Gobiernos sin salvapatrias.

Publicado por Luis Angel Sabariz Rolán en

El gobierno de lo local es un quince por ciento ideología y el resto sólo sentido común.

Páginas adelante se encontrará el lector con una variada muestra de la riqueza informativa que, a poco que el foco del interés se dirija hacia las corporaciones locales y a los debates que se originan en su seno, es dado presenciar de norte a sur en nuestra amplia geografía comarcal. Desde salvapatrias a autoproclamados héroes, muchos concejales se afanan en poner de relieve y sin recato sus propias virtudes en lo que, dicen, tiene como destinatario último el interés ciudadano.

Vano intento de vanagloria cuando las estadísticas confirman que en idéntica medida en que los políticos se sienten protagonistas no ya de su historia sino de la de los demás, en idéntica consecuencia los ciudadanos los sitúan en los últimos puestos de la credibilidad y la admiración social. Un castigo al que no son ajenos los medios de comunicación en tanto en cuanto se muestran como cómplices y continuadores de aquellas actitudes, al ofrecerlas negro sobre blanco. Y así nos va a unos y otros.

Todo por partir de un axioma absolutamente falaz y necio, cual es el de interpretar que la sociedad es inmadura y que por ello precisa de la sabia mano de los representantes públicos para ser conducida, de forma ciega y sumisa, a no se sabe qué elegíacos cielos de prosperidad y progreso.

La realidad, sin embargo, es mucho más terca, como más inteligente de lo que parece es la percepción ciudadana respeto de quienes nos representan, aunque se opte a menudo por esconder la opinión propia bajo el tantas veces aconsejable «no sabe, no contesta».

Pero con ser malo, como lo es, ese pretencioso afán de erigirse en salvadores de causas ajenas, hay un segundo y más peligroso juego político, que es el de convertir la pequeña leiriña electoral o representativa en el epicentro del mundo. ¿Consecuencia? Como en el viejo chiste, que cambie el paso la Compañía, mi capitán, que yo lo llevo bien. O, por decirlo de otro modo, el afianzamiento de la propia conducta en el más recalcitrante autismo social, negador de toda posibilidad comunicativa y participativa.

Algún día nuestros regidores y concejales acaso se den de bruces, como Paulo y su caballo, con una verdad irrefutable que hace tiempo que prevalece en el sentir colectivo de la ciudadanía: Que el gobierno de lo local es apenas un quince por ciento de ideología y un ochenta y cinco por ciento de sentido común. Y que el único milagro salvador que espera el administrado es que el administrador haga alarde de ese a veces tan escaso como importante capital del sentido común.

Sin más heroicidades ni vanaglorias.

Carta del Director de TIERRAS DE SANTIAGO, Juan Salgado, 12/02/08


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