La cultural explica que la reforma de la Iglesia de Santiago de 1859 incluía un trastero y antesacristía anexo que no se ejecutaron
En su lugar se derribó un pequeño templo aledaño y en 1994 levantaron un inmueble adosado declarado ilegal, pero con las acciones prescritas
A la izquierda, desaparecida capilla del antiguo cementerio y a la derecha, la sede de la Escola de Música.
La Asociación Cultural Villa Petroni de Padrón acaba de levantar la voz sobre lo que sus responsables consideran “un auténtico monumento al feísmo urbanístico que bien se pudiera haber construido en otro lugar”. Se trata de la actual sede de la Escola de Música de Padrón que, aseguran, fue levantada tras derribar la capilla del antiguo cementerio de la villa. Y se hizo pese al dictamen de la Comisión del Patrimonio Histrico de la Ciudad y Camino de Santiago que, en 1994, denegaba la autorización de obras. Como nadie recurrió a tiempo, el expediente prescribió, y, a juicio de la cultural, la única forma “de revertir este despropósito es derribar el edificio y reedificarlo en otro lugar”.
Esa es la razón por la que Patrimonio confirma que “al darse las circunstancias de prescripción de la infracción que constituirían dichos hechos, no se puede incoar actualmente un expediente en la orden sancionadora que constituye el supuesto normal de imposición o exigencia de la obligación de restitución”. La única posibilidad pasaría, según Rey, por “averiguar a donde llevó las piedras de la capilla la empresa que la demolió, y reconstruirla”, algo para la que además debe de haber una complicidad gubernativa.
Los hechos se remontan a la reforma del padronés templo de Santiago, junto al río Sar y al expediente de 15 de junio de 1859, donde puede leerse que “en el esquinal norte y pared que ha de dividir el presbiterio y sacristía del cuerpo de la Iglesia, se dejarán buenas adarajas o dentellones colocados con arte, para que cuando haya recursos pueda unirse al Templo, corriendo con el río, un edificio que sirva de antesacristía, trastero y casa de Fábrica, sin impedir comunicación del vecindario al río y el servicio de las huertas particulares al atrio. Por cuenta del empresario”.
Sin embargo, la proyectada antesacristía del año 1859 no se llegó a realizar… y la capilla ha desaparecido. “En su lugar, se construyó un edificio adosado a la iglesia en el año 1994”, que es donde se encuentra la citada escuela, y aseguran que en el entorno aún se pueden ver las adarajas de sillería… y una espadaña.
La cena y baile en el hotel Scala reunió a unas 140 personas y hubo algún primer beso, pero Cupido anduvo remolón ayer por la noche
David González Maceira fue uno de los solteros que ayer acudió a la segunda edición de La Gran Feria del Amor, celebrada en Padrón. Él ya había participado en la primera fiesta, organizada esta primavera en Celanova. En aquella ocasión sí conoció a alguien especial y, aunque en la capital del Sar no tuvo la misma suerte, regresó a casa con el teléfono de una mujer y dice que él repetiría la experiencia: «Yo se lo recomiendo a todo el mundo. Para mí esta es la mejor manera de conocer gente, en persona. En Tinder no sabes quién hay detrás de un perfil. Aquí, sin embargo, la ves cara a cara, habláis y sabéis si encajáis». Destaca el estradense, además, que es una oportunidad ya no solo para encontrar pareja sino también para conocer a gente de otros sitios, incluso de fuera de Galicia. Repetidores que hubieran estado en las dos ediciones había pocos, media docena calcula este soltero, quien explica que se lleva más de una amistad de Padrón y ya ha quedado con un grupo para ir a cenar un día por Muxía. «Deberían hacer esto en todas las provincias», subraya.
En general, la noche de ayer en el hotel Scala podría resumirse en que hubo mucha fiesta y poco enamoramiento. Cupido anduvo remolón en la cena y baile posterior, confirman los organizadores. A pesar de que se materializó algún primer beso entre los cerca de 140 solteros que acudieron a esta fiesta para singles, se quedaron muy lejos de cumplir el objetivo inicial de reunir a medio millar de personas y formar al menos 70 parejas. Eso sí, la diversión no faltó.
Hay quien ni siquiera pudo saltar al terreno de juego y tuvo que darse de baja a última hora. El covid se interpuso en lo que podría haber sido su «gran noche», como cantaba Raphael. Tampoco pudo descubrir el «qué pasará» ni «qué misterio habrá» alguno por una recomendación médica de lo más insólita, cuenta Julio Gosende, uno de los impulsores de la iniciativa: «El doctor le dijo que si venía podía recaer en el tabaco». En cambio, otros que no tenían pensado asistir, se apuntaron sobre la marcha, como sucedió con dos castellanoleoneses que estaban alojados en el hotel padronés y se enteraron ese mismo día de que allí se iba a celebrar La Gran Feria del Amor.
A las siete de la tarde ya estaban los más madrugadores en la cafetería del hotel haciendo los primeros contactos. En esta ocasión asistieron más hombres que mujeres, al contrario de lo que sucedió en la primera edición de la fiesta en Celanova, y la media de edad anduvo entre los 40 y los 60 años. Constata David que el porcentaje jugó en contra de ellos anoche: «Habría unas 30 o 40 mujeres nada más».
«Hubo mucho sanitario y médico, o al menos eso decían ellos», comenta Gosende con suspicacia. En general, costó romper el hielo al principio, pero la cena ayudó a sacudir la vergüenza inicial y la música se alargó en el salón del hotel hasta las tres y media de la madrugada. Tras las últimas congas, bengalas y baladas, que sirvieron para acortar un poco más las distancias, el baile se despidió con un clásico de Los Suaves, Dolores se llamaba Lola. Fue el momento en el que algunos dieron la noche por acabada y se enfrentaron a la pregunta del millón que sonó con los últimos acordes: «¿Dónde vas triste de ti?». Hubo quien cogió el coche de regreso a su casa, como David, aunque la mayoría de los asistentes tenía una habitación reservada en el propio establecimiento, al acudir desde otros concellos más alejados. Pero no todos se fueron a dormir a esa hora.
Al día siguiente, de paseo por Padrón
«Yo me acosté a las cuatro y media de la mañana», cuenta Darío, un autónomo de Celanova de 55 años que no asistió a la primera edición de La Gran Feria del Amor en su localidad y sí a la de este fin de semana en la capital del Sar. Acudió solo y esta mañana relataba, acompañado por cuatro de las solteras que conoció en la fiesta (tres de Pontevedra y una de A Coruña) mientras visitaban los puestos del mercadillo padronés, que «se creó muy buen rollo en muy poquito tiempo y un ambiente muy bonito».
Él fue buscando «conocer gente y pasárselo bien» y acabó conectando con una pontevedresa que se sentó en su misma mesa durante la cena, quien asistió con dos amigas. «Esto es una ruleta rusa, como la vida misma. Tanto puede cuajar como no», indica Darío. Divorciado hace ocho años, explica que a estas alturas de la vida ya no espera «luces de colores», pero sí encontrar a «una persona con la que pueda hablar y tenga cada uno su espacio». Sobre la mujer con la que conectó en el hotel Scala, destaca que tenían muchas cosas en común: «Yo viví 25 años en Pontevedra, por ejemplo. Era una chica muy agradable. Bailamos, saltamos y reímos». Lo que vaya a durar su historia, el tiempo lo dirá. De entrada, el grupo se intercambió los teléfonos porque decidieron comprar un décimo de Lotería entre los cinco para comprobar si son tan afortunados en el juego como en los amores.
Todos ellos también repetirían la experiencia sin dudarlo. De hecho, los organizadores de La Gran Feria del Amor confirman que los solteros ya le han pedido una tercera edición en diciembre. No les parece esta mejor fecha, pero sí se celebrará. Entre las sugerencias que lanzan los participantes, está que en vez de una sean dos noches en un hotel, ya que así tendrían «más tiempo para conocer mejor a otras personas, convivir y compartir más experiencias».
En equipo de Padrón tuvo que remontar el tanto inicial de la Esteirana
El Flavia acelera en la Primera Galicia. El equipo padronés volvió a ganar. Superó en O Souto por 3-1 a la Esteirana. Con este triunfo, el conjunto celeste asciende a la primera posición del grupo tras caer el Puebla en el campo del Cordeiro por 2-0. El Negreira, que volvió a golear (5-1 al Fisterra en el García Calvo) se consolida en la tercera posición, a solo dos puntos del líder.
En el grupo del norte de la misma categoría, Boimorto y Ordes se repartieron los puntos en O Carballal (2-2). Se adelantaron los verdes con dos tantos de Pablo Mouriño y Samuel Ríos. ReaccionAron los granates con un tanto de Iván García a los 35 minutos. Las tablas las firmó el mismo jugador en el segundo período. El Ordes ocupa el segundo puesto en el pelotón, a tres puntos del líder O Val, y el Boimorto está de cuarto, también en promoción, a cinco de los ordenses.
En Padrón, el Flavia tuvo que remontar el tanto inicial de la Esteirana para ganar con goles de Pedro Giménez, Damián Otero y Martín González. En Negreira, el 5-1 sobre el Fisterra lo firmaron Joel Lagares (2), Alberto Freire, Gonzalo Suárez y Brais López.
La gran goleada de la undécima jornada la protagonizó el Tordoia, que le endosó un contundente 7-0 al farolillo rojo Cruces en el Manuel Juncal. Marcaron seis futbolistas: Alejandro Estévez, Adrián Rama, Denis Pose, Alberto Fraga, César Gontán (2) y Víctor Vilariño.
Otro partido con festival de goles se jugó en el Hospitalillo de Agolada. Ganó el Bertamiráns por 1-5. Por el equipo ganador anotaron cinco jugadores diferentes: José Varela, Adrián Arnejo, Jorge Paz, Eloy Ozores y Alejandro Silva.
La familia organizó batidas por la comarca y por Valga, pero no hubo éxito
Nueve meses han pasado desde que desapareció misteriosamente en PadrónCándido Blanco García, que tenía 56 años de edad cuando se le perdió el rastro el 7 de febrero. De 1,60 metros de alto, tiene complexión normal, pelo negro y corto, ojos castaños y cicatrices características en la oreja y el pecho.
Al cumplirse estos nueve meses, la asociación SosDesaparecidos ha recordado que la búsqueda sigue activa desde que la familia, tras detectar su ausencia aquel 7 de febrero por la mañana, presentó una denuncia ante la Guardia Civil de Padrón. La Policía Judicial del instituto armado en la provincia de A Coruña se encarga desde entonces de la investigación, que de momento no ha aportado datos relevantes.
En los días siguientes a la desaparición, la familia organizó batidas por zonas de Padrón, la comarca de Sar y el municipio vecino de Valga, pero no se halló ningún indicio sobre el paradero de Cándido Blanco. Nada se sabe de él ni de lo que pudo ocurrirle.
El adiós a un testigo imprescindible de los cambios que ha experimentado O Salnés en los últimos ochenta años.
Francisco Buceta Gómez, «Pasarín», falleció a los 101 años
Gorra azul, cámara colgada, bastón de madera y paso rápido al andar. La estampa de Francisco Buceta Gómez, Pasarín, era perfectamente reconocible para cualquiera que haya vivido en O Salnés. Valgués de nacimiento, pero vilagarciano de adopción, la figura de Pasarín comenzó a hacerse familiar para sus vecinos cuando trabajó como acomodador en el mítico Teatro Cervantes. Allí, según contaba, fue donde arrancó su pasión por la fotografía. Una pasión que lo acompañaría durante toda la vida y que unió a mediados de los sesenta y principios de los 70 con el mar. Se embarcó y en cada parada que hacía el barco en el que trabajaba bajaba al puerto y fotografiaba a las gentes que se encontraba. Namibia, Angola, Senegal, Mauritania… el archivo fotográfico de Pasarín es infinito. Y el mar, que tanto le dio, también le quitó. Un accidente en 1974 le costó la visión de un ojo y le cambió la vida.
Por su estudio fotográfico pasaron centenares de personas, que aceptaban sus órdenes sin rechistar: «No permitía que prepararan a los niños para sacarse la foto. Les decía ‘si arregláis al niño, no hago la foto’. Si no, no tiene mérito», decía. Y le gustaba sacar fotografías sin que el protagonista de la imagen se enterara. «Hay alguno que se murió sin saber que le tengo en foto», bromeaba. Pasarín aseguraba tener miles de negativos de los personajes más variopintos de la comarca. Entre ellos aparece, por ejemplo, Pedro El Montañés, el que fue el primer vikingo de Catoira.
En realidad, él mismo era un personaje. Un gran personaje. Los vilagarcianos más veteranos todavía recordarán aquel año que en Carnavales, disfrutar del Antroido era otra de sus pasiones, decidió disfrazarse del astronauta ruso Yuri Gagarin e intentar hacer volar una nave Sputnik diseñada para la ocasión. «El Sputnik estaba hecho en chapa de madera por los carpinteros Quintáns y Rodríguez, ayudados por don Justo García, César Pereira… después se metieron allí demasiados técnicos y fue el motivo de que al final no subiera», contaba hace treinta años en La Voz. El uniforme espacial del Gagarin arousano, irreprochable: un calzoncillo de gaiteiro, una camiseta, un gorro de baño de señora y un despertador, pero, en realidad, aquello estuvo a punto de acabar en desastre. Cinco kilogramos de pólvora se cargaron en la nave. «El pirotécnico me había dicho que no me preocupara, que no era más que fogueo y yo iba tranquilo. La pólvora comenzó a arder y, como el Sputnik me lo pusieron por la cabeza, eché las manos y me quemé. Empezó a arder el traje y tuve que saltar hace atrás y tirarme ardiendo», recordaba.
Y pasear. Otra de sus grandes pasiones. Siempre con un bastón, fabricado por él, y por toda la comarca, que conocía a la perfección. «Hay que saber andar», repetía y allá que se iba. Andando a la ida, y en algún transporte público a la vuelta. «Había quien por caminar tanto me tomaba por un loco», decía.
Pasarín, al que le pusieron ese mote de niño por su afición al fútbol (un mítico defensa que jugó en el Celta se llamaba así), falleció a los 101 años de edad. Su funeral será este martes a las cinco menos cuarto de la tarde. Se va un testigo imprescindible de cómo ha cambiado todo.
Unha trintena de embarcacións tradicionais remontaron onte o Ulla e o Sar na décima edición da xornada de navegación que cada ano reúne a xentes do mar e aos veciños de Padrón en lembranza da nosa autora máis universal.
A Inchadiña branca vela volveu ser un éxito.
O tempo non o puxo moi doado, pero a Inchadiña branca vela volveu ser un éxito. A homenaxe náutica que dende hai dez anos lle renden as xentes do mar a Rosalía de Castro, remontando o Ulla e o Sar a bordo de embarcacións tradicionais galegas, volveu demostrar o cariño que aínda a día de hoxe esperta a nosa autora máis universal.
“Estamos moi felices”, dicía Anxo Anxeira, presidente da Fundación Rosalía de Castro, que organiza a homenaxe xunto coa Asociación Cultural Dorna da Arousa, coa colaboración dos concellos de Padrón, Catoira, Dodro e Valga.
Nesta “edición especial”, en palabras de Anxo Angueira, por celebrarse o décimo aniversario da homenaxe, a Inchadiña branca vela superou todos os récords, ao reunir trinta embarcacións tradicionais chegadas de todo o país, dende A Guarda ata Ribadeo.
Houbo galemas, galeóns, dúas bucetas, un carocho, un bote de Ribadeo e dornas, que fixeron o percorrido habitual da Inchadiña, dende a praia fluvial de Vilarello en Cordeiro (Valga) ata Padrón, onde as agardaban ducias de veciños, que viviron a chegada das embarcacións “con moita emoción”, como sinalaba Angueira, aplaudindo o momento en que os seus tripulantes comezaron a despregar as velas, trala súa chegada ao Espolón.
Vela coa imaxe de Rosalía de Castro JESÚS PRIETO
Foi despois dunha travesía complicada por mor do tempo, co vento en contra e con chuvia localizada e vento racheado. Aínda que as previsións meteorolóxicas non eran as mellores, superáronse as expectativas da organización, que destaca o “gran éxito” da xornada.
“Esforzo xeneroso”
“Detrás desta homenaxe hai un esforzo xeneroso da xente do mar, que quere moito a Rosalía e defende a nosa tradición e a nosa cultura”, sinalou Angueira. O presidente da Fundación Rosalía de Castro tamén destacou o “esforzo” dos participantes por achegarse a Padrón, ben por mar ben por estrada, cargados cos seus remolques, para poder sumarse á Inchadiña branca vela. “Moitas veces, teñen que marchar correndo porque baixa a marea, pero aínda así marchan contentos, tanto coma nós de velos aquí”, explicou. “Nada vai minguar ese esforzo xeneroso”, asegurou.
Unha homenaxe, a da Inchadiña branca vela, que a Fundación Rosalía de Castro ve totalmente consolidada nesta décima edición, despois das convocatorias que se viron afectadas pola pandemia, nas que houbo menos participantes. Desta volta, alcanzouse un récord de embarcacións que Angueira confía en que se manteña de cara ao futuro. O presidente da Fundación Rosalía destacou tamén o feito de que a homenaxe se foi estendendo dende a zona da Arousa, a que aporta máis barcos e a primeira que se sumou á xornada de navegación, ata a totalidade da costa galega, reunindo agora a embarcacións de Ribadeo, A Guarda, a ría de Vigo, O Ézaro, O Freixo e a ría de Pontevedra.
A homenaxe náutica celebrouse por primeira vez en 2013 para conmemorar o 150 aniversario da publicación de Cantares gallegos. E xurdiu como iniciativa das xentes da cultura marítima para honrar unha autora que nesa obra falaba das dornas que subiran Ulla arriba no seu tempo. Foi nesta estrofa: ¡Que inchadiña branca vela / antre os millos corre soa, / misteriosa pura estrela! / Dille o vento en torno dela: / «Palomiña, ¡voa!, ¡voa!».