En Pontecesures también toman el tren para ir a la playa a Vilagarcía.
La vinculación ferroviaria entre las tierras de Compostela y Arousa es tan antigua como la propia existencia del ferrocarril en Galicia. Por algo, la primera línea del país, inaugurada en 1873, unía Cornes (hoy perteneciente a Santiago) y Carril (integrado en el municipio de Vilagarcía). Además de interminables anécdotas y todo un premio nobel (el abuelo de Camilo José Cela, John Trulock, se estableció en Iria para gestionar en persona aquel negocio primerizo) los 42 kilómetros de vía han dado a la comunidad un verdadero ejemplo del papel central que las comunicaciones bien diseñadas pueden desempeñar como motor de esa ciudad multipolar galaica de la que tanto se habla y tan pocas veces se vislumbra.
Obligados a buscar una salida al mar, los compostelanos siempre han encontrado en Noia y la ría de Arousa sus particulares puertos. El hecho de que la principal playa de Vilagarcía se conozca como A Compostela es harto significativo. Desde hace décadas, en la capital arousana es costumbre, con la llegada del verano, sentarse a tomar una caña observando cómo largas filas de visitantes descienden del ferrocarril, ataviados con bañadores, sombrillas y toallas, para tomar sus baños de agua, sol y arena y retornar, varias horas después, a sus lugares de origen. Y, aunque los menguantes servicios hacia Catoira y Pontecesures aportan también un número de viajeros importante, en la mayoría de los casos quienes toman el tren para ir a la playa proceden de Santiago.
Familias enteras y jubilados
Resulta difícil precisar una cifra a la hora de calcular el volumen de pasajeros diarios entre ambas poblaciones. No obstante, en la estación arousana los ferroviarios aseguran que, en una buena jornada de sol, son al menos doscientas las personas que utilizan el tren más antiguo de Galicia. Entre ellas, familias enteras y un buen número de jubilados. El ferrocarril aporta a Santiago una playa de la que carece, en Vilagarcía, gracias a un trayecto de apenas media hora.
LA VOZ DE GALICIA, 04/08/11
0 comentarios