El pimiento de Herbón en busca de su identidad.
Fueron las alegrías de un dinero fácil las que, en su momento, propiciaron nefastas prácticas comerciales por parte de algunos de los productores de pimientos de Herbón al pretender vender gato por liebre, convencidos de que el consumidor traga con cuanto se le ofrezca. Nada nuevo bajo el sol. Pasó en el Ribeiro con el vino y hubo que esperar años para recuperar la credibilidad. También aquí, en Herbón, lo negativo de la experiencia sufrida en las propias carnes sirvió para llevar a todos el convencimiento de que, con las cosas de comer, no se juega. La pena es que en el aprendizaje se perdieron largos y desaprovechados años. Ahora comienza a abrirse un horizonte de esperanza para Herbón y su producto estrella, el pimiento, al acometerse ya los últimos pasos para que la ansiada denominación de origen sea una realidad. Por de pronto, ya hay la aprobación inicial de la UE y un reglamento y un consejo para encauzar el producto hacia la senda que nunca debió haberse abandonado. Con ello se logrará el visto bueno definitivo de Europa para que los pimientos de Herbón gocen de la identidad que le es propia y que nadie podrá ya nunca más suplantar. Pero para ello habrá que recordar las enseñanzas del pasado y convencerse de que, lo que menos necesita el pimiento de Herbón, es el picor de la deslealtad con el consumidor.
Columna «Rosas». TIERRAS DE SANTIAGO, 14/07/09
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