«Se quedó dormida», dice el cura de Cruces-Padrón que no dejó comulgar a una mujer.
Los padres muestran las pruebas de que su hija está bautizada e hizo la primera comunión.
La madre de la padronesa de 32 años discapacitada lo niega.
«¿Cómo le voy a dar la comunión a una persona que durante la misa durmió y roncó? Se quedó dormida», declaró ayer a Efe el cura de la parroquia de Santa María de Cruces, en Padrón, denunciado por una familia del lugar por negarle la comunión a su hija discapacitada de 32 años de edad. El sacerdote Ramón Barral añadió, según recoge la agencia de noticias, que «he confirmado este verano a un minusválido aquí en la parroquia» pero «no estuvo en la actitud que estuvo ella ese día».
No obstante, la madre de Mónica Suárez Vidal, la mujer discapacitada, desmiente las declaraciones realizadas por el cura. Ernestina Vidal explicó ayer que su hija padece «frecuentes crisis epilépticas» y ese 9 de julio sufrió una de ellas, pero antes de comenzar la misa en la capilla de Bascuas. Esos ataques la dejan «moi cansada», según su madre, que reconoce que la mujer discapacitada estuvo «cos ollos cerrados, relaxada, pero non durmida». Y, en ningún caso, añade, «roncou», tal y como declaró el cura a la agencia de noticias.
«Sempre comulgou sen problemas»
La madre recordó ayer que su hija «sempre comulgou sen problemas», la última vez hace una semana en una misa de la fiesta de Santa Margarita de Luou. Y, añade, incluso lo hizo en la propia catedral de Santiago, tal y como corroboran desde la Asociación Aspas de Pais de Persoas con Discapacidade Intelectual de Santiago, que recuerdan que en el Xacobeo 2010 asistieron a una misa en el templo compostelano, donde les dio de comulgar el propio deán.
Por ello, Ernestina Vidal asegura que tiene pensado seguir yendo a misa en su parroquia con su hija y que la llevará a comulgar. En caso de que el cura Ramón Barral se niegue, llamará al instante a los medios de comunicación para que «o graben todo». La madre asegura que seguirá adelante con su denuncia, incluso hasta el Vaticano si hace falta, porque lo considera una «discriminación» y, por tanto, «non quero que lle pase a ninguén máis».
Está decidida a que «isto non quede en nada» y le «doe especialmente» porque es el sacerdote de su parroquia y lo puede necesitar, incluso, «en último extremo se a miña filla lle pasa algo». También aclara que no tiene nada «en contra do cura», que fue el que bendijo su casa cuando regresó definitivamente de Alemania hace nueve años.
LA VOZ DE GALICIA, 28/07/12
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