Fundación Cela: como un elefante en una cacharrería.
Al final va a resultar cierto aquello sobre lo que se advirtió desde aquí con no disimulada preocupación; que el traslado de parte del legado de Cela a la Cidade da Cultura suponía en la práctica admitir un doble fracaso. Por un lado, el de no saber qué hacer con el edificio de Eisenman; y reconocer, por otra parte, la ineptitud de sus dirigentes en la gestión de la Fundación del Nobel padronés, hasta el punto de no saber rentabilizar su extraordinario legado. Por ello, y de acuerdo a un sentimiento cada vez más unánime en el mundo de la cultura de este país, tiene razón el Concello padronés en plantar cara a esa usurpación que supone el quebrantamiento de la voluntad del escritor de Iria, que dejó explícita, y en más de una ocasión, de que esa su particular patria chica acogiera cuanto con cuidadoso mimo el escritor fue acumulando a lo largo de toda su vida. Cierto que las fundaciones requieren un debate profundo y, más que eso, una determinación política de asumirlas desde la administración pública y al margen de los vínculos familiares, casi siempre tan polémicos. Cierto también que la Fundación de Iria caminaba hacia la bancarrota. Lo que no parece ni tan cierto ni tan conveniente es entender que gozar por la Xunta de la parte mayoritaria del capital de esa entidad cultural dé derecho a comportarse como elefante en cacharrería.
Columna Espinas. TIERRAS DE SANTIAGO, 14/09/10
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