Los cesureños Maside y «Borobó» asistían a las tertulias de galleguistas del «Café Español» de Santiago.
A mediados de 1953 había dos tertulias que se reunían en el «Café Español», ubicado en la Rúa do Vilar compostelana: una de los leguleyos y afines y otra de galleguistas, que se expresaban en castellano y en gallego, respectivamente, y este uso de la lengua vernácula les hacía mucha gracia a los siervos de la Ley, que un día le preguntaron al camarero cómo hacían sus pedidos los «otros»: «Pues unos piden café, sencillamente, y otros añaden «con leite», aclaró el buen servidor.
Entre los enxebres figuraba Otero Pedrayo, que era el sumo sacerdote y que convertía la xuntanza en un monólogo. Estaban además, Ramón Piñeiro, Bonet Correa, Río Barja y Florito, titular del «Hotel España», en la Rua Nova, que era amigo de todos los intelectuales. Alguna vez venía por allí Maside, que ocupaba un piso, casi frente al «Hotel Español», al que fuimos un día Pesqueira y yo y nos pasamos varios días contemplando maravillas; cuando podía también formaba parte de la reunión «Borobó».
La bella costumbre de las tertulias se fue. Era la fórmula arbitrada por determinados estamentos para intercomunicarse nuevos conocimientos y nuevas técnicas, principalmente cuando alguno, en aquel mundo parcelado por fronteras, llegaba del extranjero cargado de novedades que aquí los tertulianos asimilaban ávidamente.
Ahora vivimos en la Aldea Global, alimentada intelectualmente por Internet, que lo sabe todo.
Máximo Sar. Especial «Arousa, un mar de cultura». DIARIO DE AROUSA, 26/04/09
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