Los peritos declaran que los efectos del alcohol en Maiz eran leves y que «no había perdido el control».

Publicado por Luis Angel Sabariz Rolán en

Una agente judicial muestra al jurado las fotografías del cadáver tomadas en la escena del crimen.

«El sujeto no había perdido el control». Así resumieron los forenses la influencia que pudo tener la ingesta de bebidas alcohólicas en Jaime Maiz Sanmartín en el momento en el que el guardia civil disparó un tiro certero en la cabeza a su ex compañera sentimental, María Luz Posse, en el vestíbulo del cuartel del Guardia Civil de Cambados cuando esta mujer, acompañada de una amiga, tenía intención de presentar una denuncia contra él por acoso.
Y es que, precisamente, la defensa y el propio acusado alegaron este estado de supuesta embriaguez como eximente para solicitar la libre absolución de Maiz, o subsidiariamente una pena de cinco años de prisión, durante la primera jornada del juicio que se celebra estos días en la Audiencia Provincial.
Las forenses tomaron como referencia los atestados elaborados por la Guardia Civil pero también las entrevistas y los testimonios del propio acusado y de los demás testigos. Pese a que Maiz arrojó una tasa de alcoholemia alta unas tres horas después del crimen (0,86 miligramos de alcohol por litro de aire expirado), según los expertos esta tasa se mueve en unos parámetros en los que es necesario acudir a la sintomatología que presenta cada persona para deducir si sus facultades podrían estar mermadas o no por la ingesta de alcohol. En el caso particular de Maiz, las forenses explican que la manera de actuar del guardia civil así como su propio relato de los hechos indica que, «de estar afectado, estaría lo mínimo». En la entrevista que mantuvieron con él explican que el procesado recuerda con detalle la conversación que mantuvo con su ex novia, así como gran cantidad de datos de lo sucedido con la excepción del momento en el que apretó el gatillo. Si además «condujo el coche y se da cuenta de que tiene que rectificar el disparo para no herir a un compañero tenemos que llegar a la conclusión de que controla», explicaron las forenses. «Los reflejos le responden por lo que su afectación por el alcohol sería baja».
Las peritos incluso mantuvieron esta opinión después de que la defensa leyese un atestado elaborado por la Guardia Civil en el que se describían más síntomas de embriaguez en el acusado que los apuntados inicialmente. Su conclusión, insistieron, es que «tenía capacidad para comprender las consecuencias» de lo que hacía.
La defensa también alega que el acusado estuvo de baja por un trastorno adaptativo meses antes del crimen que podría afectar a su conducta, pero tanto la psiquiatra que lo atendió, como las forenses, aseguran que Maiz estaba curado cuando se produjeron los hechos y que «no tenía alteración de sus facultades mentales, ni de conocimiento, ni de voluntad». Añaden que se tiene especial cuidado al dar el alta en estos casos en los que el paciente es miembro de los cuerpos de seguridad del Estado y porta un arma.
La sesión de ayer tuvo momentos de especial crudeza para los miembros del jurado quienes tuvieron que examinar las fotos del cadáver mientras los forenses explicaban la naturaleza del disparo que acabó con la vida de María Luz. Fue certero y mortal de necesidad, alcanzó a la víctima en la frente y la bala salió por la parte posterior el cráneo. Se realizó a entre dos y cuatro metros de distancia, explicó un guardia civil. También visionaron el vídeo recogido por las cámaras de seguridad del cuartel de Cambados en el que se ve como Maiz dispara a María Luz Posse. «La víctima cae a plomo tras recibir el impacto», relató un agente del Instituto Armado.

FARO DE VIGO, 17/06/10

Categorías: Sociedade

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