«Con este ritmo levar os estudos ao día é complicado».
El canoísta cesureño se pasa la mitad del día en la facultad de Ingeniería Náutica de A Coruña.
Las 24 horas del día se le hacen muy escasas a Oliveira
«De casa al trabajo, y del trabajo a casa». La popular cantinela, que tanto se escucha en las últimas semanas en la nueva campaña de la Dirección General de Tráfico en radio y televisión, le viene a André Oliveira como anillo al dedo. Y es que poca gente exprime como el canoísta cesureño las 24 horas que tiene el día. Todo, con un doble fin, compaginar el piragüismo de élite con la ocupación de la que espera poder vivir en un futuro más o menos cercano, y que llevó al antiguo palista del Náutico Pontecesures a empezar el pasado mes de octubre los estudios de Ingeniería Náutica y Transporte Marítimo en A Coruña.
En la ciudad herculina se despierta cada mañana de entre semana André en un piso compartido con otros estudiantes. A las siete y media se pone en pie. Y a partir de ahí, la monotonía que tiraniza a cualquier deportista que aspira a la gloria más allá de las fronteras de la bandera de su camiseta nacional.
«Almorzo, collo o bus, e ás nove entro na clase». Por regla general, son cinco horas en las aulas de la Universidade da Coruña. «Algún día excepcional, se teño algunha clase libre, ou se é unha semana importante a nivel deportivo, tento ir pola mañá ao ximnasio ou a nadar».
Finalizado el horario lectivo, «entre facer de comer e xantar, xa se me vai o tempo ata as catro da tarde. Preparo a mochila, e marcho a Pontedeume, que está a 35 quilómetros, a adestrarme. Saio ás catro e cuarto e chego aló ás cinco». Y aquí Oliveira sufre la desventaja respecto a otros deportistas de élite por trabajarse al mismo tiempo su presente deportivo y su porvenir laboral. «Ao non poder adestrarme mañá e tarde, como si fai case todo o mundo a este nivel, tento facer sesións máis duras, concentrando a auga e o ximnasio».
Lo hace hasta las ocho de la tarde. Entonces toca regresar a A Coruña. Pero no siempre de vuelta al hogar. «Un ou dous días á semana teño academia para reforzar as clases. Algunhas semanas, en función de como teña que adestrarme, poden ser tres ou catro días de academia», donde prepara sus estudios «ata as once da noite, máis ou menos». En función de esto, y de «o duro que sexa o adestramento, ceo e vou á cama directamente, ou quedo un rato a charlar cos compañeiros de piso».
Los sábados también se desplaza a Pontedeume por la mañana, incluso en alguna ocasión para doblar sesión de trabajo por la tarde. Por lo que hay fines de semana en los que ni regresa a Pontecesures, donde tiene por costumbre comer los sábados y pasarse los domingos.
«Con este ritmo de adestramentos», apunta el propio André, «levar os estudos ao día é complicado. Tiven xa os exames do primeiro cuadrimestre, que é o máis complicado de toda a carreira, e non me foron moi ben». Pero como buen deportista de élite, no se rinde, convencido de su capacidad para alternar la élite de su pasión y el éxito en una carrera de fondo con final en el quizás todavía más competitivo mercado laboral.
LA VOZ DE GALICIA, 04/02/12
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