Las cinco ´cuncas´ del orgullo de Valga.
El municipio intenta recuperar y transmitir a los niños su larga tradición en el cultivo del trigo
La fiesta terminó con una «parva», o merienda.
Valga ha hecho una apuesta decidida por la recuperación de sus tradiciones y su patrimonio cultural inmaterial. Una de ellas está vinculada al trigo -un cereal que antiguamente se cultivó mucho en este municipio-, y ayer fue el día de la siembra. Casi un centenar de personas, entre niños y agricultores jubilados, participaron en una actividad entre educativa y festiva que culminó con una merienda. Luego vendrán la siega, ya en verano, o la malla, que en Valga se hace todavía con un artilugio consistente en dos palos, uno largo y otro corto, éste último con un pedazo de cuero.
Medio centenar de alumnos de Primaria de Valga y una veintena de agricultores del municipio, ya jubilados, se reunieron ayer por la mañana en una finca de Loncras (Cordeiro) para sembrar trigo.
En Valga llevan media década intentando recuperar su patrimonio cultural inmaterial -leyendas, tradiciones orales, la transmisión de los oficios- y uno de los ejes de este programa es la recuperación de las labores típicas del campo relacionadas con el pan, como son la siembra del trigo, la siega o la malla.
Ayer tocó la siembra. Eran sobre las diez de la mañana cuando los niños salieron del auditorio, camino de la finca de Loncras, una parcela de cinco «cuncas» -algo más de 250 metros cuadrados- cedida por Manuela Eiras, «Nela» que también colabora en la fiesta de la tradición.
La tierra ya estaba preparada desde hace unos días, pero todas las demás tareas ejecutadas ayer fueron de modo natural, como se hacían antaño. Los mayores les iban explicando a los niños tanto la forma de sembrar el cereal como de utilizar los aparejos. Algunos de los mayores incluso trabajaron como el que más, pese a su edad. Es el caso de José Burés, «José do Rato», que a sus 95 años tiene un pequeño museo de aparejos antiguos de labranza y de utensilios del hogar, y que ayer fue hasta Loncras con un arado romano, convertido ya poco menos que en un tesoro arqueológico.
La actividad fue amenizada por la música de panderetas de un grupo de vecinas del lugar de Moldes, que también participan en el proyecto, y de los alumnos de la escuela de este instrumento de la asociación de padres de alumnos del Xesús Ferro Couselo. Mientras, los miembros de la asociación de discapacitados Asdivalu montó el espantapájaros con material de reciclaje que diseñaron las últimas semanas, y que este año emula un robot con aparejos que hacen ruido con el viento para que los pájaros no se posen sobre el trigo.
Y al terminar el trabajo, sobre la una de la tarde, niños y mayores se reunieron a merendar -lo que en Valga conocen como «parva»-, en la que hubo desde queso y chorizo hasta sardinas. La próxima cita de este ciclo anual que está recuperando Valga es la siega, y se producirá sobre el mes de agosto. Luego será el turno de la malla.
FARO DE VIGO, 01/05/13
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