El tren y sus intereses creados.
Usuarios de Catoira se oponen al cierre de la estación.
Aunque Blanco prometa transferir las cercanías, su implantación en la comarca debe salvar muchas dificultades; algunas, internas
El ministro de Fomento le dijo al Bloque en el Congreso que estaba dispuesto a transferir a Galicia las competencias del tren de cercanías, como antes se hizo con Cataluña y el País Vasco. No deja de ser una buena noticia, porque de lo contrario, con la llegada de la alta velocidad, la mayoría de los servicios ferroviarios de corta distancia desaparecerían en la comunidad. Pero la promesa de José Blanco no es suficiente para salvar los muchos escollos que le esperan al proyecto.
El principal es la falta de financiación, porque Fomento de momento promete deshacerse de un servicio, pero no promete compensar con fondos a la Xunta para que cree un ente ferroviario propio y lo ponga en marcha, con todos los gastos que eso conlleva. Pero hay, además, otros muchos problemas que solventar, y algunos lo son en clave interna, porque ni siquiera dentro de la comarca, donde el servicio corre el riesgo de desaparecer, se ponen todos de acuerdo en la necesidad de defender una red que ya vivió mejores tiempos.
Entidades como Salva o Tren o como la Comisión en Defensa del Tren de Cercanías -que lucha por mantener operativa la vía entre Vilagarcía y Santiago -se topan con el principal argumento que esgrime siempre Renfe para no potenciar este servicio, sosteniendo que algunas líneas son deficitarias porque cada vez tienen menos pasajeros. Los que defienden las cercanías alegan que si los vecinos dejan de utilizarlo es porque no se les ofrece un buen servicio, por eso pelean por mejorar las frecuencias y las conexiones.
Y aunque Salva o Tren se mantuvo vigilante desde que las nuevas vías construidas para el AVE fueron sustituyendo a las regionales, no pudieron evitar que en algunos tramos se levantasen los carriles, además de cerrar ya varias estaciones. Al no estar operativos esos servicios, su posterior recuperación será más difícil y costosa.
La falta de estaciones intermodales y la ausencia de conexiones entre las estaciones de ferrocarril y las de autobuses es otro de los problemas con los que se encuentra una infraestructura que se enfrenta a una orografía difícil y una población muy dispersa sin servicios públicos que la comunique.
La incógnita de Vilagarcía
Pero el principal obstáculo con el que se encuentran los defensores del tren de cercanías en la comarca está dentro de sus dominios. Porque todavía está por resolver el litigio que enfrenta a Vilagarcía con los concellos que corren el riesgo de perder el tren. En la ciudad hay otros intereses, como dejó ver el grupo de gobierno local en los últimos años, en los que se desmarcó de la comisión creada en la comarca. Por una parte, Vilagarcía tendrá alta velocidad, con parada en su propia estación, lo que le permitirá acortar los tiempos con las demás ciudades gallegas. Por otra, los vecinos de Bamio están en su mayoría a favor de que se levanten las viejas vías, porque hipotecan el desarrollo de la parroquia. El Concello, por su parte, está interesado en crear una senda verde desde Carril a Bamio, justo por donde transcurre la vía, además de diseñar una carretera paralela a la avenida Rosalía de Castro para aliviar el tráfico de entrada y salida a la ciudad. Un proyecto, este último, para el que también se hace necesario levantar las vías actuales.
Saber si Vilagarcía mantendrá en el futuro esa postura está a expensas del resultado de las elecciones. El PSOE, de momento, parece que se mantiene en sus trece, ya que hace tan solo unos días propuso la creación de una avenida paralela a la vía del ferrocarril que entre Rosalía de Castro y Bamio discurriría por el actual trazado ferroviario, dando por hecho que para entonces ya estará en desuso. Parlamentarios del PP, por su parte, escenificaron en febrero su apoyo a las cercanías viajando a Vilagarcía en tren. La incógnita está en saber si Fole pensará igual sentado en Ravella.
LA VOZ DE GALICIA, 15/04/11
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