El invierno ha sido crudo. La lluvia, el viento y el frío se han aliado y han empujado a todo el mundo a cubierto. No es de extrañar, pues, que este año sean pocos los peregrinos que se han lanzado a recorrer el Camino de Santiago, por lo menos el que llega hasta Compostela desde Portugal. De ello son testigo los voluntarios de Protección Civil de Valga que, apostados en un recodo, cuñan y prestan ayuda a quienes se han calzado las botas de andar. Aún no han echado cuentas, pero la experiencia les dice que las cifras han bajado, y mucho, con respecto al año pasado. Tal vez sea mejor así. Y es que la ruta, dos años después del último Xacobeo, comienza a mostrar señales evidentes de abandono y olvido.
Escogemos, para hacer la prueba, el tramo del Camino que atraviesa Valga. A pesar de los esfuerzos realizados por Protección Civil para mantener en condiciones el sendero, este muestra signos de agotamiento. Los fuertes lluvias caídas durante el invierno se han encontrado con los canales de desagüe tupidos de hierbas y maleza. Pero la naturaleza es terca, y siempre reclama su derecho a paso. Así que en el tramo que atraviesa Casal de Eirigo ha abierto largos baches, e incluso ha provocado desprendimientos en un lateral de la pista. El hecho de que en esa zona el Camino sea también una servidumbre de paso para fincas no ha hecho más que amplificar el problema. «Neste tramo caíron xa un coche de Protección Civil, un da Garda Civil e dous tractores», cuentan en el bar Pardal, un lugar en el que están acostumbrados a recibir, de primera mano, noticias sobre el Camino.
Y últimamente reciben muchas quejas de quienes han llegado hasta la barra del local andando o en bicicleta. Dicen de la senda que en ella se resbala, que está llena de lodo y que en algunos puntos resulta hasta peligrosa, casi impracticable. «Un rapaz caeu da bicicleta e rompeu a clavícula», explican los parroquianos. Viendo las huellas que el agua ha dejado en el sendero, es fácil de entender el tropezón con herida incluida.
A quienes se quejan, «decímoslles que cando cheguen a Santiago presenten unha queixa», siguen narrando. No saben si su consejo es seguido o no. Lo que sí saben es que algunos vecinos ya han trasladado al alcalde su preocupación por el estado del sendero. Tal vez Bello Maneiro no pueda hacer nada para mejorar una ruta que escapa a sus competencias, pero sí puede llamar a las puertas del Xacobeo para urgir un mínimo mantenimiento de esa histórica vía.
Y es que el mal estado del sendero, que obliga a los peregrinos a hacer eses y fintas para sortear los obstáculos, no es el único motivo de queja de los caminantes. Claudia y Francisca, dos alemanas que encontramos haciendo la ruta, se lamentaban ayer de que la suciedad se ha convertido en su inseparable compañera de viaje. «Hay plásticos. No pocos, muchos», dicen en un español titubeante pero definitivo. Del frío y la lluvia no se quejan. A fin de cuentas, esto es Galicia.
LA VOZ DE GALICIA, 23/03/13