Tras la tempestad… aluvión de lampreas.

VALEIROS /

Los valeiros Miguel Barreiro y Miguel Ángel Campos en su embarcación en el muelle de Pontecesures

Pocos podían presagiar a finales de enero o comienzos de febrero, cuando los temporales apenas habían dejado faenar a los valeiros, que esta acabaría siendo una de las campañas de pesca de lamprea de mayor abundancia que se recuerdan. ??O inverno foi moi duro. Choveu cinco meses sen parar, con temporais e riadas? continuas y ??estivemos case un mes sen poder traballar?, recuerda Miguel Barreiro, que comparte faena con Miguel Ángel Campos a bordo de ??Vicenta?, una de las once embarcaciones cesureñas autorizadas por Medio Ambiente para la pesca de lamprea con nasa butrón en el río Ulla. ??Non pagaba a pena? largar los aparejos ??coa auga que levaba o río. Rompía todo?, concuerdan Alejandro y José Ángel Pesado.Las capturas eran, por entonces, testimoniales y hubo que esperar hasta febrero para que la situación se estabilizase con ??vinte  ou trinta? ejemplares diarios por barco.
Pero nada comparable con lo que estaba por venir en marzo, con la llegada del anticiclón y los vientos de norte. ??Non se acorda tanta lamprea como este ano?. Miguel Barreiro y Miguel Ángel Campos llegaron a capturar 180 piezas en un solo día, que ascendieron a medio millar en una semana. ??As lampreas estaban todas na boca da ría? y con la mejoría climática subieron en tropel. Tanta abundancia tampoco es lo deseado, apunta Alejandro Pesado. ??Iso é malo para todos porque baixan os prezos? y, así lampreas que al inicio de la temporada se vendían por unos 35 euros, ahora se valoran en 15. Además, ??ao haber tanta cantidade, non damos sacado todo? el producto y algunas lampreas continúan fondeadas en el Ulla a la espera de comprador. Tal es así que en los últimos días, en los que las capturas empazaron a remitir de nuevo, algunas embarcaciones optaron ya por no salir a faenar. Barreiro y Campos piensan ??plantar?  la próxima semana: ??Para que se estropeen? las capturas sin haberles dado salida en el mercado ??é mellor que sigan subindo? río arriba, donde las esperan también en las pesqueiras de Herbón.
Y eso que las ventas no han ido mal. ??A xente está comprando bastante ben?, apunta Barreiro, sobre todo particulares, que son los principales clientes de los valeiros y que estaban ya impacientes por degustar este milenario pez. ??A quen nós vendemos é á xente dos arredores?, ratifica Alejandro Pesado. También, aunque menos, a restaurantes o intermediarios, y algunos incluso prueban en la lonja sin demasiado éxito. ??Véndense poucas e baratas?, dice Barreiro. Pesado lo pinta aún más negro: ??Na lonxa nin miran para elas?. Ahora, con la Festa da Lamprea a la vuelta de la esquina, suman un nuevo cliente: el Concello de Pontecesures que les comprará trescientos ejemplares que, reconvertidos en 900 raciones, satisfarán los paladares de quienes acudan el 6 de abril a la villa a dar buena cuenta de un producto que levanta pasiones y odios por igual.
La campaña de la lamprea continuará hasta el 13 de abril, aunque algunos ya compaginan esta actividad con la captura de chopo y, desde el mes pasado, con la campaña de la anguila en  las inmediaciones del puente de Catoira. Aunque esta última actividad no está arrojando resultados demasiado buenos. ??Houbo catro? anguilas ??a comezos de febreiro?, pero después ??desapareceron?, explica Alejandro Pesado.

Diario de Arousa

Las ´pesqueiras´ de la lamprea encierran historia y peligro.

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En el Bajo Ulla, a caballo entre las provincias de A Coruña y Pontevedra, o lo que es lo mismo, en el cauce que discurre por localidades como Padrón, Teo, Pontecesures, A Estrada y Vedra, la pesca de lamprea aún se practica como lo hacían los romanos. Se trata de las conocidas como pesqueiras, «ingeniosas construcciones formadas por grandes sillares de piedra que se sitúan dentro del río y se alinean en perpendicular o en oblicuo al curso del agua; estrategia que permite la captura de los peces cuando remontan el río».

Así lo explica Miguel Piñeiro, un gran conocedor del Ulla, de su preciado pez cartilaginoso y de los diferentes métodos de captura utilizados en este río. En su libro titulado «Lampreas e pesqueiras», publicado por Editorial Galaxia, Miguel Piñeiro resalta que «entre estas moles de piedra (lo que se llama corredor, pasillo o calle) o a ambos lados se colocan los ‘butrones’, ‘copos’ o ‘redes’ donde entran las lampreas».

También aclara que «la concesión para pescar lampreas en las pesqueiras del Ulla tiene su origen en un documento fechado en el siglo IX que en actualidad está en poder de la familia Lago de Herbón y que en su día fue interpretado por un fraile del convento de los Franciscanos».

Ese convento se sitúa prácticamente encima de las pesqueiras en las que trabaja Antonio Caldelas Vidal, un vecino de Herbón (Padrón) de 50 años que relata lo duro que puede resultar el trabajo en estos lugares y el riesgo que corren tanto él como los demás pescadores.

Hay que tener en cuenta que la actividad se desarrolla de noche y que las corrientes del Ulla son especialmente intensas en los lugares donde se sitúan las pesqueiras, sobre todo este año, después de tantos meses de lluvias copiosas. Caer al agua con temperaturas gélidas, con escasa o nula visibilidad y entre fuertes remolinos «puede provocar hemorragias en los oídos y todo tipo de problemas físicos, pero también la muerte», indica el propio Antonio Caldelas.

En su caso ya sufrió alguna que otra caída al agua, aunque afortunadamente pudo ponerse a salvo. Pero conoció compañeros que perdieron la vida trabajando en esas pesqueiras que, no cabe duda, forman parte de la historia y el patrimonio del bajo Ulla. Son construcciones con historia que «pasan de padres a hijos, generación tras generación, aunque a los jóvenes de ahora ya no les apetece tanto este trabajo ni se sienten tan implicados», indica Antonio Caldelas, padre de tres hijos.

Trabaja en las pesqueiras desde niño, aunque durante un largo periodo de su vida vivió del mar, antes de regresar al apasionante mundo de la lamprea y su escurridizo remontar del Ulla en busca de las zonas de desove.

Mientras trabaja y arriesga su vida para capturar las lampreas, primero colocando estratégicamente las redes y a la mañana siguiente levantándolas para comprobar si ha pescado algo, Antonio Caldelas Vidal apunta que este año está siendo especialmente bueno para los «valeiros», es decir, los pescadores que capturan el preciado pez a la altura de Pontecesures mediante el uso de la nasa butrón. «Pero para nosotros, en las pesqueiras, no está siendo una buena campaña; en mi caso no pude empezar a trabajar hasta hace una semana, debido al excesivo caudal que llevaba el río», reflexiona.

Actualmente Antonio Caldelas captura «tres o cuatro piezas cada noche», pero confía en que las cosas mejoren a partir de ahora, con el cambio del tiempo y la reducción del caudal. En cualquier caso, recuerda con nostalgia otras épocas de esplendor, cuando entre las ocho de la tarde y las ocho de la mañana del día siguiente había que levantar las redes de las pesqueiras casi cada dos horas, ya que se llenaban pronto de individuos de esta prehistórica especie marítimo-fluvial.

Miguel Piñeiro explica que «las pesqueiras del Ulla están formadas por grandes bloques, más o menos cuadrangulares, de piedras de muy variados tamaños; las que mejor se conservan cruzan prácticamente todo el río y soportan extremas corrientes de agua. Sus dimensiones varían, pero la media es de tres metros de alto por dos de lado y otros tantos de ancho. Están alineadas en perpendicular a la corriente cruzando casi todo el río menos una gran corriente central que se llama ‘vena’ y que queda libre de trampas. A los huecos que hay entre los bloques, en este río se les llaman ‘boquetes’ o ‘pasillos’ y es el lugar donde, a semejanza de las pesqueiras del Miño, se arman los artilugios de pesca», que son aparejos de uno o dos metros.

Faro de Vigo

La mejoría experimentada en el tiempo ayuda a los ´valeiros´ a pescar casi 200 lampreas.

Ahora sí. Animada por la mejoría experimentada en el tiempo, la lamprea hace acto de presencia en gran cantidad. Tanto es así que la flota acudió ayer al río Ulla para, entre los márgenes de Padrón y Pontecesures, sobre todo a la altura de las factorías de Finsa y Nestlé -que se sitúan en una y otra orilla- levantar las nasa que los pescadores habían largado el día anterior. Al subir a bordo los aparejos comprobaron que la jornada había sido altamente positiva, ya que entre todos los barcos -una docena- consiguieron reunir cerca de doscientos ejemplares

Es, sin duda, una muy buena noticia para un sector que hasta ahora había sufrido, y mucho, las consecuencias de los temporales, que condicionaron tanto la pesca de lamprea como las capturas de la escurridiza anguila.

Pero ayer se comprobó, como queda dicho, que las cosas parecen empezar a cambiar. La lamprea necesita el agua dulce de los cauces fluviales para orientarse mejor desde el Atlántico y remontarlos, en busca de los lugares adecuados en la parte alta del río para poder desovar.

Pero después de tantas semanas de lluvias el caudal del Ulla era excesivo y las corrientes, ciertamente peligrosas. Los valeiros -que es como se conoce a los pescadores de lamprea-, la flota tenía enormes dificultades para trabajar, y cuando lo hacía veía cómo sus aparejos se enredaban continuamente, lo cual provocaba pérdidas importantes y aumentaba tanto la carga de trabajo como el riesgo de accidente.

Pero el río ya no baja ahora tan lleno, ni con tanta virulencia, y eso mejora las condiciones laborales y la seguridad de los pescadores, al tiempo que facilita la pesca del preciado pez.

Superado el problema derivado de las adversidades meteorológicas hay otro que se antoja más complejo, el de la crisis. Esto se nota en los restaurantes -principales clientes de los valeiros-, pues al reducirse la demanda de lamprea han reducido también de forma considerable sus pedidos de este cartilaginoso y suculento manjar. Por este motivo, las ventas en la presente campaña han disminuido significativamente, a pesar de que el precio es mucho menor que en campañas anteriores.

De ahí que los pescadores de lamprea animen al consumidor a acercarse al muelle de Pontecesures para adquirir directamente tan preciado producto. Una vez allí, desde el paseo fluvial o los pantalanes, podrán observar de cerca, casi como si estuvieran dentro de una embarcación, el trabajo que realizan los valeiros tanto para largar como para levantar sus aparejos. Y cuando las jornadas de pesca son tan satisfactorias como la de ayer el espectador también puede adquirir las piezas de lamprea que desee, con precios que, dependiendo del tamaño de la misma, van desde los 15 o 20 euros hasta los 40 o 50. Son cifras, hay que insistir, más asequibles que otros años y bajas para un producto tan selecto como éste.

Faro de Vigo

Medio Ambiente renueva el Plan de la Anguila en la desembocadura del Ulla.

La Consellería de Medio Ambiente, Territorio e Infraestruturas publicó en el DOG de ayer la renovación del Plan de aprovechamiento específico de la anguila en la desembocadura del río Ulla para el año 2014, que marca el periodo de pesca de esta especie y mantiene las principales características del plan inicial aprobado en 2012.
La administración autonómica establece tres zonas en las que se podrá practicar la pesca: La alta, la media y la baja.
Además, también determina que el arte de pesca autorizada es la nasa tipo voitirón, que deberán ser revisadas y levantadas diariamente. Las labores de pesca se suspenderán desde las 12 horas del sábado hasta las 12 horas del lunes y con carácter general la actividad se podrá realizar entre 20 y 23 días al mes.
La cuota de captura por temporada se sitúa en un máximo de 5.176 kilos para el total de las 16 embarcaciones y un máximo de 3 tripulantes por cada una, siendo la dimensión mínima de las anguilas capturadas de 20 centímetros.

Diario de Arousa

Los ´valeiros´ y los titulares de ´pesqueiras´ inician la captura de la lamprea en el Ulla.

FARO AROUSA

Entre el miércoles y el jueves que viene comienza la actividad en el río – La flota considera que la campaña puede ser buena, pues el caudal actual propicia tanto su trabajo como la llegada del pez en su afán por desovar

Comienza una nueva campaña de pesca de lamprea en el río Ulla. A partir del jueves que viene este preciado pez cartilaginoso puede empezar a llegar al puerto de Pontecesures, para desde allí dirigirse directamente a algunos de los mejores restaurantes de Galicia e incluso, si hay abundancia, para llegar también al consumidor «de a pie».

La actividad va a desarrollarse tanto en las tradicionales «pesqueiras», es decir, las construcciones situadas aguas arriba que datan de la época de los romanos, como en el tramo bajo del río, y más concretamente en el entorno de Pontecesures, donde habitualmente realizan su labor los marineros que se conocen popularmente como «valeiros» y utilizan la nasa butrón para la captura de tan suculento y a veces costoso pez.

José Barreiro, uno de los «valeiros» con más experiencia en este cauce fluvial, explica que van a participar una quincena de embarcaciones -la inmensa mayoría de Pontecesures, pero también de Carril y Rianxo- que han solicitado la pertinente autorización a la Xunta. «Estamos pendientes de que nos contesten y nos envíen los permisos, pero en principio tenemos previsto empezar a pescar el día 23 de enero», relata.

A su juicio, «puede ser un buen año, pues el caudal actual del río es el adecuado». Se refiere a que el Ulla lleva agua suficiente como para permitir que su afamada lamprea se oriente mejor en el atlántico y la ría para poder realizar el remonte fluvial que le permita desovar en la parte alta del río.

Pero al mismo tiempo este «valeiro» aclara que el nivel del agua tampoco es ahora mismo excesivamente alto, y eso es bueno, porque cuando hay demasiada agua aumentan las corrientes, y eso dificulta sobremanera la labor de los barcos, al tiempo que causa destrozos en los aparejos de pesca empleados.

Así pues, a priori «parece que las condiciones son buenas, y si los vientos cambiaran a componente norte sería incluso mucho mejor, pero habrá que esperar a los primeros días de actividad para valorar si este año puede ser bueno o no», reflexiona Barreiro.

Al mismo tiempo, recuerda que el año pasado «resultó complicado porque el río llevaba demasiada agua y hubo días en los que resultó imposible trabajar», mientras que cuando el viento era del norte y las jornadas amanecían soleadas las capturas se disparaban y llegaban a contarse por centenares de ejemplares.

En función de la mayor o menor cantidad de lamprea disponible en esta campaña a punto de empezar, y también dependiendo de su tamaño, se determinará el precio a pagar por el producto.

En cuanto a la actividad en las «pesqueiras», la Consellería do Medio Ambiente, Territorio e Infraestructuras establece que la primera en ser utilizada -a partir del 1 de enero- sea la de Areas (Herbón), que va a estar disponible hasta el 28 de marzo.

A su vez, el período hábil de pesca en el tramo comprendido desde la pesquera de As Vellas (Herbón) hasta la de A Trapa (Herbón), ambas inclusive, abarca desde el 1 de enero al 25 de abril.

Por último, en el tramo comprendido desde las pesqueras de A Caseta y Furado (Carcacía) hasta la de Lampreeiro, está permitida la pesca de la lamprea desde el 10 de febrero al 9 de mayo.

Para todos los casos la Consellería de Medio Ambiente determina que las redes solo pueden colocarse en el agua desde las 20 horas hasta las 8 horas de la mañana siguiente, de ahí que se autorice iniciar la actividad en Areas el día 1 de enero, pues no se recogerán las posibles capturas hasta el día 2.

También con carácter general se prohibe la pesca, y por tanto las redes no podrán permanecer en las pesqueras, desde las 8 horas de los sábados hasta las 20 horas de los lunes.

Hay que tener en cuenta, asimismo, que en las pesqueras de Areas y As Vellas, las personas autorizadas para la pesca de lamprea «deberán dejar libre el canal central del río y no podrán trabajar en la denominada ‘Vea’; y en todos los casos deben emplearse redes que no causen daño a otras especies piscícolas».

La Consellería de Medio Ambiente advierte, igualmente, de que deben devolverse al mar o ser entregados a los agentes de vigilancia que así lo soliciten, todos los ejemplares piscícolas capturados en la pesqueras que no sean lampreas, y sus titulares «deberán colaborar en todo momento con los guardias de Conservación de la Naturaleza».

Para terminar, la Administración autonómica deja claro que «toda persona que trabaje en las pesqueras deberá estar en posesión de la correspondiente licencia de pesca y del permiso de cuarta categoría para cada día y cada pesquera; documentos que debe llevar consigo junto con el DNI durante la práctica de la actividad».

En la imagen de la izquierda se aprecia a dos «valeiros» de Pontecesures que levantan las nasas butrón y comprueban si en su interior hay lampreas. A la derecha aparece la medición de la malla que efectúan los guardarríos -para la anguila la malla es más pequeña que para la lamprea- , para así comprobar que los pescadores cumplen la legislación vigente. El butrón es un arte de pesca formada por una parte central de red con forma rectangular, a la que se conoce como «parada». En sus extremos se sitúan tres embudos concéntricos también de red que desembocan en una cámara final, donde quedan atrapadas las lampreas y anguilas, dependiendo del tipo de pesca de que se trate. Lo que hacen los pescadores es depositar los butrones en el agua y confiar en que los peces que llegan del atlántico se introduzcan en ellos.

Faro de Vigo

Las nasas butrón están listas para iniciar la nueva temporada.

Hace ya cinco años el catoirense Miguel Antonio Piñeiro Moure presentaba, junto con Editorial Galaxia, el libro titulado «Lampreas e pesqueiras», con prólogos a cargo de los cocineros Ferrán Adriá y Juan María Arzak. Esta es solo una pequeña muestra de su extenso trabajo literario en relación con el mundo de la pesca en general, y de la lamprea en particular.

Ni que decir tiene que este periodista y pescador ha prestado especial atención a las pesqueras tradicionales del Ulla, consideradas «verdaderas joyas del tiempo de los romanos (del siglo V antes de Cristo hasta el siglo II después de Cristo)» que no son más que «ingeniosas construcciones formadas por grandes sillares de piedra».

Las «pesqueiras», o mejor dicho, esas construcciones de piedra que las forman, «se sitúan dentro del río y se alinean en perpendicular o en oblicuo al curso del agua», de tal forma que «su estratégica situación provoca la captura de los peces cuando remontan el río».

En sus publicaciones, Miguel Piñeiro explica que en los pasillos que se forman «entre los bloques, llamados ‘pesqueiro’ o ‘cangalla’ se colocan los ‘copos’ o redes; de este modo, las lampreas que no consiguen remontar la fuerte corriente caen dentro de la red y la fuerza del agua les impide salir».

El periodista, escritor y pescador catoirense sostiene que «de las milenarias construcciones del Ulla, solo una de ellas, O Canal, está dispuesta en forma de vértice orientado hacia la corriente para desviar el agua a las orillas, donde están las trampas, pero con una vena central que permite el remonte».

Y aclara que «la concesión para pescar lampreas en las ‘pesqueiras’ del Ulla tiene su origen en un documento fechado en el siglo IX que en actualidad está en poder de la familia Lago de Herbón y que en su día fue interpretado por un fraile del Convento de los Franciscanos situado a escasos metros de la zona lampreeira».

Queda claro, por tanto, que hay una rica y dilatada historia detrás de esta actividad, que según el propio Piñeiro dispone de las pesqueras mejor conservadas en Areas, Vellas, O Canal, O Plateado, A Trapa y Coqueiro.

Paralelamente, al hablar de otras artes de pesca de la preciada lamprea, Piñeiro resalta que «además de las ‘pesqueiras’ el río Ulla tiene otra técnica de pesca que tradicionalmente utilizan los ‘valeiros’ de Pontecesures, como son los butrones, semejantes a los que se emplean en las pesqueras del Miño; una nasa o red de forma cilíndrica que se dispone en el fondo del río y tiene dos o tres metros de longitud, con un orificio de entrada de unos 50 centímetros y unos aros que van estrechando la cavidad interior, de forma tal que la lamprea que llega al final queda atrapada y ya no puede salir».

Una lamprea, por cierto, que «es uno de los seres más primarios y menos evolucionados del mundo animal, con la nada despreciable antigüedad de 500 millones de años», destaca el catoirense Miguel Piñeiro.

 

Faro de Vigo