002, tras la llegada de ingentes cantidades de chapapote a la costa gallega debido al hundimiento del petrolero «Prestige» los ciudadanos se unieron para colaborar en la limpieza y acuñaron aquello del «Nunca Máis», como aviso a navegantes y a modo de ruego, para evitar tragedias similares. El eslogan se repitió con fuerza en los incendios de 2006 y ahora vuelve a escucharse, pues la sociedad está alarmada al ver cómo arde el monte otra vez. Muchos tratan de colaborar en la extinción, pero también pueden hacerlo alertando en caso de ver fuego o denunciando a los pirómanos.
En 2002, cuando se hundió el «Prestige», el fenómeno de las redes sociales no estaba tan presente en el día a día como lo está en la actualidad. Y aún así a raíz de aquel desastre ecológico los ciudadanos se unieron y colaboraron intensamente.
Ni que decir tiene que ahora, cuando las nuevas tecnologías están plenamente implantadas y todo el mundo tiene un móvil en su mano o su bolsillo, hablar de los incendios forestales que asolan Galicia resulta mucho más sencillo, y conocer su evolución es posible en tiempo real.
Escenas de rabia
Por eso el espíritu del «Nunca Máis» vuelve a estar presente, ahora en los montes, al igual que lo está la solidaridad entre los ciudadanos, sobre todo entre los directamente afectados por las llamas o su cercanía.
Los fuegos registrados en lo que va de mes permitieron ver las mismas caras de desesperación, impotencia y rabia que se vieron tras la llegada del chapapote a la costa o durante la oleada de incendios de 2006.
Al igual que se repiten las escenas de personas luchando contra la adversidad sin apenas medios para ello, en este caso provistas de mangueras de las que apenas fluye agua, ramas que arrancan a los árboles o arbustos para golpear las llamas y pañuelos o camisetas con los que tapan la boca como si fueran mascarillas.
Vecinos intoxicados por el humo, exhaustos después de enfrentarse a las llamas -a veces además bajo un sol de justicia-, atendidos por padecer crisis de ansiedad al ver que pueden perderlo todo en cuestión de minutos o personas heridas, con pequeños cortes o contusiones, constituyen el parte médico de esta nueva lucha contra los incendios y los terroristas que se ocupan de provocarlos.
Desde Castroagudín (Vilagarcía) a Setecoros (Valga), pasando por Dimo (Catoira), Meaño, Rianxo, Ribadumia, Cambados, O Grove, Pontecesures, Meis y tantos otros lugares de O Salnés, Ullán y Barbanza los arousanos intentan cerrar filas contra esta lacra que no solo puede provocar muertes y que arrasa montes y zonas de cultivo, sino que también constituye un perjuicio enorme para el bienestar de las futuras generaciones.
Todo esto justifica la colaboración de los vecinos en la lucha contra las llamas.
Una ayuda que puede prestarse no solo atacando el fuego o brindando apoyo a los profesionales que lo hacen, sino también telefoneando al 085 o al 112 para alertar de cualquier incendio o bien informando a las fuerzas de seguridad sobre cualquier indicio que permita identificar, localizar, detener y castigar a los pirómanos.