La «Sarita», primera máquina de vapor de Santiago a Carril.

sarita

La locomotora se oxida frente a la casa fundación Camilo José Cela, en la vecina Iria Flavia

La «Sarita» era una pequeña máquina de tren, a la que los portugueses llamaban cariñosamente «ratinha», que el presidente de la Compañía dos Caminhos de Ferro Portugueses Beira Alta, José María Abalo Sousa mandó traer desde Inglaterra procedente de la compañía inglesa Hunsslet para dedicarla a la construcción de las vías del ferrocarril. Con el paso de los años, la compañía inglesa construyó más de 2.200 de vapor, y más de 19.000 entre vapor, diésel y eléctricas abasteciendo a todos los continentes. La «ratinha» hizo el recorrido Santiago a Carril.

VÍCTOR VIANA La locomotora había sido fabricada en Leeds en la poderosa fábrica «Hunslet Engine Co» y entregada a los «Caminhos de Ferro de Beira Alta» en 1980 con los datos de fábrica 030-0201. Tipo 030ST. Hunslet/243/1880 según los datos de historiador del ferrocarril Mariano Orozco. Estaba dotada de gran separación de ejes y los tanques de agua montados sobre el lomo de la caldera, según el citado estudioso.

Se trataba pues de una bien acreditada fábrica a quien nuestro futuro paisano les pidiera una pequeña «Saddle-Tank» dedicada en principio a la construcción del ferrocarril de Beira Alta que finalmente uniría Figueira da Foz con la estación fronteriza de Vilar Formoso con un total de 252 kilómetros y 522 metros de trazado, cuando esta fue finalizada en el año 1882. En la práctica serviría para comunicar gran parte del norte de Portugal con la vecina España.

Como realmente el servicio de la futura Sarita no era de línea regular, los portugueses no le dieron un nombre y tendría que esperar a pertenecer al «The West Galicia Railway Company» mas conocido en Galicia como el ferrocarril de Santiago de Compostela a Carril, para que sus cariñosos viajeros le pusiera el nombre de «Sarita».

Cuando en 1886 José María Abalo y Sousa regaló (o vendió a bajo precio según los portugueses) la «ratinha» portuguesa a su amigo John Trulock a la sazón poderoso gerente de la compañía gallega del ferrocarril, por presión del abuelo de Camilo José de Cela, había salido una Real Orden según la cual, la compañía inglesa «The Coruña, Santiago and Peninsular Railway Company Limited», sustituía a la anterior compañía del «Ferrocarril Compostelano de Santiago a Carril», en todos sus derechos y obligaciones, con domicilio social en Londres, con un Consejo de Administración formado exclusivamente por ingleses.

Sea regalada o bien fuera vendida la locomotora por Jose María Abalo a John Trulock, lo que si se sabe es que se devolvió al gran favor que el inglés había hecho al por entonces presidente de la compañía Beira Alta ante la financiera «Credit Company» que participaba en la «Societé Financiere de Paris, que fue la compañía que inicialmente había sido la encargada de la construcción de los ferrocarriles de Beira Alta en 1878 y que presidía Abalo y Sousa (los problemas económicos no eran exclusivos de la compañía gallega).

Según los datos de Cavanna Benet, la ya bautizada con el nombre de «Sarita», tenía un peso de 19.810 kilos. Y desarrollaba una potencia de 211 CV, y «conforme a la costumbre de la época de fabricar al menos dos locomotoras de cada pedido para garantizar los recambios, con la 243 se construyó otra locomotora gemela, la nº 242 de nombre «Nene», que fue suministrada a un contratista inglés de ingeniería de caminos».

Aunque organizativamente la nueva locomotora fue llamada «Sar» por estar adscrita a la línea de Santiago-Pontevedra por la que transcurría parte del recorrido de dicho río, en la realidad la maquina estaba al servicio directo de Trulock que la usaría para sus continuos desplazamientos por la línea, razón por la cual los empleados la llamaban la «máquina do xerente». No resulta extraño que con la habitual habilidad de los vilagarcianos para humanizar los objetos agradables, pasaran a llamarla «Sarita».

El problema que se planteaba tras el regalo de la maquina era ¿quien seria su conductor?

Mr. Trulock decidió que fuera Francisco Porto Codesido, al que hubo que enviar a Inglaterra para que aprendiera y familiarizara con el manejo de la pequeña locomotora.

Tan formado regresó Porto de sus estudios en Gran Bretaña, que no solamente hablaba inglés a la perfección sino que hasta exigía tomar el té a las cinco de las tarde.

Supo aprovechar bien sus ganancias edificando una casa y abriendo una fonda en la misma en el camino de Vilagarcía a Carril.

Risuroso y cumplidor en extremo, cuenta Manolo Suarez – la persona que sin duda alguna más sabe sobre el ferrocarril gallego -, «que en todas las estaciones del recorrido ordenó colocar unos carteles con las frases: «Los que llegan retrasados al trabajo siempre son los mismos», «Un sitio para cada cosa, cada cosa en su sitio», «Las máquinas poco limpias solo se prestan a personas sucias», «La puntualidad es una gran virtud en las personas».

Hasta el final de su vida se impregnó de ferrocarril ya que en sus últimos años vendía billetes en la estación de Vilagarcia de Arousa.

En cuanto a la «Sarita», tras la muerte de Trulock en el año 1919, quedó en el servicio de maniobras, siempre con base en la estación de Carril.

De acuerdo siempre con los datos de Tomás Cavanna, «primero con The West Galicia y, a partir de 1928 con la Compañía del Oeste, sirvió en este trayecto entre Santiago y Pontevedra, mientras que desde 1941, ya con Renfe, estuvo como máquina de maniobras y cocheras en el muelle de Vigo» y hasta se usó «para impulsar la polea que movía el árbol de transmisión de los talleres, para lo cual se la elevaba sobre unos soportes de madera construidos a tal efecto».

Desde el año 1941 se le incluyó para formar parte del Museo del Ferrocarril, aunque siguió sirviendo para múltiples funciones.

En 1948 formó parte de la exposición ferroviaria conmemorativa del Centenario del Ferrocarril en España, y en 1968 y por sus propios medios acudió a una feria de muestras que se celebró en Vilagarcia.

Este viaje entre Vigo y Vilagarcía sería el último que pudo hacer por si misma, y en 1975 fue elegida entre todas las locomotoras antiguas para formar parte del Museo del Ferrocarril, lugar al que llegó definitivamente en 1979 (extraños problemas burocráticos la mantuvieron en Valladolid varios años).

Desde la inauguración del citado Museo del Ferrocarril en 1980 pudo verse en Madrid, aunque la historia quiso que tampoco aquí fuera su destino definitivo, ya que en 1990, y tras una reparación adecuada, fue enviada «en depósito» a la Casa Fundación Camilo José de Cela en Iria Flavia.

Desde entonces, el deterioro metálico de la «Sarita» ha ido en aumento por estar expuesta a los elementos sin más. Por eso, el año 2007 la Fundación Cela hizo una petición de 31.900 euros a la Consellería de Política Territorial de la Xunta de Galicia para hacer reparaciones imprescindibles en la locomotora «Sarita», y en octubre de 2008 un informe de dicha Fundación anunciaba de nuevo el deterioro de la pequeña locomotora, a la vez que solicitaba que se declarara a la «Sarita», como Bien de Interés Cultural.

Recientemente Manolo Morales, como representante de la Asociación por la Recuperación del Patrimonio de Vilagarcía ha solicitado al presidente de la Xunta de Galicia el traslado de la «Sarita» al que podría ser su sede definitiva, el Museo del Ferrocarril de Vilagarcía de Arousa.

Lo curioso de esta petición en pro del Museo del Ferrocarril de Vilagarcía es que el asunto debería ya haberse solucionado hace muchos años de haberse hecho realidad lo dicho por el periódico ABC el 31 de octubre del año 1965 :»La popular locomotora Sarita que acaba de cumplir, en buen estado de conservación y rendimiento, 85 años de vida muy activa, va a ser conservada en Vilagarcía de Arosa como pieza museo que evoque el más antiguo ferrocarril de Galicia. La Sarita merece este nombre por su marca de fábrica».

FARO DE VIGO, 16/12/12

El legado de Maside.

El libro de actas del Instituto Santa Irene, el primero que hubo en Vigo e inauguró el rey Alfonso XIII, guarda la historia del centro y sus protagonistas, tan vinculados a la ciudad. Cuenta la trayectoria viguesa de Consuelo Burell, hija de un ministro monárquico, la profesora que inició a Carmen Laforet en la literatura, catedrática en Santa Irene desde 1942 a 1961 y amiga del olimpo de los literatos de la época: Castroviejo, Cunqueiro, Celso Emilio, González Alegre. O por mencionar a otra docente, de Carmen Ambroj, la profesora que puso firmes y enseñó a varias promociones de vigueses.

Refiere también, en pocas líneas, el drama de Carlos Maside García (Pontecesures, 1897-Santiago, 1958), profesor encargado de dibujo entre 1937 y 1939. Del que dice textualmente: «en virtud del expediente de depuración queda separado definitivamente del servicio y es baja en el escalafón». El cese se produce el 16 de agosto de 1939.

Con esta decisión, en el periodo más duro de posguerra, el pintor se queda en la calle y sin más recursos que su nombre maldito o sospechoso para el bando vencedor.

Carlos Maside era galleguista y una persona muy conocida en la ciudad. En la primera mitad de los años veinte había sido una de las estrellas artísticas de FARO DE VIGO, y después de «El Pueblo Gallego». En las páginas del decano quedan espléndidas muestras de su arte e ingenio, y de variado género. Desde los apuntes de las sesiones municipales, al estilo de la prensa americana de comienzos de siglo, a viñetas o dibujos humorísticos, pero sobre todo sus espléndidas caricaturas de personalidades e intelectuales.

Por estos años, este periódico tuvo tres dibujantes excelsos: Castelao, que pintó como nadie en sus «Cousas da vida» al gallego del rural, Federico Rivas, el vigués encumbrado en la vida artística madrileña, que describió en sus geniales viñetas los usos y costumbres de la gente bien y los snobs, y Maside, que con una maestría inmensa caricaturizó a los personajes de la cultura.

Cuenta Paco del Riego que, recién llegado a Vigo, para distanciarse del peligro que corría en Santiago, en 1939 (Maside haría el camino inverso), almorzaba de vez en cuando con Maside, en un local barato. Eran tiempos de penurias y tristezas. Y se consolaban mutuamente.

Ahora el nombre de Carlos Maside anda en boca de todos por el desencuentro entre los herederos del pintor y el Ayuntamiento de Vigo. De hecho, la familia del artista ha empaquetado los 21 cuadros que en 1968 habían depositado sus albaceas en el Museo de Castrelos, y se los han llevado a Pontevedra, al Museo Provincial.

Parece que no es el caso de los herederos de Quiñones de León y de García Barbón que, en un momento dado, quisieron dar marcha atrás a la historia, y reclamaron al Ayuntamiento de Vigo que les devolviera las donaciones de sus antepasados. Ni más ni menos, el Pazo de Castrelos, y la Escuela de Artes y Oficios de la calle que lleva el nombre del donante. No. No es el caso.

Los cuadros de Maside, que lucían en los últimos tiempos en la Pinacoteca Municipal Fernández del Riego, no habían sido donados al Ayuntamiento de Vigo, sino que figuraban en depósito desde hace más de cuatro décadas. Aunque no se hayan visto reflejados en todo su valor hasta que se sacaron a exposición en la pinacoteca del Casco Vello , quizá debido al aparentemente insuficiente aprecio que se advierte en Vigo por el patrimonio pictórico -impresionante el de autoría gallega, si se añade el de titularidad de Caixanova-, o por su alto volumen y no poder discernir entre lo que es excelente y lo que es menos.

No es cuestión de entrar en la guerra política que libran el Ayuntamiento de Vigo y la Diputación de Pontevedra. Lo es centrarnos en lo que acontece y tratar de hallar una solución justa a un problema que atañe a los vigueses y a cuantos aprecian el arte gallego.

Estos son los hechos. La familia de Maside quiere vender sus cuadros, y pide una cantidad que, al parecer, el Ayuntamiento de Vigo no puede asumir. Por las cifras que manejan unos y otros, es evidente que los herederos quieren cobrar con precios de ahora lo que se depositó hace 44 años. Aseguran que, en su reacción de llevarse los cuadros a Pontevedra, no existe ningún preacuerdo con el organismo provincial. Su actitud es un desahogo y la respuesta al enfado que les provoca el comportamiento del Concello de Vigo. Dejémoslo aquí, y concluyamos.

En el supuesto de que la Diputación tenga la intención de adquirir los cuadros, que sería dar una solución al primer problema, de que pasen a dominio público, no conlleva que deban quedarse en Pontevedra y exhibirse en las salas del Provincial. Como ocurre con el patrimonio de otros grandes museos -el Prado-, parte de las obras podían darse en préstamo.

¿Por qué no ceder, entonces, a Vigo, algunas de las piezas de Maside que hasta ahora se exhibían la Pinacoteca, y que el resto quede para exposición en Pontevedra? No es necesario exponer el lote completo, y a la postre, Vigo es tan parte del ámbito territorial de la Diputación de Pontevedra como la capital.

Sería, tal vez, la solución apropiada, que satisfaría a las partes implicadas en el conflicto. Y posiblemente la que más le gustaría a Carlos Maside, que se sintió vigués y en Vigo realizó lo mejor de su producción.

Ceferino de Blas

FARO DE VIGO, 29/10/12

Los Maside negocian ceder su colección al Museo de Pontevedra.

La familia del pintor recogió las 21 obras que tenía el Concello de Vigo.

La cesión de 21 obras del pintor Carlos Maside al Concello de Vigo terminó ayer de forma abrupta con la entrega a sus herederos de los cuadros que llevan años reclamando, entre otras cosas, porque consideran que la colección no recibió el trato que merecía por parte de la institución que las custodiaba desde 1968 y porque no llegaron a un acuerdo para su venta.

La devolución, que tras años de negociaciones sin frutos se tuvo que resolver por vía judicial, se hizo efectiva ayer en la nueva pinacoteca Fernández del Riego, que ahora atesora los fondos del Museo de Castrelos. Su nuevo destino es la Diputación de Pontevedra, que se ha hecho cargo, a petición de la familia del pintor, del albergue y custodia en el museo de la ciudad.

Las obras permanecerán allí hasta que la familia de Maside concrete las negociaciones en marcha con la propia Diputación, distintas instituciones y entidades públicas y privadas para la venta o depósito de las piezas, según informaron desde el ente provincial.

Entre las obras más conocidas y valoradas de esta colección están Muller sentada, Tenda, Costureiras, Lavandeiras, Paisaxe de Compostela, O boi, Mercado y O neno á mesa.

Un mes para negociar

Sin embargo, los herederos añaden que «el que la obra vaya ahora para Pontevedra en modo de almacenamiento durante un mes obedece a conseguir un margen de tiempo para concretar por ambas partes la posibilidad de que quede allí permanentemente o bien encontrarle otro destino, sin separar la colección y sin que quede fuera del alcance del público».

Además, a modo de resumen sobre el insólito final de la custodia de las obras del artista, explican que «la urgencia del traslado se debe a la presión del Concello de Vigo, que amenazó con recurrir a su asesoría jurídica si la retirada de los cuadros se demoraba». Por otra parte, informan de que existe una petición colectiva en Change.org, que circula por las redes sociales, para que la obra de Maside vuelva a Vigo, ciudad a la que donó su trabajo.

LA VOZ DE GALICIA, 19/10/12

Los Maside quieren vender las 21 obras del pintor tras recuperarlas.

«Mercado». El lienzo de 1930 pasó del Museo de Castrelos a la nueva pinacoteca Fernández del Riego, en el Casco Vello vigués. El Concello decidió ahora sustituir las obras de Maside por otras de Colmeiro.

Las 21 obras de Carlos Maside que custodiaba el Concello de Vigo desde 1968 regresarán a manos de sus herederos el próximo jueves. A lo largo de los últimos años, la familia intentó en numerosas ocasiones negociar la situación de los cuadros sin conseguir lo que querían y el conflicto se resolvió hace tres meses por vía judicial a través de una demanda interpuesta en el 2006 y en virtud del convenio que en su día firmó el artista con el entonces alcalde de Vigo, Rafael Portanet. Una de las cláusulas establecía la obligatoriedad de restituir el legado cuando así lo dispusieran los depositarios o herederos del autor, que fue lo que hicieron al no llegar a un acuerdo económico.

Sin embargo, el resultado de este largo litigio no satisface a los demandantes: «Despois de 15 anos de dificultoso contacto cos responsables do Museo de Castrelos e os sucesivos gobernos municipais, e lonxe de sentírmonos satisfeitos polo resultado ?favorable? que pon fin a unhas frustrantes relacións coa institución, lamentamos que o desinterese amosado polas autoridades municipais teña derivado finalmente na privación á sociedade viguesa dunha colección fundamental para os fondos da nova pinacoteca Francisco Fernández del Riego», manifiestan en un comunicado los hermanos Maside Medina, los cuatro sobrinos herederos.

Venta conjunta

Una representante de la familia señalaba ayer que una vez recuperados los cuadros y establecido el reparto, el acuerdo previo entre sus propietarios es que el legado no se disperse. «La intención es venderlos, pero de forma conjunta a una institución que se preocupe de difundir y cuidar la obra de Maside como se merece», manifestaba añadiendo que ya ha habido algunos contactos con varias entidades en este sentido, aunque nada en firme. Los herederos insisten en que hubieran preferido una salida negociada. La última tasación encargada por el Concello vigués estimaba el valor de la colección en 700.000 euros. «La cifra nos parecía baja, pero la hubiéramos aceptado», afirman.

LA VOZ DE GALICIA, 07/10/12

La Fundación Rosalía ampliará y actualizará los fondos museísticos.

Tras el acondicionamiento de la Casa da Matanza, la Fundación Rosalía de Castro se propone actualizar y ampliar los fondos de los que consta hoy el museo dedicado a la poetisa gallega. Un proyecto que quieren hacer realidad en 2013, un año en el que también se conmemorará el 150 aniversario de una de las obras más emblemáticas de Rosalía, Cantares gallegos. Así lo avanzó ayer a este diario el presidente de la Fundación, Anxo Angueira, minutos antes de firmar con el conselleiro de Cultura, Xesús Vázquez, el convenio por el que la Xunta destina 200.000 euros a las obras acondicionamiento de la casa museo de Padrón.

Las obras de rehabilitación de la Casa da Matanza, que están confinanciadas con los fondos Feder-Galicia, incluyen la eliminación de humedades; la instalación de un nuevo sistema de electricidad e iluminación; el acondicionamiento de la carpintería exterior; el montaje de un falso techo y la instalación de un sistema de seguridad y contraincencios.

EL CORREO GALLEGO, 03/10/12

El Concello de Vigo envía a los herederos de Carlos Maside cartas para que recojan las 21 obras del legado

Todas están ya en la Pinacoteca y la entrega podría producirse esta misma semana.

La dirección del Museo de Castrelos, en el que fue depositado en 1968 el legado de 21 pinturas de Carlos Maside, remitió hace unos días por mandato de la Concejalía de Cultura cartas urgentes a los cuatro herederos del artista en las que les informan de que ellos o sus representantes legales pueden recoger las obras en la Pinacoteca Municipal Francisco Fernández del Riego. La misiva detalla la relación de cuadros, nueve de ellos especialmente valiosos entre los que figuran Muller Sentada, Mercado, Paisaxe, Dúas Paisanas, A Res y Costureira. El legado debe ser devuelto a los sobrinos del autor por orden del Juzgado de Primera Instancia número 11, que dictó sentencia favorable a la familia el pasado mes de junio tras varios años de gestiones infructuosas de los herederos con el Concello para que la comprase o se les reintegrase.

La entrega podría producirse esta misma semana, según fuentes municipales, quienes citan el 4 y el 5 como fechas más probables. Una vez verificadas el mismo día las obras por ambas partes se procederá al embalaje para la firma del acta y salida. Toda la documentación municipal está dispuesta. Catorce de las pinturas estaban expuestas en la Pinacoteca Municipal, y en las pasadas semanas fueron descolgadas y trasladadas al almacén. Allí se transportaron las otras siete (seis de ellas dibujos) que permanecían guardadas en el Museo de Castrelos.

FARO DE VIGO, 01/10/12