Andrés Quintá Cortiñas.
El pasado 21 de marzo de celebró el Dia Internacional del Árbol, una fecha muy especial para reivindicar nuestros bosques, que son fuente real de vida.
Se hace necesaria la reflexión sobre el camino hacia donde queremos ir en un futuro cercano, ya que estas últimas décadas se caracterizan por la sobreexplotación forestal, fomentando especies de rápido crecimiento y rentabilidad a corto plazo y sin pensar en la repercusión que estas tienen en el medio ambiente. Por ello, conviene plantearse la ordenación, prevención y sobre todo la valorización de ese sector agrario que se desangra cada día, perdiendo asentamiento poblacional, especies y riqueza natural.
En este caso, los ingenieros forestales y de medioambiente deberán marcar las pautas oportunas para evitar la continuidad de las plantaciones descontroladas de eucalipto, cuya demanda excede la demanda de las empresas de pasta de papel y otras, así como por su poder de destrucción de ecosistemas y su nula aportación a la alimentación.
aalicia representa una clara potencia medioambiental, forestal y agroalimentaria. Por este motivo, resulta necesario arbitrar políticas que sean capaces de desarollar al máximo nivel potencial económico, pero en armonía con nuestras masas arbóreas. Estas deben ser objeto de una protección y potenciación especial, aunando esfuerzos y concenciando a la juventud sobre la importancia de disponer de una naturaleza equilibrada, valorando el potencial de nuestro campo, de nuestro mundo rural, de los cultivos agrarios casi abandonados, ya que son alternativas de empleo y de proyección económica y social.
,s de suma importancia cambiar estas políticas forestales por el fomento de la plantación de especies autóctonas de gran valor como el castaño, abedul, fresno. amieiro, pino, roble, nogal…Hay que iniciar un proyecto de reforestación que serviría como importante fuente de empleo para el rural, evitando la despoblación y el éxodo a las ciudades más industrializadas.
Se debe tener en cuenta que de estas plantaciones podríamos aprovechar: la cáscara del roble, para curtido de pieles; las bellotas, en la alimentación de los cerdos ibéricos y la madera, para la conservación y maduración del whiski, ron y vino de altísimo valor y reconocimiento, o mismo en el ahumado de lácteos, carnes y pescados. A esto se debe sumar la importancia de otros árboles que nos surten de frutos fundamentales para una dieta equilibrada: castañas, nueces, cerezas, manzanas, peras, naranjas…
Realmente, es un verdadero problema que debemos combatir en un plazo aproximado de no más de cinco años si pretendemos erradicar el crecimiento de la maleza y, por tanto, la proliferación de incendios, los cuales están dañando las capas del subsuelo de valles y montes, así como incluso de los ríos, a los que las aguas subterráneas y fluviales arrastran esa ceniza.
La idea es que el monte es sostenible en si mismo, pero no solo en madera, frutos o valor social. En Galicia, el componente de mayor proporción del matorral es el tojo (sobre un 85%), que ya era usado por nuestros abuelos como materia prima de alimentación animal de alto contenido proteico, en especial para el ganado. Con todo, en la actualidad se puede usar para la elaboración de harinas de alta calidad, en distintas especies ganaderas y en la fabricación de piensos, con las ventajas del bajo coste y de que se pueden producir a lo largo de todo el año.
Asimismo, el tojo, en su parte maderable, puede ser utilizado en la elaboración de pellet, pues contiene un poder calorífico de aproximadamente un 20% mayor que cualquiera otra conífera. Las posibilidades que nos ofrece la naturaleza a través de nuestra riqueza forestal es inmensa, pero por contra, ni todavía está bien ponderada ni tampoco se tiene en cuenta por el ser humano.
Debemos aprender de nuestro pasado y recuperar el espíritu de aquellas gentes que poblaban el rural gallego y que tenían en la riqueza y variedad forestal una de las principales garantías de su calidad de vida.
Los problemas precisan de soluciones imaginativas y acordes con la nueva realidad que tenemos que lidiar y ahí están los elementos que combatir como el cambio climático, la disminución de la capa de ozono o los incendios forestales, auténtica amenaza de nuestros bosques que se encuentran mal administrados e incluso abandonados.
A mi memoria viene este poeta nuestro, Antonio Machado, del cual Gerardo Diego dijo de él, en una ocasión que «hablaba en verso y vivía en poesía», y que en ese vivir en poesía escribió una lírica de profundo sentir, dedicada al árbol y que en uno de sus versos díce.
«Sí, buen árbol; ya he visto como truecas el fango en flor, y sé lo que me dices; ya se que con tus propias hojas secas se han nutrido de nuevo tus raíces»
Mil primaveras más al Día Internacional del Bosque y de nuestro árboles.
El autor es presidente de Extrugasa, perteneciente al Grupo Quintá.