Solo siete gasolineras abren las 24 horas; algunas lo hacen para que no les roben.
Ojo con quedarse en la reserva cerca de la noche. Si un vecino de la comarca de Pontevedra o de Arousa tiene que salir disparado de madrugada y a su vehículo no le queda combustible las pasará canutas para poder repostar. Salvo siete estaciones de servicio, el resto actúan cual Cenicienta; a partir de la medianoche -muchas incluso antes, a las once o las diez- desaparecen por completo del mapa. Dicen desde el sector que no es rentable abrir. Lo afirman incluso quienes dan ese servicio. ¿Por qué lo hacen, entonces? Por dos motivos: para mantener las gasolineras con personal en las horas sin luz y evitar robos y porque consideran que es una prestación que, aunque deficitaria en algunas ocasiones, es de recibo que exista. «Somos un pouco como as farmacias, eu penso que debemos abrir», dice un empresario del ramo de Pontecesures.
Empecemos por Pontevedra. ¿Dónde se puede repostar? Si uno vive en la ciudad puede respirar más o menos tranquilo. Tiene dos opciones relativamente cercanas. Están abiertas tanto la gasolinera ubicada en la Avenida de Lugo -en la salida hacia Ourense- o el área de servicio de Placeres. Eso sí, desde esta última recuerdan que están en una situación precaria, en concurso de acreedores y, por lo tanto, no saben hasta qué momento darán servicio. De momento, sí atienden. La de Placeres es la única de toda la zona en la que, en horario nocturno, hay un trabajador que sirve el combustible.
¿Qué ocurre con los alrededores pontevedreses? Ahí la cosa está peor. Las únicas gasolineras abiertas 24 horas están en Caldas, una en Godos y la otra en Carracedo -esta última lo hace con una máquina dispensadora, sin personal que cobre-. Ni siquiera funcionan las de la autopista AP-9. Tampoco hay servicio en municipios como Poio, Marín, Bueu, Cuntis, Moraña, Portas, A Lama, Cotobade, Barro, Campo Lameiro, Ponte Caldelas o Vilaboa. En Sanxenxo sí hay una, llamada Anduriña y ubicada en Vinquiño, que abre por la noche. Pero lo hace únicamente en los meses de verano. «En xullo, agosto e setembro si que hai movemento e compensa abrir. Pero o resto do ano non merece a pena, así que pechamos ás once da noite», señalan desde el negocio.
El caso vilagarciano
¿Y en Arousa? La situación es curiosa, sobre todo, en Vilagarcía. Con casi 37.500 habitantes y siendo la octava ciudad gallega, no tiene ni una sola estación de servicio abierta por la noche. Si un vilagarciano necesita repostar a deshora no le queda más remedio que conducir, si es que le queda algo en el tanque, hasta Cambados o Godos. Pongamos un ejemplo: un vecino que viva en plena zona de Ravella, en el centro de la urbe, tendrá que peregrinar con su coche, como mínimo, cinco kilómetros hasta el lugar caldense de Godos.
Por raro que suene, están mejor otros concellos arousanos que Vilagarcía. Por ejemplo, Cambados sí tiene gasolineras abiertas. Dos nada menos. Permiten repostar de noche tanto la de Corvillón como la que está ubicada en la vía rápida a su paso por el término cambadés. Encima, también se mantiene abierta la otra estación de este mismo vial, ubicada en Meis. Los que sí o sí deben cambiar de municipio para repostar son los de Ribadumia, Meaño, O Grove, A Illa o Vilanova. Y en la misma situación están los de Catoira y Valga. Se salvan los de Pontecesures. En el caso de Cambados, hay algo llamativo. La estación de Corbillón, además de ser punto de referencia para repostar de noche, es un mítico lugar de compra de bebidas y comida para después de las noches de fiesta. En la localidad cambadesa son muchos los que cuentan las colas que hicieron para coger un bocata de madrugada en este local o para comprar pan fresco el día de primero de año. La estación cambió de dueños hace un año. Y el nuevo gerente señalaba ayer lo siguiente: «Imos abrir de noite ata o verán, despois botaremos números e quizais cerremos. Non o sabemos de momento».
Más allá de las dos de Pontevedra, el otro par de Caldas y Cambados, hay una séptima gasolinera abierta en Arousa y Pontevedra. Está a orillas de la N-550, en Pontecesures. Desde ella, llamada A Palmeira, habla Rubén García, su gerente: «Non merece a pena abrir, claro que non. Poden venderse entre 500 e 600 litros nunha noite e iso é moi pouco. Pero temos que dar o servizo, eu creo que si. Ademais, é a única forma de que non nos rouben».
Sus palabras, el hecho de que abrir y tener personal en el interior de las instalaciones -atienden por ventanilla- sea un escudo antirrobos lo repiten en más sitios. Lo dicen en Cambados. Y lo certifica Silvia Charlín, desde la gasolinera CKM de Godos, en Caldas: «Abrimos por la noche no por el trabajo que hay, que es muy poco, sino por la seguridad. Si esto se queda vacío entran y te rompen todo. Lo vemos en gasolineras que cierran», dice. Por rentabilidad, señalan desde todos lados, no habría ni un solo surtidor disponible por las noches.
La Voz de Galicia