El enorme crecimiento de la cifra de trabajadores afectados por expedientes de regulación temporal de empleo en la comarca al cierre de mayo, 763, un +13,9 % respecto al mes de abril, encuentra su origen en Valga. La entrada en ERTE de las firmas que constituyen el Grupo Quitá, matriz de Extrugasa, explica esos 605 nuevos asalariados del municipio del Baixo Ulla que han pasado a percibir parte o la totalidad de su remuneración del Estado en espera de que la actividad económica recupere el pulso. No en vano, más de la mitad del volumen de negocio del principal grupo empresarial por número de empleados de la comarca se sustenta en la exportación a más de 30 países.
Una pareja disfruta de uno de estos increíbles y calurosos días en una lancha que navega por el Ulla en Pontecesures
Pregunta obligada en estos tiempos tan convulsos: ¿Có-mo están ustedes?
Les juro que, aunque la frase les suene como el grito con el que Fofó comenzaba el programa Los payasos de la tele, no estoy de broma.
Lo
que sí vuelvo a estar, por enésima vez, es muy cabreado, dolido,
cansado, hastiado y superado. No por la pandemia, no por la infección ni
el miedo a la covid-19, sino por la estupidez tan supina de que tantos
hacen gala.
Algo que me molestó mucho durante estos
últimos meses fueron las puntillas con las que se intentó poner fin la
pureza de nuestro idioma, usando términos obsoletos, adjetivos
inadecuados e inventado fórmulas que no tienen ni pies ni cabeza.
Podría
empezar por la palabra desescalada, derivada lógicamente de escalada,
que a su vez se está utilizando ahora por influencia del to escalate del inglés.
Como
bien dice la Fundeu BBVA escalada y desescalada refiriéndose al aumento
o disminución de las medidas para controlar el coronavirus no están ni
mal formadas ni mal empleadas, pero sí que recomienda otros sustantivos
más precisos como aumento, incremento, intensificación, crecimiento y
subi- da, así como disminución, rebaja, decremento o relajación; y, para
los verbos, aumentar, incrementar o ele- var, por un lado, y rebajar,
reducir o disminuir, por otro.
Ven qué fácil, qué rico es el castellano, qué de vocablos tenemos para utilizar sin que nos duelan los oídos.
Pues
nada, lo avisa la Fundeu, lo advierte la Real Academia Española y
nuestros políticos, empezando por el presidente de nuestro Gobierno de
coalición, Pedro Sánchez, que si quieres arroz Catalina, ellos a lo suyo y explicarse como Dios les dio a entender.
Por
supuesto que no soy un purista del idioma, desde luego, no escribiendo y
menos aún hablando, pero sí que intento perfeccionarme y mejorar y,
aunque ya no sé si me queda tiempo, me gustaría poder jactarme de usar
un lenguaje limpio, claro y precioso.
¡Cuántos bellos adjetivos podría añadir sobre el español y no me cansaría nunca!
Como
les decía, no soy perfecto, ¡solo faltaría! De muestra un botón: cuando
escribo o hablo del covid lo hago siempre en masculino, cuando
realmente es femenino. Es que me cuesta un montón decir “la covid-19” en
lugar de “el covid-19”.
¿Qué por qué es así? Muy
sencillo, porque covid-19 se refiere a la enfermedad y por tanto la
concordancia es femenina en género y no masculina. Pero si nos referimos
al virus sería masculino: el coronavirus.
Les queda
claro, ¿verdad? A mí también, y les prometo que desde ahora y por mucho
que me cueste me corregiré y hablaré de esta enfermedad en femenino.
Pero después de estas provechosas reflexiones, vamos al meollo, al quid del artículo.
Hay una fórmula que se viene utilizando de manera masiva y que no me gusta nada, pero nada de nada. Me refiero a la nueva normalidad.
Pero a quién se le ocurrió eso, que contradicción tan grande, tan terrible.
A
ver si nos aclaramos, señores y señoras. Si es normalidad pues es
normalidad. Ni nueva, ni vieja, ni peor, ni mejor. ¡Es normalidad!
“Dicho de una cosa: Que se halla en su estado natural.
2. adj. Habitual u ordinario.
3. adj. Que sirve de norma o regla.
4. adj. Dicho de una cosa: Que, por su naturaleza, forma o magnitud, se ajusta a ciertas normas fijadas de antemano”.
Estas son las cuatro primeras definiciones de la RAE de la palabra normal, así que es ilógico y ¡erróneo! servirse de la nueva normalidad.
Ya
les comenté en otra ocasión no muy lejana que para lo bueno y para lo
malo esta pandemia y, sobre todo, el confinamiento han aflorado mucho de
lo que habitualmente ocultamos, de lo que escondemos, de nuestras
virtudes, nuestros vicios y de nuestras peores actitudes.
Lo
que de verdad deseo es que llegue la normalidad, así, tal cual, como lo
oyen. No la quiero ni mejor ni peor que la anterior, ya me había
acostumbrado a ella, con todos sus defectos y aprendí a sortear sus
inconvenientes y aprovechar sus ventajas.
Quiero ir a los bares sin hacer cola, quiero entrar en el supermercado acompañado de Isabel, deseo entrar en el Gifi y en el Decathlon sin mascarilla.
Padrón y Pontecesures, municipios limítrofes entre
las provincias de A Coruña y Pontevedra, están pendientes del
levantamiento de restricciones para que sus vecinos puedan moverse
libremente de un lado a otro del puente sobre el río Ulla, como hacen de
toda la vida. Son muchos los de Pontecesures, e incluso Valga, que se
desplazan a la capital del Sar a realizar gestiones, desde comprar en
los establecimientos comerciales locales hasta ir al banco, dentista o
notario, entre muchas otras. Y también desde Padrón se mueven al otro
lado del río para hacer compras en la localidad de Cesures.
Cuando quede sin efecto esa restricción de moverse entre provincias, sea primero o no entre municipios limítrofes, «vai ser un alivio moi grande», según opina María del Carmen Magán Pérez, vecina de 47 años de la aldea de Infesta, en Pontecesures. «Non ten ningún sentido o que está pasando», añade. «Eu podo ir a Tui, pero non podo ir a Pazos, en Padrón, que está ao lado, a ver a meu pai», lamenta.
Controles policiales
En
su caso, habitualmente se desplaza a Padrón a comprar en la plaza de
abastos y en tiendas del pueblo, pero también va al dentista y al
fisioterapeuta. «Pese a estar todo a un paso, non podo ir nin a comprar nin a ver a familiares»,
cuenta. Lo mismo le pasa y le seguirá pasando a su hermano mientras no
se levante la restricción de moverse entre provincias. Él reside en Rois
y, en todo este tiempo, no pudo ir a Cesures a ver a su madre, con la
que reside María del Carmen Magán.
«Está mal feito e será un alivio que o cambien», asegura la vecina de Pontecesures, que está deseando poder ir a Padrón sin problemas, como muchos otros vecinos.
En
su caso, también acaba de acompañar a su hijo a recoger sus
pertenencias en la residencia universitaria de A Coruña, ciudad en la
que estudia, para lo que se movió con un justificante.
La vecina también está yendo con su madre una vez al mes a una consulta médica en Santiago, pero siempre con justificante e «así vas máis tranquila»,
dice María del Carmen Magán, que recuerda que levantar la prohibición
de cambiar de provincia en municipios limítrofes será necesario para que
los jóvenes de Pontecesures y Valga que estudian en Padrón puedan
acudir mañana al instituto, en el caso de los cursos que están
autorizados.
Durante el tiempo de prohibición de cambiar de
provincia, el puente de Cesures está siendo objeto de controles
policiales, en los que se está parando a conductores y preguntándoles el
motivo del desplazamiento.
El BNG pidió en Madrid que esa limitación de movimientos se levantara ya en municipios limítrofes de distintas provincias, algo que también tiene solicitado el Concello de Padrón.
El patrán mayor denuncia la situación ante la Consellería do Mar. El vertido, asociado a aguas muertas, podría matar los bivalbos sembrados en los parques de cultivo.
El incidente podría tener su origen en la apertura de las compuertas del embalse de Portodemouros. La corriente creada habría arrastrado posibles corrimientos de tierra o desprendimientos procedentes de fincas en terrenos próximos a causa de las torrenciales lluvias den se produjeron en el entorno de Santiago hace unos días.
Las estadísticas de Renfe demuestran que es un servicio muy utilizado entre Vigo y A Coruña. En los apeaderos de Pontecesures y Catoira se nota la ausencia de revisores.
Los usuarios siguen demandando la continuidad del tren de cercanías. Y ahora que con el estado de alarma se eliminaron muchos de ellos, lo que exigen es que una vez superado se retomen las frecuencias de viaje existentes antes de la pandemia.
Así lo hace constar el exconcejal pontecesureño, Luis Sabariz Rolán, que como miembro de la plataforma en defensa del servicio ferroviario de proximidad lleva años aportando datos que avalan la continuidad del mismo.
Y el balance oficial de Renfe referido al año 2019 solo sirve para reforzar sus planteamientos, ya que constata la existencia de una gran cantidad de pasajeros en la línea Vigo-A Coruña, con una importante actividad en las estaciones de ferrocarril tanto de Pontecesures como de Catoira, Padrón y Vilagarcía.
«Esperando que, a medida que se va superando la situación que sufrimos por la pandemia del Covid-19, vuelvan a circular todos los trenes que lo hacían antes de la declaración del estado de alarma», clama Sabariz, quien al referirse a los datas facilitados por Renfe Comercial sobre los viajes en 2019 en las estaciones citadas concluye que en las Baixo Ulla » el número total de subidas y bajadas fue de 102.647″.
Al desglosar la cifran sale a relucir un viejo problema, como es la carencia de máquinas expendedoras de billetes en los apeaderos del Ullán, unido a la insuficiencia de interventores, o al poco tiempo que tienen para supervisar los billetes durante los viajes cortos, hace que se produzca un desfase entre subidas y bajadas, estimándose que hay alrededor de 30.000 viajeros que se desplazan gratis a lo largo del año.
Prueba de ello es que el período citado «las bajadas en Pontecesures, Catoira y Padrón fueron 66.703, mientras que, sorprendentemente, las subidas computadas fueron solo de 35.994», reflexiona.
Para explicar esta desproporción señala que «el número real de subidas fue muy superior al computado, pues como en las tres estaciones del Baixo Ulla no se despachan billetes, la ausencia de interventores en muchos trenes motiva que muchos usuarios viajen en tren gratis», insiste.
Además, «no se computaron las bajadas en Pontecesures, Catoira y Padrón de viajeros procedentes de otras estaciones del trayecto A Coruña-Vigo en las que no se expiden billetes como las de Cerceda, Ordes, Arcade…, como tampoco las subidas y bajadas de los usuarios que circulan entre las tres poblaciones del Ullán cuando el tren no lleva interventor».
EL NÚMERO DE USUARIOS SIGUE EN AUMENTO
Luis Sabariz destaca que los usuarios del tren siguen en aumento, pues en 2018 hubo 35.448 subidas y 61.838 bajadas». Respecto a esto último, en los dos últimos años el número de personas que se apearon del tren en Pontecesures pasó de 18.355 usuarios a 19.047; mientras en Catoira subió de 21.554 a 24.355 usuarios y en Padrón, de 21.929 a 23.301.
A modo de conclusión, Luis Sabariz Rolán, proclama que «los usuarios crecen día a día, de ahí que la potenciación del ferrocarril por la vía convencional es fundamental». Y esto implica no solo mantener o reforzar las frecuencias de viaje, sino también «instalar paneles informativos en Catoira y en Pontecesures» y «subsanar las deficiencias que presentan los andenes, ya que motivan incomodidades a los usuarios».
CLAVES ECOLÓGICAS, ECONÓMICAS Y DE SEGURIDAD
A juicio de Luis Sabariz «desde las administraciones públicas se debe apoyar con decisión el uso del tren de proximidad por razones ecológicas, económicas y de seguridad, de ahí que deseemos todos que la anunciada electrificación de este tramo de vía convencional, fundamental para la continuidad del servicio, no se quede solo en buenas palabras».
Son siete los concellos de la Ría de Arousa y zona de influencia que
se salvan de las franjas horarias para pasear y hacer deporte. Se trata
de A Illa y Meis en la comarca de O Salnés y de Portas, Catoira, Moraña,
Cuntis y Pontecesures en la de Ulla Umia.
Al tener menos de cinco mil habitantes, conforman la excepción a la regulación establecida por el Gobierno de Pedro Sánchez para evitar aglomeraciones durante el primer día de paseo general, que tendrá lugar hoy.