Ya son cinco los casos conocidos de mujeres que han denunciado a un médico del centro de salud de Padrón por conductas inapropiadas en la consulta. Dos han llevado el caso al juzgado, que investiga ahora al facultativo por un presunto delito de abusos sexuales. Pero hay otras dos de las que nada se sabía y que figuran en el amplísimo expediente —casi 600 páginas— redactado por la inspección médica de Sanidade tras la investigación abierta para esclarecer los hechos.
El quinto caso, el de una mujer que expuso sus quejas contra el médico a través de las redes sociales, no figura en la querella judicial y la inspección médica ha propuesto archivar su reclamación por no poder descartar que esté condicionada e influenciada por el hecho de que días después de la consulta fuese conocedora de los rumores que circulaban por Padrón sobre el comportamiento del facultativo y sobre otras posibles víctimas. En este caso, en la consulta había ese día dos residentes que han declarado que no vieron nada inusual.
El médico ha denunciado por injurias y calumnias a esta última mujer, aunque la inspectora del Sergas deja claro en su informe que no observa una falsedad intencionada en su reclamación; tan solo una interpretación subjetiva de la exploración que le practicó el investigado por abusos sexuales «posiblemente suxestionada polos comentarios sobre o facultativo dos que foi coñecedora nos días seguintes á consulta».
Los sucesos que motivaron las quejas en los dos casos que están judicializados se produjeron el 18 de agosto y el 2 de septiembre del 2020. Los dos nuevos que ahora figuran en el expediente disciplinario abierto al médico son por hechos anteriores. En uno, son visitas a ese médico de una mujer entre el 16 de octubre y el 19 de diciembre del 2018. A la otra la vio entre mayo del 2019 y enero del 2020. El último caso es el de la que expuso su experiencia en redes sociales, y ocurrió el 23 de julio del 2021.
Tocamientos y vejaciones
Como en los dos casos que están en el juzgado, en estos dos nuevos incluidos en la investigación oficial del Sergas las mujeres también reflejan en sus reclamaciones tocamientos sin previo aviso en sus zonas íntimas en el marco de las exploraciones a las que las sometió. También consta el «trato prepotente e irrespetuoso do facultativo» y «situacións nas que as pacientes quedan nunha situación de especial vulnerabilidade e desprotección sentíndose humilladas».
En uno de los dos nuevos casos —el más antiguo y cuyos hechos podrían haber prescrito, según se dice en el expediente— la mujer acudió a consulta por una diarrea y asegura que el médico empleó expresiones como «¿qué tal tu culo?» o «¿qué tal cagas» y que le dio una palmada en las nalgas. La otra, aquejada de dolores de espalda y de cabeza, señala en su declaración que tuvo que soportar comentarios del tipo que no tenía nada, que «las mujeres sois así», «a las mujeres siempre os duele la cabeza» o que el dolor de espalda venía «de querer presumir poniendo tacones para provocar a los hombres». La paciente le hizo ver su malestar por estos comentarios machistas.
Comentarios machistas
No fueron los únicos, ya que cuando la paciente le explicó que los dolores y mareos que sufría le causaban dificultades a la hora de conducir y aparcar asegura que le dijo: «Pero eso es normal, las mujeres no sabéis conducir ni aparcar». Y ante el reproche que ella le hizo afirma que le contestó que él no era machista porque tenía mujer e hija para después apostillar «yo lo que estoy diciendo es la verdad, las mujeres solo queréis lucir y andáis provocando».
Como también señalaron las otras mujeres, esta también se quejó de que le hizo quedarse en ropa interior y que en una ocasión en la que acudió por infección vírica y un dolor que se irradiaba desde el tobillo hasta la nalga izquierda le pidió que se tumbase en la camilla y, sin previo aviso y sin informarle de la finalidad de la exploración, le abrió las piernas y le inspeccionó las ingles tocando también partes íntimas de la paciente, para después pedirle que se pusiese «a catro patas», así figura en el informe del Sergas, «colocouse detrás dela e retiroulle a braga tocándolle as cadeiras e movéndolle as pernas sen tela avisado nin informado previamente sobre o que ía facer e por que o facía», añade el expediente, que ya está en manos del juzgado de Padrón que investiga los hechos.
Para la inspección médica de Sanidade, tanto los hechos ocurridos en los dos casos judicializados como en estos dos nuevos que ahora salen a la luz, estos comportamientos pueden suponer faltas graves y muy graves. La redactora del expediente, cuya tramitación administrativa se ha paralizado al abrirse la vía judicial, también declaró esta semana en el juzgado como testigo y manifestó que ya había decidido proponer al médico para sanción.
Posible sexto caso
Desde que se hizo pública la denuncia en el juzgado de dos de las presuntas cinco víctimas de este médico de Padrón (que llegó a ser jefe de servicio del centro de salud), el abogado de las perjudicadas, Enrique León Carrasco, ha manifestado en todo momento su convencimiento de que existen más casos, por lo que ha solicitado que las afectadas se pongan en contacto con él. Esta misma semana, ha recibido la comunicación de otra posible víctima, que elevaría ya a seis los casos conocidos.
La propia instructora del expediente sancionador considera lógico que las afectadas tardasen en denunciar los hechos por el «sufrimento, angustia e mesmo vergoña que en moitos casos subxace á formalización dunha reclamación, así como as posibles inquedanzas derivadas do temor á difusión da identidade e perda de privacidade nunha localidade pequena como Padrón», por lo que considera que hay que tener en cuenta las «potenciais reticencias e dúbidas das pacientes á hora de denunciar a un profesional sanitario, e máis aínda se se ten presente que se trata do director do centro de saúde».
La inspectora de Sanidade que analizó el caso señaló que iba a proponer una sanción grave para el facultativo
El médico del centro de salud de Padrón denunciado por dos pacientes por abusos sexuales ha declarado en el juzgado que investiga el caso, ante el que negó las acusaciones y aseguró que está de baja por depresión como consecuencia de la denuncia, que atribuyó a una venganza de las dos mujeres. A preguntas de la jueza respecto a por qué ambas querrían atribuirle algo tan grave y exponerse ellas mismas, respondió que a una de ellas no quiso recetarle de urgencia un medicamento y que a la otra la confinó en casa a la espera del resultado de si era positivo o no en coronavirus.
El facultativo negó que, como denuncian las dos mujeres, les hiciese tocamientos en sus pechos o en otras partes o que las desnudase más allá de lo que marcan los protocolos, pero ambas, que también declararon en el juzgado, mantuvieron el mismo relato.
Una de ellas explicó que el médico le hizo tumbarse en la camilla y bajarse las bragas para después palparle el pubis y tocarle los pechos por debajo del sujetador. La otra relató que le quitó las bragas con sus propias manos, le pidió que flexionara las rodillas y, sin guantes, le introdujo un dedo en la vagina, para después hacer lo propio en el recto cuando había acudido a la consulta aquejada de hongos vaginales y diarrea causados por la toma de antibióticos.
El abogado de las dos denunciantes, Enrique León Carrasco, está convencido de que hay más víctimas y hace un llamamiento a que alcen la voz para denunciar. La primera que destapó el caso de los presuntos abusos sexuales fue otra paciente a través de las redes sociales, que ayer testificó aunque de forma limitada debido a que el facultativo la denunció por injurias y calumnias y tiene un proceso judicial abierto por ello.
Un testimonio muy significativo fue el de la inspectora médica de Sanidade que estaba instruyendo el expediente sancionador contra el médico. El proceso administrativo está actualmente suspendido al haberse abierto la vía judicial, pero la funcionaria también declaró ante la jueza de Padrón en calidad de testigo.
Su intervención fue relevante porque dejó ver que dio credibilidad a los hechos que le relataron las dos denunciantes, que antes de acudir al juzgado interpusieron quejas ante el Sergas. También explicó que antes de la suspensión del expediente ya había tomado la decisión sobre el caso en cuestión y que iba a proponer que se impusiese una sanción grave al facultativo por su comportamiento.
Se perciba con mayor o menor intensidad en la calle, la sociedad gallega está siendo corroída por un fenómeno silencioso que ataca su misma base: un envejecimiento pertinaz que no deja de socavar los cimientos de la pirámide demográfica, hoy convertida en una especie de jarrón que no para de crecer por arriba, mientras enflaquece hasta extremos verdaderamente desestabilizadores por abajo. Los últimos índices que el Instituto Galego de Estatística ha hecho públicos, cuya referencia se sitúa en el 2021, permiten establecer comparaciones harto preocupantes con respecto a lo que ha sucedido en las dos últimas décadas. La ola golpea incluso a los territorios a los que se suele atribuir una mejor salud demográfica dentro de la comunidad, como las Rías Baixas, y, en concreto, los once municipios que conforman Arousa. En todos ellos, el número de personas que superan los 65 años rebasa ya con claridad al de quienes tienen menos de veinte años. Aunque hay una excepción, Pontecesures, también allí el saldo positivo se está estrechando hasta tener los días contados.
El análisis de los datos indica que, por lo que respecta a los índices de población, todo se ha invertido en Arousa en los últimos veinte años. En el 2001, solo un municipio de los once mostraba un mayor porcentaje de habitantes mayores que de jóvenes y niños. Era Meis, donde el 19,5 % de sus vecinos tenían menos de veinte años, mientras el 21,3 % superaban los 65. Ahora, queda dicho, lo que constituía una excepción se ha transformado en norma, y solo Pontecesures mantiene más jóvenes, 578, que mayores, 572. Aunque es fácil concluir que esa diferencia positiva de seis personas pronto será absorbida por este proceso de envejecimiento generalizado.
Los datos del desequilibrio
El balance conjunto de los once concellos indica que en Arousa viven hoy 18.130 niños y jóvenes frente a 23.942 personas mayores que han sobrepasado la clásica edad de la jubilación. Se trata de una brecha de 5.812 arousanos, que desequilibra la pirámide poblacional sin que, de momento, nadie haya dado con la fórmula para al menos frenar un fenómeno que avanza año a año.
Buscar otro indicador, el de la edad media, por ejemplo, no hace sino reforzar una impresión deprimente. En las mismas dos décadas, los arousanos han envejecido seis años, hasta rebasar hoy los 46 años como promedio, con cuatro municipios en los que la población jubilada supone ya la cuarta parte del total. En el 2001, este particular listón todavía no había alcanzado los 40 años.
PROPIA
No hace falta insistir en que una población excesivamente envejecida acarrea toda una serie de problemas vinculados, directamente, con la protección que proporcionan el estado del bienestar, los servicios sociales y la sanidad. Otro de los fenómenos paralelos a los que contribuye este proceso —aunque evidentemente en él se conjugan otros factores— es el incremento del número de personas mayores que viven solas. Los datos que facilita el área de Servizos Sociais deVilagarcía de Arousa dejan claro que su cifra tampoco deja de crecer en la capital arousana. Es posible, por ejemplo, analizar qué ha sucedido a lo largo de los dos últimos años, marcados por la pandemia que desató el coronavirus. A estas alturas del 2022 habitan en la capital arousana 148 mayores solos más que a finales del 2019, cuando el covid todavía era un rumor que llegaba desde China.
Las cifras redondas de la soledad por encima de los 65 años se concretan en estos momentos en 1.859 vilagarcianos. Si a finales del 2019 su número era de 1.711, la conclusión es que la cifra de ciudadanos en esta situación se ha incrementado en un 7,9 %. Por su parte, el tramo de población más mayor, viva o no en soledad, está representado por 8.458 personas, 353 más que al inicio de la pandemia. Un sencillo cálculo proporcional muestra que una de cada cinco personas mayores en Vilagarcía vive sola.
El escudo de protección
Aunque por supuesto no existe una asociación automática entre mayor edad y vulnerabilidad, la lógica del paso del tiempo sitúa a este colectivo en un mayor riesgo de exposición. En plena pandemia, los servicios municipales levantaron un escudoque integraban una treintena de personas pertenecientes a las áreas de Servizos Sociais, Igualdade y el SPAD. A ellos se unían la gente de Cáritas y de la Cruz Roja, con prestaciones como el comedor sobre ruedas y el dispositivo de teleasistencia. Aunque el covid se retire, las necesidades que cubrían parecen ya endémicas.
Vidal Seage aprovechó la visita realizada por el delegado de la Xunta y la gerente del área sanitaria Santiago Barbanza a las instalaciones para comprobar las obras de mejora allí ejecutadas
A Juan Manuel Vidal Seage, el alcalde popular de Pontecesures, no le salen las cuentas. En el centro de salud de esta localidad el Baixo Ulla solo trabaja un médico, cuando según los cálculos del regidor, hay un número de tarjetas sanitarias más que suficiente para ampliar ese número con un facultativo más y con un pediatra que acuda «polo menos un par de días á semana». De hecho, explica Seage, hay muchos cesureños que tienen que trasladarse hasta Valga para recibir atención médica, y todos los niños reciben atención pediátrica en el ayuntamiento vecino.
Evitar esos traslados innecesarios, que obligan a muchas personas a depender de un coche cuando tienen un centro de salud al lado de casa, es uno de los argumentos que Vidal Seage expuso ayer al delegado de la Xunta en Pontevedra, Luis López, además de la gerente del área sanitaria Santiago-Barbanza, Eloína Núñez, en la visita que ambos realizaron a Pontecesures para supervisar las obras realizadas en el edificio sanitario. La insistencia del alcalde, que ya había trasladado su reivindicación y sus dudas mediante correos electrónicos, ha llevado a los responsables sanitarios a comprometerse a analizar los datos y evaluar la posibilidad de dotar al centro de salud de más facultativos.
En el centro de salud de Pontecesures acaban de finalizar los trabajos de modernización y reforma integral de las instalaciones, una actuación acometida por la Xunta de Galicia. El proyecto estaba orientado a hacer de ese inmueble, adscrito al área sanitaria Santiago-O Barbanza, un lugar más cómodo y energéticamente más sostenible. A ello se han destinado 32.323 euros. La remodelación del centro de salud pasó, básicamente, por la renovación de las luminarias, el pintado del edificio, la limpieza y reparación de las cubiertas, la mejora del área de administración y el acondicionamiento de la zona de acceso. «Seguimos a mellorar as infraestruturas de atención primaria», señaló Luis López.
El periodista narra en el libro Hasta que se me acaben las palabras, que este miércoles firma en A Coruña, su infancia en Galicia, sus inicios en la radio en Santiago y su trayectoria en Madrid
Julio Iglesias, Pucho Boedo o Joaquín Prat, son solo algunos de los muchos personajes famosos con los que Pepe Domingo Castaño (Lestrobe, 1942) ha compartido camino. Un camino llenó de éxitos, pero también de sacrificio. Ese trayecto, el que el gallego recorrió desde su infancia en Padrón, sus inicios en la radio en Santiago, hasta su llegada a Madrid, en donde se consolidó como uno de los mejores profesionales del medio, lo narra en su libro Hasta que se me acaben las palabras, que este miércoles por la tarde firma en A Coruña. Una lectura que refleja su evolución personal y laboral, pero que en la que queda claro que, pese a todo, sigue siendo el mismo chico que un día se marchó a la capital a probar suerte con una maleta, como dice «de mierda, pero llena de sueños».
—¿Qué pregunta le hacen siempre y está ya cansado de responder?
—Que si prefiero la radio, la tele o la música. Ja, ja, ja.
—El título del libro, Hasta que se me acaben las palabras, deja claro que le queda cuerda para rato, pero ¿qué le ha quedado sin contar?
—Siempre quedan cosas, ¿por qué no cuento esas cosas que han quedado? Uno, porque la gente de la que hablo, que a lo mejor no hablo muy bien, no puede defenderse porque está muerta. En otro caso porque me pareció que no interesa a nadie y tampoco me interesa a mí. Y en tercer lugar, porque no me apetecía hablar de las cosas que he silenciado. Está lo que yo quiero que esté y lo otro lo he apartado porque tampoco cabe todo.
—Galicia le inspiró para escribir poesía, ¿este libro qué lo inspiró?
—Sí, yo escribí un libro de poesía que se llama Debajo de la parra, literalmente lo escribí debajo de la parra de la casa que tiene mi mujer en Mera, en Oleiros. Ahí, en Mera, nació la idea de escribir este libro en un momento en el que estaba atravesando una mini crisis, hace quince años o así, una de esas que tienes cuando vas cumpliendo años. En esos momentos yo me refugio siempre en la poesía o en la escritura. En vez de poesía, como ya había hecho un libro, dije ¿por qué no cuento y me saco de dentro toda mi infancia y juventud, y lo dejo escrito por si algún día mis hijos quieren publicarlo? Porque yo no pensaba publicarlo, decía que era muy malo. Escribí la primera parte hace 15 años, que termina cuando llego a Madrid.
—¿Qué le hizo cambiar de opinión?
—En una entrevista que hice, un señor que conozco de A Coruña, Juan Luis Miravet, oyó en la radio que yo estaba hablando de una especie de memorias que tenía, pero que eran muy malas y que no se iban a publicar porque no las iba a querer nadie. Entonces me llamó y me dijo: ‘Oye, eso no tienes que decirlo tú. Tiene que decirlo alguien que lo lea. Si me das la oportunidad y me lo envías, yo lo leo y te cuento la verdad’. Yo estaba muy reacio, pero se lo mandé, me convenció, y a los tres días me llamó emocionado y me dijo: ‘Esto es una joya’. Me dijo que quería publicarlo, que tenía amistades con editoriales, pero con la condición de que tenía que escribir la segunda parte. Que no podía acabar el libro en Madrid y perderse toda la parte de mi carrera profesional allí. Le dije que no sabía si iba a poder, que la primera parte la escribí muy fácil porque lo tenía dentro, pero que de lo otro, a lo mejor me había olvidado y que no tenía inspiración. Y me dijo, ‘pues ponte, por favor, en el ordenador y hazlo’. Me puse, me costó mucho, mucho, mucho, pero al final, poquito a poco lo escribí, capítulo a capítulo, y son 565 páginas.
—El prólogo es de Julio Iglesias, están muy unidos, pero ¿por qué pensó en él?
—Tuve varias ideas, primero pensé en Paco González, pero todo el mundo esperaría que lo hiciese Paco, entonces quería hacer algo inesperado. Pensé en Iñaki Gabilondo, que era otro de mis favoritos, y me dijo que sí, y le dije que lo llamaría, pero un día me llamó Julio, porque hablamos de vez en cuando. Él había oído que estaba escribiendo un libro y me preguntó si hablaba de él. Le dije que sí, que tenÍa un capítulo dedicado a él, y me dijo que tenía que enviárselo. Rápidamente lo leyó, y me dijo que quería hacer algo por el libro, le dije que quería que el día que lo presentase estuviese, y me prometió que estaría, y que además escribiría el prólogo. Y cumplió.
—¿Por qué le costó tanto escribir la segunda parte?
—Porque tenía que espigar entre bastantes recuerdos, entonces me preguntaba cuál valía la pena, qué podría interesar a la gente, apunté varios temas de los que me acordaba y fui eligiendo. Yo noto una diferencia muy grande de estilo literario entre la primera parte, que la hice a una velocidad de vértigo porque me salía a borbotones toda mi vida. Mi mente iba más rápido que las manos, porque la escribí a mano. Entonces se nota en el estilo, porque yo escribo mejor a mano que a ordenador. La segunda me costó bastante, se me mezclaban a veces los recuerdos, luego escribía algo y decía, ‘pero me he metido con este tío, no debería’. Pero luego pensaba, ‘claro que sí, voy a contar la verdad. Si no cuento la verdad mejor no escribo’.
—Julio confesó que los dos se fueron sin pagar una mariscada.
—Es una coña eso. Lo dijo en un programa, me dijo: ‘Pepe, te acuerdas que nos fuimos sin pagar de Casa Simón’. Yo recuerdo que estábamos allí con Pepe Simón, que ya falleció, y le pregunté a Julio, ‘quién paga esto’, y me dijo ‘esto lo paga mi secretaria, no te preocupes’, y nos fuimos. Yo creo que invitó Pepe Simón, yo no pagué desde luego, eso es verdad, pero alguien pagó.
—¿Cuál es su anécdota más destacada con él?
—Hay una buenísima, que la cuento en el libro. Julio nos invitó a mi mujer y a mí a estar en su casa en Miami diez días. Estuvimos en su casa y fuimos a un concierto en el Miami Arena, donde juegan los Miami Heat, que él era socio del equipo de baloncesto, y luego nos trajo en su avión para aquí. A la ida fuimos en vuelo regular, y a la vuelta vinimos con él en el pájaro loco, como lo llama Julio, y fuimos de Miami a Ibiza. Al día siguiente nos levantamos y llovía a cántaros, y a Julio no le gusta la lluvia, y me dijo ‘Tito’, como me llama él, ‘tenemos que hacer algo. Yo no puedo estar en un sitio que en el que esté lloviendo. Vamos al sol’. Y le digo, pero a qué parte, y dice: ‘¿Por qué no vamos a Galicia? ¿Hará buen tiempo? Porque si hace malo aquí debe estar bien en el norte’. Entonces dijo que quería ir a Vigo porque A Coruña ya había ido muchas veces. Llamé a Vigo y me dijeron que hacía un día soleado con una temperatura fantástica. Y me dice Julio que dónde podíamos comer y se me ocurrió Casa Simón, en Cangas do Morrazo. Entonces, Julio me dijo: ‘Dios mío, me has abierto el mundo porque yo veraneé durante 15 años en Cangas. Para mí va a ser una maravilla ir’. Salimos de Ibiza a Vigo, Mercedes esperándonos, y fuimos a comer a Simón, como dice él sin pagar, y volvimos a Ibiza. Fuimos a buscar el sol.
—En el libro habla de su familia y de una infancia feliz, ¿cual es la primera imagen que se le viene a la mente al pensar en esos años?
—La radio, la calle, los juegos, ventanas abiertas, el sol… Sobre todo del otoño, a mí me gusta el otoño, cuando el sol cae un poquito y los árboles del espolón se reflejaban en la calle en donde jugábamos al pañuelo, a la chena, al marro, a una cantidad de cosas, y de fondo siempre estaba la radio. Soy minero, El emigrante, Antonio Molina, Juanito Valderrama, las novelas, que seguía mi madre… todo lo que sonaba entonces. El sonido de mi infancia son la radio y los juegos, y una palabra, felicidad, en mayúsculas.
—¿Cuándo se dio cuenta de que la radio era su vocación?
—En el colegio de frailes el padre Aguirre, que era muy simpático, tuvo la idea de montar una emisora y pidió voluntarios. Me ofrecí, pero dijo que nos tenían que hacer una prueba. La hice y me dijeron que tenía buena voz y desparpajo, y eso es lo que vale. Empecé a hacer programas, hacíamos obras de teatro, escribíamos textos, hacíamos descripción de paisajes, si íbamos de viaje lo contábamos, teníamos una programación de una hora o dos diarias y el padre me dijo: ‘Tú valdrías para esto. No te olvides. Ahora, si sigues siendo fraile no vas a poder hacer nada. Pero si un día te vas, que sepas que vales’. Entonces, dejé de ser fraile y empecé a darle vueltas a la idea, pero estaba en Padrón, ahí no había emisora ni nada, la más cercana era Santiago. Y yo decía, ¿cómo voy a trabajar en Santiago de Compostela, si yo no soy nadie? Hasta que se presentó una oportunidad y la cogí.
—Dice que fue a Madrid por una decisión tomada con el corazón.
—Sí, me fui con una maleta de mierda, pero llena de sueños. Para mí todas las decisiones, casi todas locas, no las hubiera tomado si fuera por la cabeza. He dejado siempre actuar al corazón, el corazón seguramente se equivoca, pero de la equivocación nace el éxito a veces. Hay trenes que dicen que si no los coges no vas a ser nunca nada. Yo he dejado pasar trenes, algunos no podía cogerlos, otros no quise, y sin embargo, cuando vi que ese era el mío lo cogí. Eso me lo dictó el corazón. La cabeza no me dijo que me fuese a Madrid, no me dijo que dejase la empresa de Padrón para irme a Santiago, no me dictó que dejará la música y eligiese la radio. Son decisiones locas que solo es capaz de tomar el corazón.
—¿Tuvo que luchar contra algún cliché por gallego?
—Con gente, sí. Me echó una mano importantísima Pucho Boedo, me conocía de Santiago, él estaba con Los Tamara y yo les había hecho entrevistas. Un día en Madrid, un amigo mío, Justino Bermúdez, me dijo de ir a una cafetería donde iba gente de la radio para que me animase, porque yo estaba bastante preocupado. No me conocía nadie en Madrid, iba por la Gran Vía solo y estaba acostumbrando a ir por Santiago y que todo el mundo me saludase: ‘Adiós, Pepe’. Ahí no me conocía nadie. Entonces fuimos a la cafetería California de la calle Salud, que ya no existe. Al entrar, al primero que vi fue a Pucho Boedo, y me saludó: ‘Neno, que fas aquí ho?’ Y yo, pues he venido a trabajar a la radio. Me dijo, ‘espera un momento’, y volvió con Joaquín Prat. Mi ídolo, al que yo quería conocer, parecerme… me lo trajo Pucho recién llegado yo a Madrid. Fue la ilusión de mi vida. Estuvo simpático, cariñoso muy cercano, y me dijo ‘esta noche vas a venir con Pucho a mi programa de madrugada’. Fuimos, me invitó a cenar Pucho, pagando él claro, yo ahí no podía. Me hizo Joaquín una entrevista que siempre recordaré. Antes de morir él siempre lo recordábamos, que si yo no hubiese conocido a Pucho, no lo habría conocido a él y no sé cómo hubiera cambiado mi vida. Yo creo que lo hubiera conseguido igual, porque creo que las cosas si luchas las consigues, pero gracias a Pucho fue todo más fácil.
—Ahora usted es el Joaquín Prats de muchos.
—No, yo creo que lo de la radio no es fama como la tele. Tengo una diferencia entre gente de tele y de radio, cuando haces tele la gente en la calle te saluda solo porque sales en la tele. Sin embargo, ahora que no salgo en la tele, que no quiero salir, la gente te mira y te quiere. Esa es la diferencia entre la fama loca y la popularidad de andar por casa, y no hay nada más hermoso que la gente te diga “gracias Pepe por hacernos felices’. ¿Tú sabes lo grande que es conseguir a través de un micrófono que la gente sea feliz? Solo por eso ya vale la pena.
—Además de locutor, triunfó como cantante: ¿Cómo empezó a cantar?
—En Padrón me llamaban ‘Pepe fiestas’ porque a todas las verbenas que había iba yo. Salí del convento con unas ganas de fiestas brutales, a comerme el mundo. Entonces me subía a los palcos de la orquestas. Hoy con la Panorama y la París de Noia ya no te dejan, pero antes sí y yo subía a cantar. Decían, está aquí un chaval de Padrón que quiere cantar, y cantaba. Entonces mi idea era, si un día voy a Madrid voy a grabar un disco, pero tiene que ser algo tan bueno que llegue a ser número uno. Cuando lo conseguí, porque a todos los locutores les ofrecían grabar un disco, me traían canciones y no me gustaban, hasta que un día mi hermano Fernando, que es un poco artista también, y Emilio José, el cantante de Soledad, hicieron Neniña. Me la trajeron y dije ‘esto es un tiro’ y la saqué sin poner mi nombre. Porque entonces hacía muchas cosas y la gente me odiaba un poco porque estaba en todas partes, ligaba mucho, hacía radio, tele, cantaba… Y dije, para que no se metan conmigo no voy a poner mi nombre. Se lanzó Neniña sin mi nombre y cuando ya el disco estaba colocado ya descubrimos que era yo.https://www.youtube.com/embed/f6VHzqOtnRg
—De hecho dijo que su mujer le bajó algo los humos y entonces aprendió que su éxito no era solo suyo, sino fruto de un trabajo en equipo.
—Ella no me dijo eso de que no me creyera más que nadie, me dijo ‘te noto muy crecidito, muy seguro de ti mismo’. Y le dije: ‘Seguro de mí mismo voy a estar siempre, pero crecido no pretendo’. Sé que lo que tengo no me lo han regalado, lo he luchado, pero efectivamente, lo que tienes lo consigues gracias a todo el equipo involucrado. Por eso siempre que me dan un premio, nombro a todos, el equipo es básico. Pero ahora, que no me quiten nunca la seguridad en mí mismo, el día que me la quiten me voy a la mierda.
—¿Cuál sería la banda sonora de su vida?
—Primero Soy minero de Antonio Molina, que me recuerda a cuando jugaba en la calle y la radio se oía por la ventana. Luego, El Mundo de Jimmy Fontana, que fue la primera canción que puse en Radio Galicia el día que empecé, luego De colores, que es la canción que todos los hermanos cantamos en el Santiaguiño do Monte. Y Cuando se quiere de veras. No incluyo a Neniña porque forma parte de mi vida, pero no es definitoria.
—¿Sigue yendo a las verbenas?
—Sí, siempre estoy en las fiesta de Mera con mis amigos. Va la Panorama, la París, el Combo Dominicano…. Una vez subí a la Panorama en Cines, que está cerca de Betanzos, pero cuando la Panorama no era la burrada que es ahora con ese escenario. Ahora ahí no pintó nada ya.
—Dice también que la felicidad consiste en tener buena salud y mala memoria. Sabemos de su buena memoria, pero ¿cómo va de salud tras haber padecido el covid?
— Estoy mucho más sano que antes, estoy más preparado para lo que me quede de vida que antes de la pandemia y me siento como un toro. La pandemia me ha enseñado a vivir mejor. La felicidad completa nunca se logra, lo mejor de la felicidad no es la felicidad en sí, sino el camino hacia ella porque el día que la consigues por completo, ese día desaparecen los sueños, desaparece todo.
—Los beneficios del libro, que va ya por su tercera edición, los dona a Cáritas y a Aesleme. ¿Por qué a esas entidades?
— Lo dono porque creo que tengo que pagar la felicidad. La felicidad tiene un precio, si eres capaz de saber el precio que tiene bien, si no, estarás toda la vida pensando que tienes que pagarlo y no lo pagas. La oportunidad fue genial, digo ¿cómo voy a vender yo por dinero todo este montón de recuerdos? La mejor manera de pagar a la vida todo lo que me ha dado es donarlo a gente que lo necesite, es una forma de pagar mi felicidad. Luego va a Aesleme, que es una asociación para el estudio de la lesión medular espinal de una amiga mía, Mariam Cogollo, a la que admiro mucho, y a Cáritas, que es la entidad más grande que tenemos para ayudar a la gente.
El delegado da Xunta en Pontevedra, Luis López, anunció ayer que el Presupuesto de la Xunta para 2022 destina 15,6 millóns de euros en inversiones a la comarca de Caldas. Entre las inversiones destacan las mejoras en el centro de la tercera edad y en el edificio ocupacional de O Saiar, la señalización y acondicionamiento del Camino de Santiago, el suelo empresarial de Pontecesures o el centro de salud de Moraña con la siguiente distribución territorial: Pontecesures (5,4 millones), Caldas de Reis (3,4 millones), Valga (2,8 millones), Moraña (1,8 millones), mientras que Catoira, Cuntis y Portas se sitúan algo por debajo del millón de euros.
La mayor inversión es para el suelo empresarial de Pontecesures, con 4,6 millones de euros; seguido del plan de prevención de inundaciones en la comarca, con 1,4 milloens; el GES de Moraña, que cuenta con 1.150.000 euros; y la senda en la vía PO-548 en Valga, con 800. 000 €.