Padrón tiene creada una comisión de coordinación para la seguridad y
el bienestar de los ciudadanos en la crisis sanitaria que en su última
reunión estableció pautas para la desinfección de todos aquellos
espacios comunes por los que transitaron personas que dieron positivo de
coronavirus.
Por otra parte, la Policía Local interpuso en los dos últimos días seis nuevas propuestas de sanción por saltarse sin causa justificada el confinamiento decretado durante el estado de alerta. Son tres personas de Santiago, una de Dodro y dos de Padrón.
«Estamos en marcha, Cuaresma arriba, hacia la Pascua donde
encontraremos el agua bautismal del renacimiento y la luz de la
Resurrección».
En septiembre de 2006 tomo posesión de la Parroquia de San Julián de
Pontecesures, como Párroco. Al año siguiente, con motivo de la Semana
Santa, observo, en una sacristía la Imagen de un Nazareno. En
Pontecesures, no había ninguna procesión de Semana Santa, y aprovecho la
ocasión, para instituir la Procesión del Encuentro, con las imágenes de
ese Nazareno y la Virgen de los Dolores. Había que pensar en el día y
la hora, para no interferir con las procesiones de Semana Santa del
vecino pueblo de Padrón, y así, se me ocurrió que el día apropiado,
sería el Viernes Santo, por la mañana.
Basándome en las comisiones de Fiestas, de los diferentes lugares de
la Parroquia, les encomiendo la titularidad de cada una de las imágenes,
y así, saliendo de los extremos de la Parroquia, poder encontrarnos en
la Plazuela del Centro, frente a la Iglesia. Y, ¿Quién podría ser el
Predicador? el encargado de los Medios de Comunicación de la Diócesis,
el Padre Isorna, Franciscano, natural de Cordeiro, (Valga) en ese
momento era el que celebraba la Misa de la TVG.
A partir de esa experiencia, la gente se anima y deciden formar las
diferentes Cofradías, la del Nazareno y la de la Virgen de los Dolores.
Instituyéndose ambas, con sus Estatutos y con autorización del Sr.
Arzobispo don Julián Barrio, el 16 de marzo de 2010.
Así seguimos ininterrumpidamente hasta este año 2020, que por razones
de fuerza mayor, nos vemos obligados a vivirla más interiormente y
pensando, en el 2021 Año Santo Compostelano como acción de Gracias a
Dios.
En el 2014 fue asaltada su casa rectoral en Padrón y asesinada su asistenta, un crimen sin resolver.
Ramón Barral Camba, cura emérito de la parroquia de Santa María de
Cruces-A Escravitude, en Padrón, falleció ayer por la mañana en el
Hospital Clínico de Santiago, en el que estaba ingresado tras enfermar
por coronavirus. El sacerdote tenía 83 años y los últimos los pasó en la
residencia Domus VI de San Lázaro, en Santiago. Por la tarde recibió
sepultura en el panteón familiar de su parroquia natal de Santo Estevo
de Pantiñobre, en Arzúa, según informó la parroquia de Santiago de
Padrón, que añadió que «lo recordaremos siempre por su bondad y espíritu
de servicio, por su cercanía y humildad».
Ramón Barral ejerció como sacerdote durante 58
años, hasta su jubilación en el 2015. Cinco de esos años lo hizo en la
parroquia de Carcacía y 36 en la de Cruces, donde dejó un «moi bo recordo»
entre los feligreses. También estuvo encargado durante un tiempo de las
Parroquias de Santa María de Oín y San Pedro de Herbogo, en Rois. Pero
fue en la de Cruces donde vivió uno de los momentos más trágicos de su
vida personal y profesional, después de que en septiembre del 2014
varios individuos asaltaran la casa rectoral, le dieran una paliza y
asfixiaran a su asistenta, María Soto. Aún hoy no se saben quienes
fueron los autores del asalto, que agravó los problemas de salud de
Ramón Barral. A partir de entonces, apenas ejerció como párroco unos
meses, antes de jubilarse.
El actual párroco de Cruces, Roberto Martínez, confirmó ayer que, cuando pase el estado de alerta y se vuelvan a celebrar actos religiosos, el santuario de A Escravitude acogerá un funeral por el cura fallecido ya que, dijo, «se lo merece».
D. Ramón nació en Pantiñobre, cerca de Arzúa el 20/08/1936, y
falleció el día 29/III/2020, en su residencia geriátrica Domus VI, de S.
Lázaro (Santiago).
Estaba delicado de salud y se vio agravado por el contagio del
coronavirus. Lo trataron en la propia residencia en donde estaba
aislado; llevaba varios días que se negaba a comer y estaba alimentado
con suero.
Como tantos, en otros sitios, murió sin una familia que lo pudiera
acompañar o le pudiera despedir con un beso. No dejaban verlo por la
preocupación de contagio.
Antes estuvo en un geriátrico de Calo y luego pasó a San Lázaro. Sus
hermanos se turnaban para verlo y acompañarle todos los días y también
sus feligreses de la Esclavitud estaban con él con frecuencia en la
cafetería de la residencia, contándole cosas de la parroquia.
Era muy querido en la Esclavitud en donde trabajó mucho,
especialmente organizando novenas a lo largo del año a las que llevaba
predicadores de muchos sitios. La iglesia se llenaba y , además de la
formación que recibían, tenían la oportunidad de confesarse varias veces
al año. De esto se preocupaba D. Ramón sabiendo de la importancia que
tiene para la vida cristiana. A veces incluso acortaba, si hacía falta,
las predicaciones para que el confesor estuviera disponible para ir a
confesar.
En la sacristía hay exvotos de diversas gracias o milagros que hizo
la Virgen en esta advocación de la Esclavitud, muchos son antiguos pero
también hay algunos recientes. Cuando se le preguntaba si había milagros
en su santuario siempre decía que muchos, si le pedías que contara
alguno decía, no sé. Aunque alguno sí lo contaba.
Su parroquia, el santuario, era muy visitado por estar en el camino
portugués de Santiago, pero también iban allí gentes de los alrededores,
incluso de lejos.
Tiene un hermosa robleda un atrio amplio y una iglesia en piedra y muy cuidada, por dentro y por fuera.
¿Cómo era D. Ramón?
Lo sabrán contar muy bien sus feligreses, pero era sencillo, no se
daba importancia, era afable y paciente con todos y muy de su iglesia
que tenía estupendamente cuidada.
Celebraba la Misa con amor de enamorado y sin prisas. Era ejemplo de
piedad. Podemos afirmar que era muy eucarístico y muy mariano, como
deben ser todos los sacerdotes.
Me consta que muchos sacerdotes ofrecieron la Misa por él y también
oraciones, y esperan poder asistir a algún funeral que, cuando pase toda
la pandemia, se vaya a organizar en alguna de sus parroquias.
Descanse en paz y que su recuerdo nos ayude a ser mejores.
Víctor Sánchez Lado Párroco de San Cayetano (Santiago de Compostela)
Aún hay dudas sobre el confinamiento, y en Pontecesures es el regidor quien resuelve buena parte de ellas.
«Somos como un teléfono de la esperanza», dice con una máscara de
buen humor un policía local de la comarca de O Salnés. Y es que desde
que se decretó el estado de alarma, son muchos los vecinos que se
dirigen a los agentes para preguntar si pueden hace esto o lo otro. Para
explicarles sus casos particulares, para narrarles la historia del
gallinero que está a varios kilómetros de casa, o de la finca en la que
la verdura se acabará echando a perder si no se va a recoger pronto.
«Son muchísimas las llamadas de ese estilo las que recibimos», dicen los
agentes. En ayuntamientos más pequeños, ese papel de resolvedor de
dudas lo suele acabar desempeñando el alcalde. Ocurre así, por ejemplo,
en Pontecesures.
«Descubrín que hai unha chea de xente que ten o meu número de teléfono,
e cada día recibo ducias de chamadas de xente que me di, ‘alcalde, podo
ir ata a finca?’, ‘podo ir botarlle de comer aos animais?’, ‘podo ir
poñer patacas’».
El número de ejemplos es enorme. A fin de
cuentas, Pontecesures es una pequeña ciudad con alma rural. Buena parte
de sus habitantes residen en el casco urbano, pero mantienen la
costumbre de ir a trabajar las fincas que se diseminan alrededor del
puñado de calles que da forma al pueblo. La respuesta del alcalde suele
estar llena de matices. «O primeiro que lles pregunto é se é
imprescindible o que di que ten que facer. Se é realmente necesario,
porque estamos nun estado de alarma e isto non é unha broma», explica el
regidor.
En Pontecesures, donde la Guardia Civil
hace controles diarios para disuadir a quienes tienen ganas de saltarse
la orden de confinamiento, se han tramitado ya seis expedientes contra
personas que han hecho, precisamente, eso: salir a la calle sin razón
justificada. «Temos dende xente de Santiago que veu de visita a
Pontecesures para pasar o rato, ata xente que sae á rúa, presumiblemente
para traficar con sustancias ilegais».
No deberían tomarse a broma ni la orden de confinamiento ni el riesgo que corren al saltársela: un vilagarciano ha sido condenado a cien días de cárcel por hacerlo.