Mueble de Amigos de Galicia para una familia de Pontecesures.

La Fundación Amigos de Galicia está trabajando en la entrega de mobiliario y enseres a familias de la comarca con rentas bajas que carecen de mobiliario para responder a sus necesidades básicas. En Vilagarcía, Amigos de Galicia lleva dos meses amueblando una vivienda en la que reside una familia monoparental con tres niños, dos de ellos adolescentes. Les fueron entregados más de 25 muebles y enseres que van desde un escritorio, pasando por un somier y mesas y sillas. También están ayudando a otra familia en Catoira, formada por tres miembros, en similar situación. Por no tener no tenía ni sartenes para cocinar. Una familia en Pontecesures será la próxima beneficiaria.

La Voz de Galicia

Encuentran en un bar de Catoira al conductor de Pontecesures de un coche que había volcado.

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Los vecinos del lugar de Abalo (Catoira) se llevaron ayer por la mañana un buen sobresalto. Un coche que circulaba en dirección Vilagarcía por el kilómetro once de la PO-548 se salió de su carril, cruzó la calzada y acabó volcado. Su ocupante no debió sufrir heridas de consideración, ya que cuando los efectivos de emergencias se trasladaron al lugar de los hechos se toparon con que el coche estaba vacío. Los agentes de la Guardia Civil desplazados hasta el lugar -habían acudido a la llamada tres patrullas- invirtieron un buen rato en intentar dar con el conductor del coche siniestrado, un hombre de unos sesenta años y vecino de Pontecesures. Al final, lo encontraron en un bar próximo. Efectivos de Protección Civil de Catoira y del GES de Valga participaron en este operativo.

La Voz de Galicia

La «oficina» de la droga estaba en Lestrobe.

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De los nueve acusados, solo uno declaró porque aceptaron un acuerdo con el fiscal.

En Padrón, los narcos iban a «la oficina». Al menos el grupo juzgado esta semana por formar parte de una organización dedicada a la venta al por menor de heroína, cocaína y cannabis. De los nueve acusados, ocho no llegaron ni a declarar en la vista oral. Aceptaron un acuerdo con el fiscal a cambio de rebajar las penas que les pedían. Entre ellos, el jefe, Fernando Baleirón Abuín, y su lugarteniente, Secundino Osorio Tarrío, que tendrán que ingresar en prisión dado que han aceptado condenas de seis y cinco años, respectivamente.

«La oficina» era la casa que el cabecilla del grupo de narcotraficantes había alquilado en Lestrobe (Dodro) para utilizarla como centro de operaciones. El inmueble, situado en la carretera de Rianxo, era frecuentado por toxicómanos que acudían a comprar sus dosis y que muy frecuentemente fumaban o se inyectaban allí mismo.

En las numerosas conversaciones telefónicas interceptadas por la Guardia Civil durante los largos meses de investigación son constantes las referencias a la casa como si de un lugar normal, y legal, de trabajo se tratase. El jefe, Baleirón, llamaba a sus colaboradores y les preguntaba «¿estás en la oficina?» o les advertía de que tal o cual cliente «iban a pasar por la oficina» y les pedía que les atendiesen debidamente con palabras en clave como «del color» para la heroína.

Aquella «oficina» de la droga de la comarca de Padrón fue por tanto vigilada día y noche por los agentes y se documentó cada movimiento de los narcotraficantes. La Guardia Civil supo así que, en un momento dado, el grupo sufrió un robo. Alguien aprovechó que el inmueble se quedaba vacío por las noches para entrar y llevarse la mercancía que tenían allí almacenada. Ese fue el momento en el que Fernando Baleirón decidió cambiar el modus operandi de la organización y dejar en «la oficina» un retén que la vigilase 24 horas al día.

Todos menos uno de los colaboradores del grupo han aceptado su participación en los hechos y condenas de entre tres y tres años y medio de prisión. No las cumplirán, de momento, porque el acuerdo con el fiscal incluye una suspensión por tres años de la condena siempre y cuando se sometan a un tratamiento de desintoxicación con controles periódicos cada seis meses que demuestren que ya no consumen estupefacientes. No en vano, todos eran toxicómanos, un factor que ha sido tenido en cuenta como atenuante a la hora de juzgarlos porque se considera que cometieron los delitos para, en parte, sufragarse las dosis que necesitaban.

En la estructura que la banda montó en Padrón, además de «la oficina», también utilizaban para sus ventas, aunque en menor medida, el piso en el que vivía Fernando Baleirón con su novia -también condenada- en la capital del Sar. Su lugarteniente, Secundino Osorio, hermano de su pareja, también vivía allí con ellos. El tercer lado del triángulo era un bar situado en la plaza de Camilo José Cela, el A Lareira, en el que estaba al frente otra de las acusadas que ha aceptado los hechos a cambio de una reducción de la condena.

Venta a pequeña escala
El grupo contaba además con un numeroso parque de automóviles que utilizaban para ir y venir de «la oficina» con la droga. Se abastecían con dos intermediarios de Vilagarcía que también han aceptado los hechos y han sido condenados.

El de Baleirón era un grupo de venta de droga a pequeña escala pero muy bien organizado. De hecho, él llevaba una libreta con la contabilidad día a día tanto de las compras de droga a sus proveedores como de las ventas que hacía. Papelina a papelina, gramo a gramo, todo quedaba allí registrado. Tanto control le hizo llevar bien el negocio, pero también aportó a la Guardia Civil muchas e irrefutables pruebas.

La casa de Lestrobe ya no es «la oficina» de la droga. Tras el desmantelamiento de la banda el inmueble ya no es el epicentro del menudeo de estupefacientes en la zona de Padrón. No hace mucho hasta allí acudían a diario toxicómanos de la comarca e incluso de Santiago.

Gramo a gramo, el jefe de la banda registraba en su libreta todas las ventas que hacía.

La Voz de Galicia

La tierra de los gigantes del metal.

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El Grupo Quintá. La dimensión económica de esta empresa es evidente. Su propietario, Andrés Quintá, presume tanto del volumen de empleo generado como de la proyección internacional de su trabajo. Baste un ejemplo de su importancia: llegó a fabricar el estadio inaugural del mundial de fútbol de Brasil.

Valga se ha convertido en el gran foco fabril de Arousa Sur gracias, sobre todo, a las grandes empresas del sector del aluminio instaladas en esta pequeña localidad.

Todo empezó allá por los años setenta, cuando el primer bum del ladrillo hizo crecer los ensanches de las principales ciudades gallegas. Aquel ritmo constructivo, que renegaba de lo antiguo y apostaba por lo moderno, exigía ingentes cantidades de aluminio para estructuras, puertas y ventanas. Y ahí entraron en escena los hermanos Quintá. Armados de un instinto para los negocios innegable y echando mano de sus ahorros, eligieron Valga para instalar una fábrica de perfiles de aluminio. Corría el año 1977. Nacía una empresa- ahora desgajada en dos gigantes: Extrugasa y Exlabesa- a la que muchos apuntan como el motor que impulsó el despegue del sector del metal en la zona. Una red que en estos momentos, y según los datos facilitados por la Asociación de Empresarios do Val do Ulla (AEVU), está integrada en toda la comarca por una treintena de empresas de todos los tamaños.

El desembarco de los Quintá en Valga obedeció a dos razones principales, según recuerda Andrés Quintá. Una, que había terrenos disponibles y adecuados a las necesidades de la firma. La otra, la buena ubicación del Concello, situado en un enclave fantástico -a medio camino entre Santiago y Vilagarcía- y magníficamente comunicado. «Pero hai outros municipios que tamén teñen unha situación estratéxica e nos que non se produxo ese éxito industrial», matiza Daniel Seijas, que está elaborando una tesis sobre la industrialización de la zona hace un siglo.

El cambio
«Poderíase dicir que, a partir dos anos setenta, se pechou un ciclo económico no que os sectores chave eran a madeira e empresas derivadas das telleiras, como a fábrica de ladrillos Novo y Sierra», explica Seijas. Esos sectores entraron en crisis y fueron barridos del mapa del Ullán, aunque no de todo. Finsa (Padrón) sigue como buque insignia del sector maderero y Hormadisa (Valga), lleva más de cuarenta años diseñando y produciendo prefabricados de hormigón.

Otra empresa con historia en Valga es Barton. La firma, que actualmente tiene una plantilla de 70 trabajadores, nació a finales de los años cincuenta para fabricar maquinaria industrial. Su fundador, Juan Barreiro, ya exportaba piezas a Holanda y a otros puntos de Europa en los años sesenta y setenta. Medio siglo después, la tercera generación sigue abriendo horizontes y Barton tiene más de seiscientos clientes repartidos por todos los continentes.

Asegura Amador Barreiro, el nieto del fundador, que en la trayectoria de esta empresa poco ha influido la llegada a Valga del bum del aluminio. «Es posible que a raíz de Extrugasa se hayan desarrollado empresas de ese sector, pero no es nuestro caso. Nosotros fabricamos maquinaria, pero sobre todo para el sector de la madera y alimentario. Sí hemos hecho en alguna ocasión maquinaria para el sector del aluminio, pero de forma muy puntual».

El alcalde de Valga, José María Bello Maneiro (PP) tiene claro que el eje Extrugasa-Exlabesa -esta última, pese a haber crecido, y mucho, fuera de la localidad mantiene en esta una factoría con setenta personas trabajando- ha sido fundamental para el florecimiento del sector del metal en toda la zona, donde mantiene un peso específico claro. El mapa del mercado laboral de la Xunta señala que, entre las diez actividades que en el 2014 generaron más contratos en la comarca de Caldas se encuentra, en el quinto puesto, la fabricación de productos metálicos (salvo maquinaria), y en el noveno la metalurgia y fabricación de productos de hierro, acero y otros materiales.

Y eso que la crisis ha afectado a todo el mundo. Lo reconoce Andrés Quintá, responsable del grupo de empresas articulado alrededor de Extrugasa. Sus naves, que están a punto de experimentar un nuevo crecimiento, se extienden en estos momentos sobre 80.000 metros cuadrados, a caballo entre las parroquias de Cordeiro y Campaña. Allí trabajan alrededor de medio millar de personas. Andrés Quintá está orgulloso de la que ha sido la gran obra de su vida, y de que su fábrica haya sido «escuela» para muchos de los empresarios que han ido naciendo en Valga. «A xente que leva a etiqueta de aquí leva cousa boa», sentencia.

Uno de los que lleva esa etiqueta es Juan Castaño. Trabajó durante 16 años en Extrugasa pero luego decidió arriesgarse y montar su propia empresa. No ha pasado tanto tiempo y ODL se ha convertido en toda una referencia en la fabricación de vehículos especiales. De su planta en Valga han salido escuelas móviles para Venezuela, hospitallities como el que acogió a los protagonistas de la final de MotoGP celebrada hace unos días en Valencia, por no hablar de los palcos de buena parte de las orquestas de Galicia, bares móviles y hasta el portalón de una casa. Precisamente, tener una actividad tan variopinta es una de las claves en las que Castaño cifra el éxito de ODL. En eso y en no desatender ningún pedido, por pequeño que sea.

Un perfil marcado
«Os empresarios que temos aquí comparten algo moi especial: están todo o día ao pé do cañón, coñecen ata o último detalle da súa empresa», asegura el alcalde de Valga. A esa tipología, dice, responde también José Sierra, el responsable de Urovesa, la última gran empresa que ha entrado a formar parte de la realidad valguesa. La firma, especializada en la fabricación de vehículos militares, ya está funcionando en las viejas instalaciones de Novo y Sierra. «E xa hai xente do noso Concello traballando alí», dice el alcalde satisfecho.

Pese a presumir de una larga lista de empresas de éxito, Valga sigue siendo una localidad castigada por el paro. Más de medio millar de vecinos están en situación de desempleo, precisamente debido al golpe de la crisis. Con ella cayó el cemento y se resistió el acero, dejando en la cuneta a muchos profesionales que se habían formado en las empresas, pero que carecen de títulos que faciliten su regreso al mercado laboral.

Y eso que Valga es uno de esos lugares en los que, fruto del diálogo entre empresa y Administración, el mapa educativo se ha adecuado a la oferta laboral de la zona. Así, en el instituto de la localidad se imparte un ciclo medio de calderería y soldadura, y uno superior de estructuras metálicas cuyos alumnos han logrado, hasta la fecha, un importante nivel de inserción laboral.

La Voz de Galicia

Salen de nuevo a subasta bienes de narcos que hasta ahora nadie quiso comprar.

En una puja que se celebrará el jueves en Madrid figuran viviendas y fincas de Oubiña, Pelopincho y otros condenados.

Las casas de los narcotraficantes no tienen quien las quiera. Es la conclusión que se saca de los escasos resultados que en los últimos años están obteniendo las subastas de bienes embargados por blanqueo de dinero relacionado con el narcotráfico que llevaron a cabo tanto la Agencia Tributaria como el Plan Nacional sobre Drogas. Basta echar la vista atrás y recordar las dificultades que Hacienda tuvo hace unos años para colocar en el mercado los bienes embargados al clan de los Charlines y para evitar, de paso, que esas propiedades recayesen de nuevo en manos de sus antiguos dueños a través de testaferros. El año pasado, ocurrió lo mismo con una macrosubasta realizada en Madrid en la que se ofrecían en puja propiedades embargadas a gallegos que habían sido condenados por blanqueo de dinero como el histórico Laureano Oubiña o el desaparecido José Antonio Pouso Rivas, más conocido como Pelopincho. La mayoría de las ofertas quedaron desiertas. Nadie se interesó por ellas.

Hay quien cree que nadie que no esté relacionado con ese mundo delictivo quiere hacerse con una propiedad marcada por las huellas del crimen organizado. Pero también hay quien enmarca esa circunstancia en el panorama general de la crisis económica, con las dificultades que supone para la mayor parte de la población optar a propiedades tasadas en cientos de miles de euros, por muy apetitosas que puedan parecer. Además, buena parte de esas propiedades arrastran consigo cargas hipotecarias o incluso irregularidades a las que los beneficiarios de la puja deberán hacer frente, con lo que el gasto siempre es mayor que el precio que figura de salida en la subasta. Eso sin entrar en los quebraderos de cabeza añadidos.

Treinta lotes
Por eso es que buena parte de los lotes que el jueves 12 de noviembre se van a subastar en el hotel Wellington de Madrid ya iban incluidos en otra puja que el Plan Nacional sobre Drogas organizó en diciembre del año pasado. Casas y solares de Pelopincho en Valga, Pontecesures y Padrón, así como locales en el Centro Comercial Arousa (Vilagarcía) o una finca de Laureano Oubiña en el lugar de Nanín, en Sanxenxo, a primera línea de playa pero afectada por la Ley de Costas, no encontraron quienes las quisieran entonces. Ahora lo intentan de nuevo con un precio de salida menor. La finca de Oubiña, por ejemplo, lo hizo entonces por 491.722 euros, y lo hace ahora por 462.000. La cifra sigue siendo muy alta para la mayoría de los bolsillos.

Al margen de esas propiedades, los lotes incluyen apartamentos en urbanizaciones de lujo en las Islas Canarias o pisos en el centro de Barcelona, pero también locales comerciales, áticos, garajes, naves o cuadras. Con todo, la mayoría están en la ría de Arousa, y los interesados en presentar ofertas tienen hasta el martes para hacerlo, con la posibilidad de visitar los inmuebles. Algunos, con un evidente deterioro tras años abandonados, como ocurre con la casa de Guillermo Abalo, condenado por blanqueo, en el lugar de A Caldihuela (Vilagarcía), que cuando fue embargada hace años lucía fastuosa y ahora amenaza ruina. Algo parecido pasa con la casa de Oubiña en A Laxe, también en Vilagarcía, que ya ni siquiera sale a subasta porque los problemas de titularidad que presenta, las irregularidades que arrastra y las deudas que pesan sobre ella hacen inviable la puja.

La Voz de Galicia

Arousa, el regenerado caladero de los sueños del piragüismo gallego.

La comarca copa la mitad del programa anual de nuevas promesas de la federación autonómica.

La competición no arrancará hasta finales de una estación invernal para cuya llegada todavía falta mes y medio. En el mundo del piragüismo toca cerrar la programación de la temporada, con los cuerpos de los palistas todavía recuperando la memoria algo perdida después de unas vacaciones que no suelen superar las cuatro o cinco semanas. Y en estas, la Federación Gallega de Piragüismo (Fegapi) acaba de hacer pública la composición de sus diferentes programas deportivos. Esas líneas de trabajo que, con el respaldo de sus medios técnicos y materiales, pretenden apoyar a los canoístas y kayakistas ya consolidados a mantenerse en la élite, acompañar a los deportistas emergentes de la comunidad para que progresen por el buen camino, y no perder de vista a aquellos jóvenes que muestren maneras de campeones.

En este último capítulo Arousa encara la temporada 2016 como el regenerado caladero de los sueños del piragüsmo gallego. Y es que, a falta de ampliar un abierto listado inicial con canoístas femeninas y piragüistas de categoría infantil A, los programas de seguimiento y nuevas promesas de pista de la Fegapi aparecen copados en algo más del 50% por palistas del Baixo Ulla y O Salnés. Concretamente, quince de los 29.

De hecho, seis de los siete clubes arousanos, todos excepto el Liceo Casino de Vilagarcía, cuentan con representación en un capítulo del que se deberían nutrir en el futuro los grupos de tecnificación y élite Sub-23 de la federación.

El Piragüismo Illa de Arousa es, junto al As Torres-Romaría Vikinga, el más representado de toda Galicia, con cinco júniores de primer año, los canoítas David Mochales, Carlos Cañón y Yerai García, y las kayakistas Anabel Oubiña y Antía Santiago. El club catoirense incluye en los programas de seguimiento y nuevas promesas a los cadetes Rebeca Pardo, Aldara Merino y Diego Rey, este canoísta, y a las júniores Catuxa Fabeiro y Fátima Ordóñez.

Completan la nómina arousana los cadetes A Martín Prado y Tamara Fernández, del P. Cambados, Antía Villamediana, del Náutico O Muíño, y Mario Rodríguez, del Náutico Pontecesures, además del cadete B del Breogán Iván Meis, los tres primeiros kayakistas.

Pleno femenino Sub-23
Además del programa mencionado, Arousa enfila la temporada 2016 con Carla Frieiro (As Torres), Miguel Ángel Pérez (P. Cambados) y Pedro Citoula (N. Pontecesures), este último canoísta, en el programa de tecnificación de la Fegapi; amén de copar el programa deportivo Sub-23 femenino con Natalia García Naveiro (Breogán) y Camila Morison y Raquel Dacosta (N. Pontecesures) y la mitad del masculino con las palas de Iago Monteagudo (meisino del Club Naval de Pontevedra) y Borja Bejo (N. O Muíño).

La Voz de Galicia