Grúas enfrentadas en los tribunales.
La empresa que retiró el convoy lleva diez años pleiteando con sus exsocios, dueños del «cementerio» del tren.
A las cinco de la mañana del lunes Serafín Montenegro concluía cuatro días de trabajo sin descanso tras depositar en una nave de A Escravitude (Padrón) la máquina del del tren en la que circulaba el conductor. En esa nave, que en el pasado también fue propiedad suya, descansan los restos del Alvia custodiados día y noche por la Policía.
El empresario fue uno de los primeros en llegar a Angrois a las nueve de la noche del miércoles, cuando la Policía Local lo llamó para decirle que había un gran accidente y necesitaban sus grúas. Hasta allí llevó cuatro, aunque se han utilizado dos para mover las toneladas de hierro del convoy una vez rescatados supervivientes y cadáveres. Esas grúas blancas han dado la vuelta al mundo separando piezas y subiéndolas a camiones lejos del escenario del horror.
Pero antes, Montenegro, hacha en mano, colaboró con los bomberos y los policías para arrancar supervivientes y cadáveres de las entrañas de los vagones, rompiendo cristales y moviendo hierros. «Era un infierno. Yo pensé en un atentado cuando ví el vagón en lo alto y siendo el día del Patrón», explica aún dolorido. En esos cuatro días tuvo que lidiar con adjudicatarios y transportistas, con encargados de Renfe y con sus propios enenmigos.
Se da la paradoja de que los propietarios de la nave en la que están depositados ahora los restos del tren son de su hermano Santiago Montenegro y su exsocio Carlas Mosquera, actuales dueños de Grúas Estación (antes los tres eran los propietarios). Con ellos lleva pleiteando desde 2003 cuando Serafín Montenegro, un de los tres dueños, denunció a Hacienda que llevaban años ingresando miles de euros en dinero negro en las cuentas de la empresa. Cuando quiso regularizar la situación los otros dos socios lo echaron de la administración del grupo que él mismo había levantado invirtiendo sus ganancias tras jugar como portero en Primera División.
Una década después del caso Grúas Estación, una estafa consistente en comprar de manera ficticia miles de euros de gasóleo, neumáticos y grúas para obtener facturas falsas, sigue en fase de instrucción con 14 imputados (entre ellos los tres antiguos socios), millones de euros defraudados a Hacienda o sacados del patrimonio de empresas y varios funcionarios públicos imputados y luego exculpados.
La tragedia del Alvia, paradojas de la vida, ha vuelto a poner frente a frente a los antiguos hermanos y socios. Uno, Serafín, ha retirado hasta el último resto del tren y ha subido con sus grúas (compradas tras arruinarse) el esqueleto del convoy a los camiones de sus enemigos, los dueños del «cementerio del convoy». ¿Por qué?. Porque la empresa de grúas de Valladolid quke tenía contratado el transporte de Renfe subcontrató con Grúas Estación, allí mismo. «Las de Madrid nunca llegaron», relata Montenegro quien para el transporte de la máquina principal tuvo que adelantar 5.200 euros de su bolsillo. Sus exsocios querían llevarla volcada cuenta, pese a acumular 2.000 litros de gasoil y otros tantos de aceite.
DIARIO ABC, 31/07/13
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