El bar Choco es uno de los establecimientos de Pontecesures conocidos por su lamprea. Su dueño, Alejandro Bouzón, no la tenía ayer, pero no tardará mucho en ofrecérsela a sus clientes. Eso sí, primero quiere asegurarse de que hay ganas de ella. «Mi idea es traerla en cuanto empiece a llamar la gente para preguntar y reservar», afirma.
La lamprea es consumida desde tiempos inmemoriales, y los romanos la consideraban un manjar. Hoy cuenta con fervientes admiradores, pero también son muchos los que no se atreven ni a probarla. Alejandro Bouzón admite que es difícil animar a nuevos comensales a tomarla, «porque su aspecto no es atractivo. El que se deje llevar por la presentación del plato no va a querer probarla, pero también hay a quien le encanta. Con la lamprea no hay un término medio; o te gusta o no te gusta».
Para el responsable del Choco, hay dos grandes tipos de consumidor: el que adora de tal forma el pez que está deseando que lleguen a las mesas los primeros ejemplares de Año Nuevo para ver como están; y los que prefieren esperar a las últimas semanas de enero o al mes de febrero, cuando en teoría la lamprea está mejor.
«A la gente que realmente le gusta la lamprea no se da un atracón, porque es una carne compacta, que harta mucho. Prefiere tomarla cuatro o cinco veces durante la temporada, pero en pequeñas raciones», sostiene el hostelero.
El precio de la lamprea en los restaurantes varía mucho dependiendo del mismo, pero puede rondar entre los 65 y los 70 euros la pieza entera, ya puesta en la mesa. Son muchos los negocios que fijan el mismo precio para toda la campaña, en vez de variarlo según las fluctuaciones del mercado.
En lo que respecta a las bebidas, la mayoría de los comensales acompañan la lamprea con vinos tintos, tantos gallegos como de La Rioja o del Duero.
Faro de Vigo