La temporada de lamprea en las pesqueiras del Ulla en Herbón está marcada por la ausencia de capturas.

Hasta ahora, la temporada de pesca de lamprea en el río Ulla a su paso por Herbón, en el municipio de Padrón, está resultando «moi mala», sin capturas en algunas de las pesqueiras. Es el caso de las que Antonio Caldelas, de 54 años, trabaja debajo del convento franciscano. En O Canal, que así se llaman, este vecino de Herbón no capturó ni un solo ejemplar y, al principio de temporada, incluso se planteó si montaba o no los aparejos de pesca, ante las malas expectativas.

«Xa sabía eu que hoxe non ía coller unha lamprea», comentaba ayer Antonio Caldelas tras levantar las cuatro redes que echa en los tres boquetes de O Canal. Tampoco capturaron nada los pescadores que trabajan las pesqueiras siguientes del río, aguas abajo, As Vellas, en las que usan una barca de madera para moverse por el cauce.

«A lamprea aínda non subiu do mar ao non haber riadas no seu tempo», señaló Antonio Caldelas en alusión a la falta de lluvias intensas y crecidas en los tres meses finales del año pasado. En O Canal empezó a echar las redes el 28 de febrero y puede hacerlo hasta el 22 de abril, aunque se teme ya que la temporada acabe parecida al del año pasado, cuando resultó «fatal» al capturar solo una veintena de ejemplares, según cuenta.

«A lamprea ten que subir a desovar, máis cedo ou máis tarde, pero fai falla que tire o aire do norte e que haxa unha revoltura, para que o mar as bote fóra». Así resume el vecino de Herbón las condiciones para que la temporada cambie el rumbo y se pueda normalizar la pesca en las milenarias pesqueiras de Herbón.

Ayer, Antonio Caldelas, que lleva toda la vida yendo al río -ya «desde pequeniño co meu pai», dice- no cogió ni una lamprea, pero sí levantó en una de las redes un pesado tronco de madera que le rompió el aparejo. «Mira que ganancia saquei xa», se lamentó el pescador.

La escasez de capturas se extiende a todo el río, incluido el tramo vecino de Pontecesures, aunque aquí sí hay algo más de pesca. En Herbón, este año las primeras pesqueiras, las de Areas, se han quedado sin trabajar de momento por la falta de caudal del río. Según contó Antonio Caldelas, el nivel está un metro y medio por debajo de lo que necesitarían sus pesqueiras para cubrir las paredes de piedra. «Con auga, a lamprea sube como un tiro», explicó.

A pocas capturas, buenos precios y, por lo que sabe este pescador, la lamprea grande se paga a unos 40 euros. Pero sin capturas, Antonio teme una temporada aciaga: «Non vou sacar nin para pagar os permisos». Habrá que esperar, pero el pescador ya se plantea que «se non probo a lamprea este ano, non deito máis», en alusión a echar las redes al río.

La Voz de Galicia

Nueve locales participan en las jornadas de lamprea de Padrón.

La lamprea es la protagonista gastronómica este fin de semana y el próximo en nueve locales hosteleros del municipio de Padrón. Las terceras jornadas organizadas por el Concello bajo el lema Padrón sabor a lamprea incluyen la posibilidad de degustar diez menús lampreeiros, a 25 euros por persona y bajo previa reserva, además de disfrutar de actividades culturales y de ocio, con nuevas propuestas para poner en valor el pez y su pesca. El objetivo final es, además, dinamizar la economía local y atraer tanto a visitantes como a turistas y que estos hagan noche en el municipio, según explican desde la concejalía de Cultura y Turismo, que organiza las jornadas.

Como actividad divulgativa, el auditorio de Padrón acoge el viernes una conferencia titulada A lamprea, unha xoia da gastronomía galega, en la que cinco relatores debatirán sobre este producto y su potencial. El sábado 18 de marzo habrá un taller de cocina dirigido por Manuel Garea, quien descubrirá distintas maneras de preparar este plato.

En cuanto a la programación de ocio y cultura, este sábado hay organizado un itinerario de senderismo desde Santiago a Padrón, siguiendo el trazado de la Pedronía. También hay previstas dos excursiones a las zona de captura de lamprea, una de medio día y otra entero. Las dos incluyen degustación de lamprea, servicio de autobús y guía. Y para los que quieran pasar la noche en la villa hay escapadas de una o dos noches que incluyen las actividades anteriores.

La Voz de Galicia

Un «hiperactivo» al que ni los santos calman.

Vende cirios y figuras religiosas y le encanta crear. Por inventar, hasta inventó una bicicleta con esquís.

A casi todo el mundo, o por lo menos a muchas personas, les gustaría tener varias vidas en una; poder llevar una existencia camaleónica para no aburrirse nunca del día a día. Pero solo algunos consiguen tal cosa. Entre los que están hechos de esa pasta, capaces de hacer tantas cosas a la vez que parece que se multiplicasen, está Joaquín Diéguez. En su caso curioso el suyo. Porque recibe él en la cerería que regenta en la calle San Román de Pontevedra, un sitio donde parece que el tiempo se detuvo en algún momento y no avanzó más. Es un negocio pequeño, con viejísimas estanterías llenas de santos y velas y olor inconfundible a cera, casi a iglesia en realidad. En ese áurea de teórica paz, uno se imagina que el tendero, que tiene puesto el abrigo tras el mostrador, será un hombre de vida tranquila y sosegada. Pero nada más lejos de la realidad. Joaquín se define como hiperactivo. Y, francamente, debe de serlo.

Antes de iniciar la entrevista, hay que esperar a que Joaquín atienda. Despacha primero a una joven que busca unos cirios que se mantengan encendidos los nueve días de una novena; le pone incienso y mirra a otra clienta; saluda efusivamente al repartidor que viene a traerle un buen número de paquetes; atiende a otra persona más que busca velas para una ceremonia… y al fin queda libre. Viaja entonces a su infancia, a Pontecesures, el lugar donde todavía sigue viviendo parcialmente -a ratos lo hace también en Pontevedra-. Cuando él era un niño que dedicaba su tiempo «a matar pájaros e incluso venderlos», su padre estaba al frente de Cerería Diéguez, una factoría fundada en Pontecesures por el bisabuelo de Joaquín, que empezó a hacer velas en el siglo XIX. Joaquín, por tanto, entre pájaro y pájaro, creció rodeado de moldes de cera. Y se enamoró del oficio. «Trabajé un poco como mensajero pero luego ya me centré en la cerería», explica. Primero lo hizo en su tierra natal, a pie de fábrica. Luego, como ahora, a medio camino entre Cesures y Pontevedra. Porque resulta que su abuelo cogió el traspaso de la antigua cerería que había en la calle San Román. Su padre continuó con ella y ahora la regenta él, al igual que todo el negocio familiar. No quiere deshacerse de las estanterías de madera, ni del olor a antiguo del local. «Esto tiene que tener su esencia», sostiene.

El caso es que Joaquín se pasa buena parte del día ahí metido, entre velas y santos. Pero no le transmiten demasiada quietud las estáticas figuras. ?l es un torbellino en toda regla. Es casi imposible resumir sus actividades. Pero promete intentarlo. Empezamos hablando de su querencia por los animales. Cuenta que tuvo varios caballos. Y que le encanta la aventura. Entonces, se acuerda de cuando a lomos de un equino se metió a navegar un buen trecho del Ulla. «Fue una pasada», dice. También le apasionan los reptiles. «Tengo un reptilario bastante grande, con más de veinte animales. Tengo por ejemplo camaleones o tortugas», cuenta mientras se apura a buscar en el móvil fotos que demuestren que no habla en broma.

Está buscando imágenes del reptilario pero, mientras lo hace, aparecen otras que van narrando sus mil y una actividades, sus diferentes vidas. «Mira esta, aquí está la bicicleta que yo inventé para ir a esquiar. La probé y funciona de maravilla», explica mientras muestra una foto de un aparato que, efectivamente, es un híbrido casero de bici y esquí. Paseando por su galería de imágenes también aparece Joaquín haciendo trial, otra de sus pasiones, alguna que otra vestido de buzo y listo para hacer pesca submarina o con la autocaravana con la que le gusta irse de excursión «al lugar más raro que uno se pueda imaginar».

Ritmo frenético

Reconoce que si se sometiese a examen, posiblemente, sería un claro caso de hiperactividad clínica. Y que es muy difícil seguirle el ritmo. «La verdad es que ando muy frenético. Ahora en Pontevedra tengo un amigo que viene conmigo a entrenar en bicicleta… y siempre me pregunta si no me agoto, porque yo siempre tengo las pilas puestas», explica con energía. En ese afán suyo por no estarse quieto nunca, también le gusta experimentar con la cera, con las velas y con todo lo que incluye su negocio. Fue así cómo logró hacer una vela que apenas genera humo; cómo logró sacar aromas nuevos y velas decorativas… «Me gusta crear, este oficio tiene muchísimo de artesanía. Yo estoy todo el tiempo dándole vueltas a la cera y a los materiales, no me gusta hacer las cosas siempre igual», insiste una y otra vez. Mientras habla, vuelve a rebuscar entre sus fotos en el móvil. Y saca entonces una especie de cenador que está haciendo con restos de poda de palmeras. «¿Ves? Esto es lo mío, buscar la manera de reutilizar materiales. Esto es lo que más me gusta», indica. Joaquín sonríe viendo sus palmeras desmenuzadas cogiendo forma de cenáculo. Entonces, piensa en sus dos hijas. Recuerda los experimentos con ellas en la fábrica de velas. Y reflexiona: «Se puede ser feliz en el sitio menos previsto, ¿verdad?». Cierto.

¿De dónde procede?. Joaquín viene de una estirpe de cereros. Es la cuarta generación de una familia de Cesures dedicada a este negocio.

¿Dónde trabaja?. A medio camino entre la cerería que regenta en Pontevedra y la fábrica de Pontecesures donde se fabrican las velas y demás material.

La Voz de Galicia

Los valeiros capturan medio centenar de lampreas que llenan las nasas de optimismo.

El colectivo de valeiros que pesca lamprea con nasa butrón a la altura del puerto de Pontecesures obtuvo ayer medio centenar de piezas; el mejor registro desde que comenzó la temporada, hace ya más de un mes.

Resulta del todo imposible saber a ciencia cierta el número exacto de capturas porque los pescadores las venden directamente, y cuando son abundantes tratan de esconderlas para no dar pistas a los demás tripulantes ni a los compradores, por aquello de negociar más cómodamente el precio final. Pero tras observar de cerca las operaciones llevadas a cabo puede concluirse que fue una jornada altamente positiva y que medio centenar de capturas puede ser una cantidad muy ajustada.

Así lo confirman algunos de los pescadores que no tienen reparos en hablar de su actividad y confían en que este buen arranque de semana suponga un punto de inflexión en la temporada lampreeira, con la esperanza de que a partir de ahora puedan capturarse decenas de ejemplares cada mañana, y en cada una de las dieciocho embarcaciones autorizadas para participar. Tampoco se sabe exactamente a qué precio se colocaron estos ejemplares en el mercado, pero a la espera de que las capturas aumenten puede decirse que siguen altos, en torno a cincuenta euros por pez.

Evidentemente no tiene nada que ver con los 150 euros que se pagaron por la primera captura, ni con los 60, 70 y 80 que se estuvieron abonando desde entonces en diferentes restaurantes especializados en su preparación. Aún así mantener las tarifas en torno a esos cincuenta euros es positivo para los valeiros, que saben que la cotización puede desplomarse hasta en las próximas semanas, si se confirman las previsiones de «avalancha» de lampreas ahora que subió el caudal.

En lo que todos parecen de acuerdo es en destacar la «alta calidad» del producto. Se trata de individuos recién llegados del mar que realizan su ruta anual hacia las zonas de desove, río arriba.

Puede decirse que ayer faenaron una quincena de barcos y que prácticamente todos tuvieron capturas a bordo; algunos con al menos una decena de lampreas en el saco.

Las nasas butrón volvieron a pescar como hacía tiempo que no se veía, y como queda dicho todo parece indicar que se mantendrá e incluso mejorará este importante y deseado ritmo de capturas.

Faro de Vigo

Una buena mañana de pesca de lamprea en el Ulla.

Los pescadores capturan decenas de ejemplares en Pontecesures.

Los «valeiros» de Pontecesures ya lo habían pronosticado, y acertaron de lleno. La de ayer fue una muy buena mañana para la pesca de lamprea en el Ulla, quedando patente que el aumento del caudal del río ayuda, y de manera importante, a incrementar las capturas. No cabe duda de que el número de piezas tiene que seguir en aumento, pero al menos parece haberse marcado un punto de inflexión en la campaña iniciada a principios de enero; o al menos este es el deseo de los pescadores.

Aunque los pescadores de este preciado pez cartilaginoso son reacios a mostrar sus capturas y a concretar el número de ejemplares obtenidos, hay que hablar de decenas de piezas, algunas de gran calidad.

Las nasas butrón por fin pudieron estrenarse en condiciones, después de un mes de tímida campaña y, eso sí, altos precios.
Hay que recordar que la primera pieza se pagó a 150 euros, y que desde entonces la lamprea se cotizó a tarifas medias que oscilaron entre los 60 y los 80 euros por unidad.
Puede que a partir de ahora empiece a bajar de manera considerable, si bien es cierto que algunos valeiros están dispuestos a mantenerse firmes en los 50 euros, ya que «se trata de lampreas muy buenas, recién llegadas del mar, y no debemos tirar los precios ahora, por mucho que aumenten las capturas».
Puede bajar el precio

En cualquier caso, si efectivamente a partir de ahora aumenta de manera notable el número de piezas obtenidas, como parece muy probable, la bajada de precios va a resultar inevitable, y quizás pronto sea posible conseguir lamprea a partir de 25 o 30 euros cada ejemplar.
Como explicó FARO ayer en la edición impresa, entre el viernes y el sábado ya se apreció un cambio sustancial en el comportamiento de la especie, de tal modo que empezaron a entrar «ejemplares de gran calidad, que se caracterizan por su color más blanquecino, lo que demuestra que llegan directamente del mar; no tiene nada que ver con las lampreas más oscuras, las que ya estaban en el río», explicaron en el sector.

Uno de los valeiros, Ramón Agrasar, explicaba que el viernes había capturado cinco ejemplares y el sábado otro más, por lo que pronosticaba «un cambio» en la campaña y vaticinaba que quizás esta semana «podamos llegar a treinta o cuarenta por barco».
Hablaba incluso de una posible «avalancha de lampreas», y parece que no iba desencaminado, a juzgar por el buen resultado cosechado esta mañana entre una quincena de embarcaciones.
Hay que recordar que el primitivo pez conocido como «dama del Ulla» necesita de las corrientes de agua dulce que desembocan en la ría y el Atlántico para orientarse y remontar los cauces fluviales en busca de las zonas de desove, siendo este desplazamiento anual el momento de captura que aprovechan tanto los pescadores que emplean la nasa butrón a la altura del puerto de Pontecesures como los titulares de las tradicionales pesqueiras situadas río arriba.

Faro de Vigo

La lamprea «reaparece» en el Ulla y los «valeiros» pronostican días de abundancia.

El preciado, y por ahora escaso pez, aún se cotiza alto, entre 50 y 80 euros la unidad, pero los pescadores saben que esos precios pueden bajar considerablemente muy pronto.

Desde que comenzó la campaña de pesca a principios de enero la lamprea se había dejado ver en el Ulla, pero a cuentagotas. Sin embargo las intensas precipitaciones de la semana pasada elevaron el caudal del río, y esto parece haber animado al preciado pez cartilaginoso, hasta el punto de que los encargados de su captura pronostican ya jornadas de abundancia.

Lo cierto es que entre el viernes y ayer se apreció un cambio sustancial en el comportamiento de la especie. Tanto es así que han empezado a pescarse «ejemplares de gran calidad» que, como los pescadores definen, «se caracterizan por su color más blanquecino, lo que demuestra que llegan directamente del mar; no tiene nada que ver con las lampreas más oscuras, las que ya estaban en el río».

Esto es tanto como decir que el primitivo parásito marino parece haber encontrado las corrientes de agua dulce que desembocan en la ría y el Atlántico y que tanto necesitaba para remontar los cauces fluviales en busca de las zonas de desove, siendo este peregrinar el momento de captura que tanto esperaba el colectivo de valeiros; los pescadores que emplean la nasa butrón a la altura del puerto de Pontecesures.

Ramón Agrasar -en el centro de la imagen- mientras se levantan las nasas butrón.

Uno de ellos, Ramón Agrasar, que tuvo el honor de pescar la primera pieza -y venderla a 150 euros- hace ya un mes, explica que el viernes pudo capturar cinco ejemplares y que ayer consiguió otro, a los que se sumaron un par de lampreas pescadas por la lancha «Xurxo», otras tantas que subieron a bordo de la «Gima» -que el día anterior logró tres- y cuatro conseguidas por la embarcación «Porto», todas ellas con base en Carril.

Es cierto que una media de tres peces por barco puede parecer poca cosa, pero al menos indica «un cambio» que lleva a valeiros como Agrasar a decir que «quizás la semana que viene podamos llegar a treinta o cuarenta por barco».

Habla así de lo que puede ser «una avalancha» de lampreas, aunque también es cierto que esto tiene su lado negativo, ya que hasta ahora el sector las estuvo vendiendo a entre 50 y 70 euros, y lo más probable es que cuando llegue la abundancia el precio baje hasta los 20 o 30 euros por unidad.

Las buenas perspectivas que ahora parecen ilusionar a los valeiros se reflejan en el aumento del número de embarcaciones que largan sus aparejos en el río, ya que en vista de los hasta ahora pobres resultados la presencia de naves en el agua estaba siendo testimonial. Mañana, cuando toque levantar las nasas, todo puede haber cambiado para los amantes de la lamprea.

FAro de Vigo