El alcalde de Vilanova, Gonzalo Durán, vio por fin cumplido uno de sus objetivos para este mandato: reflejar en negro sobre blanco el compromiso institucional para llevar a buen puerto la ruta Mar de Santiago. El producto -el itinerario jacobeo por el río Ulla en dirección a Santiago- no es nuevo, ni mucho menos. Tiene una tradición secular, ya se viene explotando turísticamente desde hace décadas por la hoy Fundación Ruta Xacobea do Mar de Arousa e Ulla y, en los últimos años, por la Mancomunidade do Salnés a través de la Variante Espiritual. Pero ahora que se ha apartado de la entidad comarcal, el vilanovés quería su propia criatura y en este parto cuenta con la complicidad de la Xunta de Galicia y de los concellos ribereños del Ulla: Catoira, Valga y Pontecesures. Y las puertas están abiertas para todo el que se quiera sumar, indicó ayer.
La Ruta Mar de Santiago nace con polémica porque Vilagarcía reivindica frente a esta marca la de Mar de Compostela y con el lastre que supone la pandemia, que ha chafado el arranque del año Xacobeo. Pero, pese a todo, el proyecto encara el futuro con entusiasmo, según se desprende de las declaraciones de los respectivos alcaldes, que este miércoles se dieron cita en Vilanova para firmar un convenio de colaboración con Vicepresidencia. Su titular, Alfonso Rueda, no faltó a la cita para dejar constancia de su compromiso con el proyecto, también desde el punto de vista económico, dado que la Xunta aporta 120.000 de los 150.000 euros con que se dota el convenio. Esta cantidad se invertirá en promoción turística -vía ferias, folletos y soportes digitales- a la espera de otras acciones en el 2022. «Se mire por onde se mire é un acerto», indicó el alcalde cesureño, Juan Manuel Vidal Seage. Y cada regidor llevó el ascua a su sardina. José María Bello Maneiro reivindicó la tumba de Prisciliano situada en Valga como uno de los valores de la ruta y Alberto García hizo lo propio con las Torres de Oeste y «os temibles vikingos». Ambos recibieron al final del acto la correspondiente corbata corporativa, porque sí, Mar de Santiago tiene corbata propia, que ayer ya lucieron orgullosos Durán, Seage y el concejal Iván Caamaño. Era un día de etiqueta y celebración en el que Durán, que ejerció de anfitrión, incluso bromeó con la posibilidad de promocionar la ruta marítimo-fluvial en el drakkar y a remos.
Resignación y desánimo por el cierre de Pontecesures.
«La mayor parte de los contagiados viven en otras localidades aunque estén censados en el pueblo», razonan.
Los vecinos de Pontecesures no dan crédito al cierre perimetral impuesto por el comité clínico, incluso podría decirse que están indignados porque bastan cinco positivos para que la situación perdure en el tiempo. En estos momentos son ocho los enfermos de COVID pero, afirman, «aunque figuran en el censo municipal, casi ninguno vive aquí, sino en Santiago, en Padrón..»
Todos se conocen en la localidad, incluso a los dos contagiados que residen «en una aldea limítrofe con A Estrada», es decir a varios kilómetros del núcleo urbano. Pero el pueblo amanecía desierto y así se mantuvo durante casi todo el día dibujado por persianas bajadas, terrazas recogidas y muchos avisos de restaurantes de que se sirven cafés o comida a domicilio.
Es su salvaconducto económico. En el mercado de abastos, el ambiente fue casi nulo durante toda la mañana y al mediodía el puesto de Maricarmen Batalla mostraba cajas llenas de pescadilla, chopo, doradas y rapantes de la lonja de Ribeira.
«Desde que abrimos calculo que habrán entrado en la plaza unas 10 o 15 personas y, por tanto, apenas vendí nada y todo lo que hay aquí hay que tirarlo si no se vende este fin de semana» lamentaba la conocida pescantina cesureña, una de las más afamadas cocineras de lamprea de la localidad.
Sobre su mostrador estima que hay producto por importe de 800 o 900 € «que arriesgamos cada fin de semana si no se vende» pues son productos rápidamente perecederos.
La acompañaban en el pasillo del mercado sus dos hijos que también lamentaban que Ponteceusures se encuentre en esta situación de cierre, sobre todo por la proximidad de las fiestas de San José y San Lázaro, la época que tendría que ser de mayor movimiento del trimestre por la afamada lamprea cuya exaltación se celebraba en este mes.
Una preocupación que se extiende también a otros locales de hostelería, cuyos propietarios se resignan a «vender un par de sabrosas piezas cocinadas» para familias que quieran degustarla en sus casas.
Es el caso de Yoselín Beltré, responsable del bar «Carabela», uno de los más antiguos del pueblo y que antes regentaban sus suegros. «Tengo abierto porque sellamos lotería y de paso, intento vender unos cafés para llevar o alguna comida para casa», relata con cierto pesimismo.
«Ya llevamos un año al límite y tengo dos hijos a los que hay que alimentar por lo que no queda otro remedio que buscar algún ingreso», razona a la vez que reconoce que si antes vendía 40 o 50 cafés por la mañana, ahora son cinco o seis, por lo que sus ingresos se han reducido a la mínima expresión.
Una preocupación que también se observa en otros ambientes desvinculados de la hostelería. «En los bares no tienen la culpa, porque las medidas higiénicas son máximas» explicaba uno de los operarios de la empresa «Prace» de Tomiño que participa en la mejora de la enorme plaza que se rehabilita frente al Ulla.
Los cuatro empleados aprovecharon el descanso de mediodía para comer el menú que le cocinaron en un restaurante próximo pero que tuvieron que consumir en la vía pública pues los comedores están cerrados.
«Desde que empezó la obra siempre recurrimos a los bares de Pontecesures porque es un sector que lo está pasando muy mal», sostienen al unísono.
Confían todos los consultados en que el cierre. «se prolongue lo mínimo posible» y piden al alcalde, Vidal Seage, que sea más exigente con las autoridades «para que esta situación no se convierta en una rutina».
«Esto es una ruína absoluta» , lamenta Carmen Batalla en su puesto de la pequeña plaza de abastos y que admite que se las ingenia para salir adelante día a día.
«Ahora vendemos lamprea a domicilio y la llevamos cocinada a donde sea, a Noia, a Santiago…» porque sino tendría que acabar de nuevo en el Ulla. Un lujo que los buenos clientes con seguridad nunca van a permitir.
La vecina Guapecha Castaño es de las pocas personas que aún elabora la típica empanada de forma totalmente artesanal.
La lamprea es la protagonista estos días de los menús de la hostelería de Padrón, pero también lo es en el ámbito privado en el que hay grandes cocineras como la vecina Guapecha Castaño Solar, de 63 años. Es de las pocas personas que aún elabora de forma artesanal el timbal de lamprea, una empanada muy típica de Padrón. Su buen hacer ya fue reconocido por un jurado, con motivo de un concurso organizado por el Concello, en el que obtuvo el primer premio.
«Yo ya hacía la empanada de lamprea con mi madre; era a la única que quería en la cocina», cuenta Guapecha Castaño que, cada temporada, hace un buen número de timbales para la familia y amigos, siempre de forma desinteresada. «El timbal es muy típico de Padrón y ya lo hace muy poca gente de forma artesanal», subraya. Ello supone hacer todo a mano, incluida la masa, que suele ser más consistente de la normal para que aguante la salsa de la lamprea, que «se prepara en su sangre. Esa es la esencia de la lamprea: cocinada en su sangre», explica Guapecha Castaño. Ella cocina la masa y la lamprea al mismo tiempo, aunque explica que hay quien lo hace por separado.
«Hay que tener mano para hacerla y que salga tan bien; Guapecha es única haciendo el timbal», asegura su hermano Gonzalo. Todo empieza con la limpieza de la lamprea, que no es tarea fácil, pero a Guapecha hasta le gusta hacerlo, al modo que lo hacía su madre. A ella, además, le gustan, especialmente, los ejemplares capturados en el río Ulla en las pesqueiras de Carcacía.
Y para cocinar una buena lamprea hay algo básico, asegura la vecina: «cuanta más sangre suelte, mejor, porque es fundamental para hacer una buena salsa». Y para el timbal la clave está en que esa salsa, que se cocina en medio del pez casi enroscado, no se derrame y sea aguantada por la masa consistente. «No da mucho trabajo hacerla, o será que yo ya estoy acostumbrada que me sale casi sola», dice Guapecha, que también avisa: «como no espabilen para aprender, la receta se va conmigo», algo que corrobora su hermano. «A todos los Castaño nos gusta la lamprea, pero solo a ella se le da hacer el timbal», afirma Gonzalo.
Pese a prepararla tantas veces, a la cocinera no le aburre, pero dice que es un plato «de sabor muy fuerte, de comer dos o tres veces por temporada», algo que corrobora su hermano, que señala algo que es sabido de la lamprea: o te encanta o la detestas.
Guapecha Castaño reconoce que «solo tomo la que yo preparo, aunque sé que en los restaurante también se hace bien». También opina que, a este paso, la receta del timbal de lamprea se pierde y «sería una pena. Es bonito que la gente aprenda a hacerlo; hay que conservar el timbal de lamprea porque es muy de Padrón», señala la vecina.
El Ayuntamiento aporta 25.000 euros para complementar las ayudas del segundo Plan de Rescate de la Xunta.
El Concello de Pontecesures aportará 25.000 euros al segundo Plan de Rescate de la Xunta de Galicia para ayudar a los hosteleros, pymes y autónomos afectados por la tercera ola de la pandemia del coronavirus. La primera convocatoria de ayudas autonómicas repartió 48.000 euros en el municipio pontevedrés.
La Deputación de Pontevedra destinará otros 8.800 euros a Pontecesures. El alcalde cesureño, Juan Manuel Vidal Seage, ha tachado de «ridícula» la cantidad de dinero destinada por la administración provincial porque «hai que ter en conta todo o tecido comercial e hostaleiro» que tiene la localidad.
Nivel máximo de restricciones
El 21 de marzo es la festividad de San Lázaro que sirve de «pistoletazo de saída» para la Fiesta de la Lamprea del río Ulla que, por segundo año consecutivo, no se podrá celebrar por la covid-19. El regidor popular lamenta que este año tocará «estar pechados, xa chove sobre mollado, hai moitos veciños coa auga no pescozo, e a situación é prácticamente insostenible».
Vidal Seage ha recibido este viernes a los hosteleros de Pontecesures que, desde hoy, vuelven a tener que cerrar sus establecimientos por la entrada en vigor de las medidas del nivel máximo de restricciones. El alcalde se ha comprometido a solicitar una reunión con la gerencia del Sergas para trasladarle que el sector está «sobrepasado« y, en varios casos, en riesgo de tener que cerrar para siempre.
Como Presidente de AEVU (Asociación de Empresarios de los Valles Ulla-Umia) y EXTRUGASA, tengo el deber de transmitir las inquietudes y necesidades laborales de los industriales de la zona.
Como sabemos, la escasez de zonas industriales para la instalación de nuevas empresas y el desarrollo de las existentes es un problema en aumento en la comunidad gallega. Ese es uno de los grandes escollos por los que muchas empresas deciden trasladarse a países vecinos, como Portugal, con una amplia oferta en polígonos industriales con servicios de logística, energía, extensión de terreno, bajos costes y sin trabas burocráticas en caso de necesidad de ampliaciones, financiación, impuestos razonables y costes asequibles y similares a de otros países de la UE. Una diferencia abismal que hacen peligrar la permanencia de las grandes empresas en Galicia que miran hacia un modelo más expansivo y menos restrictivo; como es el caso de Gamesa o Siemens, así como otras empresas de menor índole mediática que han anunciado ya su trasladado a Portugal por etapas y en partes.
En la actualidad, el emplazamiento de las zonas industriales depende de Madrid o las comunidades autonómicas, cuando la administración más cercana y con mejor concepto de la realidad de la zona y la industria a instalar son los ayuntamientos. Otra gran diferencia con los portugueses, que presentan proyectos y estudios de localización a los ayuntamiento y en un plazo de 15 a 20 días ya tramitan la respectivas licencias de construcción de las naves. La demora en las licencias de actividad o construcción tanto de obra nueva como de expansión de una empresa ya establecida dificulta no solo la competitividad de la misma en el mercado, sino también la solicitud de subvenciones, créditos y ayudas para la construcción y puesta en funcionamiento. Las enormes cargas fiscales y burocráticas generan un descontento generalizado porque asfixian tanto a empresarios como a trabajadores, disminuyen las capacidades de consumo e inversión, y son un gran impedimento para la creación de empleo pues cortan y limitan las acciones y proyectos de las empresas en expansión por la diferencia de costes entre los países. El retraso administrativo ha hundido a grandes empresas que han perdido su competitividad a la espera de dichos permisos para expansionarse y ampliar sus instalaciones productivas para adaptarse a los mercados internacionales.
En Galicia, el problema de la falta de polígonos industriales se agrava pues, un gran porcentaje de los construidos carecen de líneas de alta tensión, fibra, gas… y su localización no está próxima a poblaciones donde disponer de mano de obra, ni a infraestructuras logísticas necesarias como puertos, aeropuertos, autopistas, ferrocarriles, etc. por lo que restan competitividad y suben los costes de transporte en comparación con otras empresas de la UE, pues la elección de localización también depende de los procesos productivos de la industria a instalar. Una gran paradoja cuando en esta comunidad autónoma hay grandes extensiones de terreno que gozan de excelentes emplazamientos por las características del terreno y el acceso de comunicación a vías de transporte ya existentes. En la actualidad estas extensiones de terreno se encuentran sin aprovechamiento claro y dando poco o nula rentabilidad a sus propietarios, pues son zonas arboladas con especies no autóctonas que además ponen en peligro la flora endémica gallega; y que además de reducir los costes de construcción de los polígonos industriales, la expropiación de los terrenos no afectaría a zonas urbanas o tierras de cultivo como está sucediendo a día de hoy en nuestro territorio.
Otro factor que va restando competitividad a la industria española es la falta de personal técnico. La inversión en educación es muy inferior al resto de países de la UE. El factor humano es el factor clave, una arteria del crecimiento para el desarrollo de cualquier país. La llegada de avances tecnológicos ha revolucionado nuestra forma de vida y con ella, el mundo laboral. Las reglas del juego están cambiando continuamente y debemos adaptarnos a las demandas del mercado. Las empresas vivimos momentos decisivos en el que la formación continua y el talento humano son claves para avanzar. Por ello, es necesario que el sistema educativo se transforme y avance al mismo ritmo que lo hace la sociedad, su economía y sus empresas.
La inversión en educación debería ser prioritaria. La OCDE ha publicado recientemente un informe de la urgente mejorara de la formación de su población española. El fracaso escolar, el abandono escolar y la baja formación son un escollo en las familias y en el nivel de bienestar. En España, tenemos un panorama muy complicado para los más jóvenes por el sistema educativo actual y las características de mercado laboral. Y el problema tiene un impacto directo en las arcas públicas, pues a menor formación menor salario. Debemos entender la educación como el corazón del progreso y ello nos obliga a ser exigentes. La educación debe cambiar y debe incorporar habilidades y competencias que tal vez no habían sido necesarios en otras épocas, pero que ahora son imprescindibles. Debemos formar a las nuevas generaciones en lealtad y valores que si poseíamos antaño; y fomentar la cultura de la disciplina, la superación y la responsabilidad.
Eramos la 6ª potencia del Mundo y el cambio de métodos nos llevará al límite de la pobreza y las desigualdades sociales.
En este dirección, deberíamos tomar el ejemplo de los alemanes que dividen a los niños en función de sus capacidades (aptitudes y velocidad de aprendizaje) y del recorrido que encaja con cada uno; y eligen su futuro laboral en función de las demandadas del mercado y sus propias posibilidades y limitaciones. Muy diferente al sistema español con carreras saturadas con poca salida laboral y con falta de otro personal cualificado por falta de orientación.
La educación es el eje que debe girar el futuro de nuestra sociedad. La formación, la Universidad y la empresa deben ir juntos para adecuar la preparación de nuestros jóvenes a las necesidades del mañana de nuestras empresas. Sólo así seremos más competitivos y podremos en el futuro poner fin a la lacra del desempleo, a la falta de mano de obra cualificada que dé respuesta a nuestras fábricas, y el problema del relevo generacional. Faltan personas prácticas y resolutivas para rejuvenecer nuestra plantilla y suplir los puestos clave de veteranos próximos a la edad de jubilación: fontaneros, electricistas, delineantes, personal de mantenimiento industrial, etc.
Las erróneas inversiones del PIB nos han llevado a esta situación, pues la Administración debe ser más rigurosa en el seguimiento de las subvenciones. Son innumerables las ayudas públicas en empresas inexistentes, proyectos que nunca se ejecutan, cursos de formación que no se realizan, empresas que tras recibir millones a fondo perdido cierran en corto plazo de tiempo, construcciones faraónicas sin uso ni fundamento, fraudes y más fraudes que dejan al descubierto grandes deficiencias.
Por tales motivo, quisiera poder contar con sus apoyos para hacernos escuchar y dar a conocer en los medios de comunicación nuestras necesidades actuales y para, entre todos, conseguir adaptar la formación a la realidad empresarial. Es prioritario que se realicen las inversiones justificadas en formación para estar a la altura competitiva en los mercados internacionales y obtener la máxima rentabilidad en las inversiones.El crecimiento de un país depende de las inversiones y apoyo a las empresas, generadoras de empleo, riqueza y bienestar social.
Gracias a todos por asistir, Andrés Quintá Cortiñas Presidente del GRUPO QUINTÁ
La Consellería de Medio Ambiente publicó ayer en el DOG la normativa que regula la pesca de la anguila en la desembocadura del río Ulla durante la próxima temporada, que se extenderá desde el 1 de febrero hasta el 31 de octubre. La orden autoriza a faenar a 15 embarcaciones con 35 tripulantes pertenecientes a la Cofradía de Pescadores Santiago Apóstol de Carril (Ribeira) y a la Cofradía de Virxe do Carmen de Rianxo. El número máximo de tripulantes por embarcación será de tres.
Con la resolución queda aprobada la renovación del plan de aprovechamiento específico de esta especie para 2021 y se mantienen los principales requisitos que rigieron durante la campaña anterior. De este modo, el tamaño mínimo de las capturas queda fijado en 20 centímetros, con el deber por parte de los pescadores de devolver al río aquellos ejemplares que no den la talla, así como las anguilas plateadas y otros tipos de pescados que puedan entrar en las nasas. https://f9c2883abf748b2a71a71d66f8533408.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-37/html/container.html
Para poder practicar la pesca de anguila en el Ulla el único arte permitido será la nasa-voitirón, con un tamaño de malla no inferior a 14 milímetros y un límite de 80 nasas al día por embarcación. Las nasas deberán ser levantadas y revisadas diariamente y tendrán que vaciarse lo más rápido posible para evitar la muerte de las capturas accidentales. El horario es, con carácter general, desde las 12.00 horas del lunes hasta las 12.00 horas del sábado, con un máximo de ocho horas diarias de trabajo.